miércoles, diciembre 19, 2012

Presentación y Canal Sur Radio


Estuve con María Jesús Recio en Canal Sur Radio. Hablamos durante un rato de Mi padre y yo. Un western. A quien le apetezca escucharlo, sólo tiene que pinchar AQUÍ e irse al mínuto veinte. Por cierto, estos son los datos de la presentación en Almería:

Presentador: Mi admirado Evaristo Martínez (Jefe de la sección Vivir de La Voz de Almería)
Lugar: Librería Picasso (Avda. Reyes Católicos)
Día: 28 de diciembre. Día de los Santísimos Inocentes.
Hora: 20:00 

Me harás muy feliz si vienes.

martes, diciembre 18, 2012

BangBang Style

                                                                                                                                  Diseño de Manu Muñoz

lunes, diciembre 17, 2012

La tienda en casa


Ya está a la venta mi último libro: Mi padre y yo. Un western. Para aquellos que estén interesados en comprarlo pueden hacerlo bien on line pinchando aquí, aquí, aqui y aquí, o pidiéndolo en su librería habitual -poco a poco irá llegando a muchísimos puntos de venta-. La librería Picasso, por poner un ejemplo, ya le ha dado cobijo a un buen puñado de libritos.

miércoles, diciembre 12, 2012

Hipstamatic - Navidad


                                                                                                                                  Imagen: Carmona Errata
Feliz navidad. Ya está aquí el tiempo del amor y la paz por aspersión. Inventen chimeneas hogareñas y repongan las botellas de anís religiosamente. Que los contadores de la luz giren con el brío de los villancicos y del parpadeo epiléptico de las luces. Defiendan la navidad, coño. Que es una vez cada doce meses. Tampoco van a dejarse la vida en ello, que se quejan de vicio. Les hago una advertencia, eso sí: no les va a resultar tan fácil cómo imaginan. Hay algunos contratiempos. Nada insalvable, como es lógico, pero tenemos que prepararnos cuidadosamente. Deberán estar muy atentos a lo que viene a continuación.

Les hablarán de bancos de alimentos, de gente pasando hambre, de muchísima desesperación. Pero están exagerando. No hace falta que yo lo diga. Se les ve en los ojos. Están deseando contaminar nuestro ánimo con ese asunto de los desahucios, de la privatización de la sanidad pública y de los recortes en educación. Abandonemos ya la demagogia barata, señoritingos. ¿Es que ni siquiera vamos a respetar la navidad? Esta gente es golpista por naturaleza. (Esto lo he escuchado por ahí). Es más, os invitarán a hacer huelga en defensa de vuestros derechos, a protestar en nombre de las injusticias sociales, a exigir la dimisión de políticos de dudosa reputación o a gritar a los cuatros vientos esa manida cantinela de que a los bancos sí los rescatan pero a los ciudadanos no. Menudo discurso. ¿Aún no han descubierto que la realidad es algo más compleja que todas esas proclamas? Ustedes, cuando sean abordados, tienen que intentar que se queden con alguna de estas cuatro ideas básicas: 1) Qué rápido izamos la bandera de los derechos y qué bien doblamos y guardamos la de los deberes. 2) Señores, ¿huelga? Que ustedes al menos tienen trabajo. ¿Lo han olvidado? 3) Con qué energía demandan la dimisión de quienes nos guían ahora y qué calladitos estaban cuando gobernaba el de la ceja. Eso es jugar sucio. 4) ¿Salvar los bancos? ¿Pero ustedes saben cómo funciona el sistema financiero? Nosotros somos ese sistema financiero. Si los bancos caen, queridos amigos, nos convierten en una plasta viscosa. Más vale que se mantengan erguidos durante muchísimo tiempo.

En fin. Más o menos en esa línea. Con estas cuatro ideas –muy de andar por casa, por cierto-, quizá puedan evitar que les amarguen la navidad. Con las cuatro ideas, y con lo de antes: chimeneas, luces de navidad, villancicos y anís. Sobre todo anís.

Mi padre y yo. Un western


El Gaviero Ediciones ya anuncia en su blog la inminente llegada a las librerías de Mi padre y yo. Un western. Escribí unas líneas -pocas, poquísimas- de lo que es este libro para mí. Es decir, para el autor. Y, además, han colgado una foto en la que me siento aventurero. Todo eso lo podéis ver si pincháis justo AQUÍ.

miércoles, diciembre 05, 2012

Hipstamatic - Mirar y escuchar


No sé si vosotros acostumbráis a mirar y escuchar lo que no os incumbe. Escrito así y leído en voz alta suena bastante raro. Pero no hay por qué alarmarse. No es peligroso por ahora. Pongo algunos ejemplos prácticos para explicarme mejor. Llegáis a una cafetería, os pedís un té verde y acabáis con el tímpano, el estribo, el caracol y el martillo metidos en la conversación de esos camareros tan jóvenes y predispuestos a simplificar el mundo. Os sentáis en la parada del autobús, justo entre la mujer perfumada y el hombre de camisa de cuadros, y os ensimismáis en la vehemente conversación telefónica que ocupa a la chica de pelo corto y, además, negrísimo. Entráis en casa de vuestros padres, posáis la llave –que aún conserváis, por cierto- en el pequeño cesto del taquillón, os dejáis caer en el sofá, suspiráis con fuerza y os sentís seducidos por los tacones de la vecina del piso de arriba. Os levantáis muy temprano, os asestáis una ducha que va directamente a las sienes, desayunáis con desgana y esperáis a que vuestros vecinos –qué demonios le habrá visto ésa a ése- salgan de casa para coincidir en el maravilloso ascensor de las primeras horas del día. Al volver del trabajo, echáis un vistazo al buzón y, cuando el cartero ha deslizado un sobre que no os pertenece, lo abrís primorosamente una vez que habéis cerrado la puerta y las persianas de casa. Rastreáis en las distintas redes sociales los perfiles de los amigos, de los amigos de vuestros amigos y de los amigos que decidisteis que dejaran de serlo en algún momento grandilocuente de vuestra vida. Leéis en la sala de espera del dentista, del ginecólogo, del alergólogo, del urólogo, del dermatólogo y del psicólogo con todo vuestro sistema nervioso depositado en la mujer de mediana edad, con bolso de piel verde botella y paraguas casi sin estrenar que también lee una revista de curiosidades científicas. Os mostráis abstraídos en el tren, mientras intentáis leer el título de la novela que lee la estudiante de Historia del arte, sin dejar de ojear el portátil abierto del hombre con gafas de pasta y, a la vez, os mecéis con la música atávica que escupen los cascos del niño con sudadera, gorra y ojos saltones. Bueno, pues a todo eso me refiero cuando me pregunto si vosotros sois personas de mirar y escuchar lo que no os incumbe. Porque yo sí. Lo comento a modo de presentación. No vayamos a llevarnos sorpresas.

lunes, diciembre 03, 2012

Diario Kafka



Mi debut en Diario Kafka lo puedes leer aquí: Garcilaso para inmigrantes. Está incluido en el dossier sobre educación "Mal educados". Mi alegría revuela como una falda. Qué sano es leer.

miércoles, noviembre 21, 2012

Hipstamatic - Altamente improbable


Está en la habitación de los libros. Atado de pies y manos y con una buena mordaza de trapo grueso. A primera vista pudiera parecer algo adormecido, pero quiero dejar claro que yo no le he suministrado sedante alguno. Quizá se trate del trastorno y el sopor propios de este tipo de refriegas. No lo sé. O del miedo. Porque yo también lo tendría. Pero que conste que no ha habido narcóticos de por medio: no tengo nada de eso en mi cajón de las medicinas. Además, no me alegro de que todo esto haya desembocado en una situación tan comprometida, ni creo que ustedes vayan a aprobar mi comportamiento. Me conformo con que al menos reconozcan que lo Altamente Improbable también ocurre, forma parte de nuestras vidas y que, antes de que tenga lugar, muy difícilmente uno es capaz de pronosticarlo. Partiendo de ese hecho, estoy dispuesto a firmar mi confesión.


Confieso que he secuestrado a un hombre. Lo tengo atado y amordazado en la habitación de los libros. Y poco es para lo que verdaderamente se merece. Al principio, yo esperaba sentado en la fila dieciséis y él en la fila quince de la sala cuatro de esos cines que tenéis en mente. Todo estaba oscuro, así que ni sospechaba la cara de capullo de la que era poseedor. Sí puedo decir, en cambio, que dejaba muy claro cuál era el lugar preciso que ocupaba en este mundo: chascarrillos en las escenas trascendentales, confidencias salivosas al oído de su acompañante y comentarios cinéfilos a la altura de un tertuliano de Garci: “¡Chiquillo, no abras esa puerta!” o “Los regalices lo tenías tú, ¿no?”. En mi defensa diré que siempre me he considerado una persona paciente y comprensiva con la estupidez rechoncha de quienes suelen hablar en el cine. Pero su obligación era tener el móvil en silencio y, por supuesto, no atender bajo ningún concepto esa llamada en mitad de la sala. Ni siquiera simulando una afonía. Cómo cojones hay que explicarle a esta gente que en el cine no se atienden llamadas. ¿Tan difícil es asumir que no se trata del salón de su casa? Individuos como el que tengo en la habitación me sacan de quicio. Terminan buscándonos problemas. Yo digo que desencadenan en mi vida –quizá también en la tuya- episodios Altamente Improbables. Os juro que hasta que no iba de camino a casa con el tipo metido en el maletero no he sido consciente de que algo así estaba ocurriendo. Como tantas otras veces, claro.

miércoles, noviembre 07, 2012

Hipstamatic - La fiesta salvaje


Hoy se inaugura lo que llevas esperando todo el año. Para ser más exacto, la Feria del libro, del disco y del cómic. Todo bien agitado y mezclado en la Plaza Vieja de nuestra ciudad. La verdad es que no me disgusta que libros, cómics y discos sean secuaces de una misma historia. Es más, me encanta la idea y habría agradecido la necesaria incorporación del vino a esta gran fiesta. Lo digo en serio. Feria del libro, del disco, del cómic y del vino. No. Espera. Feria del libro, del disco, del cómic, del vino y del caballo. Mejor aún: Feria del libro, del disco, del cómic, del vino, del caballo y exponovias. No me digan que no. Íbamos a petar el panorama. Seguro que la plaza reventaba en bullicio y el ochenta y cuatro por ciento de los almerienses viviríamos los cinco días más felices de nuestra vida. Pero bueno, ahora mismo es lo que es, tenemos lo que tenemos, se trata de lo que se trata, hablamos de lo que hablamos y nos centramos en la Feria del libro, del disco y del cómic, que, como fiesta que es, puede acabar en una celebración tremendamente salvaje. ¿Qué no me crees? Eso ya ha ocurrido, hombre de dios. Cuando Luis Alberto de Cuenca, Loquillo, Sergi Arola, Soledad Puértolas, Javier Reverte, Manuel Rivas, Maite Dono, Félix Romeo, Harkaitz Cano, Estíbaliz Espinosa, Juan Bonilla, Antonio Orejudo, Juan Madrid y muchísimos más se paseaban por La Rambla de nuestra ciudad a finales de mayo y principios de junio. Se hablaba de cine, de música, de moda, de cocina, de literatura, de cómic y de graffiti. Aquella cosa rara –nostalgia pura- se llamaba Lilec. Festival del libro y la lectura. Y algún día, cuando todos seamos un poco más viejunos, haremos otra fiesta –también tremendamente salvaje- para decirles a los más jóvenes del lugar que Lilec fue la repanocha, y así aprovechar y hacer entrega de una genuina espada láser a sus inventores: Ana y Pedro. Al menos yo lo creo así. Ahora le toca tirar los dados a la nueva versión de nuestra Feria del Libro. Ya sabéis, libros, discos y cómics. Y le deseo toda la suerte del mundo. Corren tiempos muy difíciles para aquellas cosas que merecen la pena, así que no estaría de más que nos pasáramos por la Plaza Vieja a manosear algunos libros y escuchar música en directo. Y si llueve, pues mejor. De hecho, mira tú por dónde, se me acaba de ocurrir: ¿qué te parece si quedamos?

lunes, noviembre 05, 2012

Hipstamatic - Señales


Estamos saliendo de la crisis. Ya sabes que no lo digo yo. Lo afirma nuestra ministrísima Fátima Báñez. Ella, que es de córnea fina y fibrosa, ve señales esperanzadoras donde otros vemos una mancha de humedad con forma de entidad divina. Las ve con nitidez. Sale del sueño, deja caer suavemente sus párpados y lo vislumbra todo. Lo tiene claro-clarinete. No se trata de un optimismo vacío. Es el relato de la realidad circundante. La Realidad con mayúscula inicial. Gorda y oronda. La suya. Pero también la tuya y la mía. La nuestra. Y ojo ahí, porque no estamos hablando de cualquier enunciado: “estamos saliendo de la crisis”. Repítelo en voz alta y sujétate los dientes. ¿Cómo suena? ¿Raro? ¿Se te ha puesto cara de gilipollas? A ver, no te ofusques. Lo que pasa es que nosotros no sabemos mirar la realidad circundante de esa manera. No estamos acostumbrados a muscular nuestra córnea del mismo modo que ella lo hace. Es como dar cera y pulir cera, pero con los ojos. Si los trabajamos a diario y de esa forma específica nos pasará exactamente lo mismo que a nuestra ministra de Empleo. Es decir, que donde ahora sólo vemos más de cinco millones y medio de desempleados, conseguiremos vislumbrar una señal esperanzadora, una luz inmaculada al final de un camino oscuro. Voy más allá con lo milagroso del asunto. Que cuando contemplemos sobrecogidos las imágenes de familias desahuciadas por cajas y bancos, podamos advertir en sus gritos la salida de esta emponzoñada crisis financiera. Y que nada más leer los testimonios desesperados de quienes se quedan sin el apoyo de la Ley de dependencia, o de esas personas que tienen que recurrir a un banco de alimentos para salir adelante, seamos capaces de atisbar en su sufrimiento y rabia un horizonte azul, tenso y humano. Entonces, y sólo entonces, lo podremos decir tal y como lo afirma ella. Estamos saliendo de la crisis, no es un optimismo vacío y es el relato de la realidad. Uno, dos y tres. Crisis, optimismo y realidad. Ahora bien, mientras no ejercitemos la musculatura de la córnea, el iris y la pupila no estaremos en situación de ver las evidentes mejorías. Y se nos seguirá poniendo cara de gilipollas cada vez que el ministro de turno tenga tan poco apego a la calle que se atreva a decir una barbaridad como la que nos ha regalado Fátima Báñez.

miércoles, octubre 17, 2012

Hipstamatic - Michel Houellebecq


Esta semana pasada ocurrió lo que nunca debió ocurrir. Eso que sueño cuando una indigestión me abraza la boca del estómago o una fiebre se me encierra en los ojos. Eso que a uno le cuesta asimilar porque tritura la letra pequeña del pedacito de buena suerte que le corresponde en vida. Pues exactamente eso ocurrió hace apenas unos días. Eso que ahora es esto y que escribo gritando: Michel Houellebecq estuvo recitando en Antas (Almería) y no me enteré. No se puede ser más desgraciado. A unos setenta kilómetros de mi casa, y yo no me enteré.


Todo comenzó el domingo por la mañana. Después de prepararme el café y la tostada de aceite y sal, me puse frente al ordenador con la intención de trabajar un rato. Nada. Resistí poco. Entré en Facebook y estuve navegando en círculo hasta que la mañana se resquebrajó y empezó a ponerse verdaderamente fea. Fotografías y fotografías y más fotografías emergían de mi pantalla. En todas ellas Michel Houellebecq aparecía acompañado de algunos de mis amigos. Fumando. Sonriendo. Charlando. Mirándose. Michel Houellebecq. El escritor francés. Mis amigos. Cabrones afortunados. Escuchando, escribiendo, gesticulando. Michel Houellebecq. Maldita sea. Michel Houellebecq. Si hasta lo metí como personaje en una novela y tiene un anaquel exclusivo en mi biblioteca blanca de Ikea. El escritor francés. Las partículas elementales o La posibilidad de una isla. Todo ese tema. Michel Houellebecq.

He tardado días en reponerme. He estado jodido. Este asunto me ha dejado tocado de la cabeza. No he querido que me cuenten nada sobre esa tarde de sábado en los bajos de la oficina de correos. No sé si lo soportaría. Lo anunciaron en prensa y en las redes sociales. ¿Cómo no lo leí? ¿Cómo no supe de la presentación a las ocho y media en Antas? ¿Cómo no me topé con ese acto que había organizado la Asociación Cultural Argaria? Ahora tengo miedo de que sigan ocurriendo cosas que no deben ocurrir. Ya saben. Cosas terribles. Cosas que tengan que ver con Don Delillo, Philip Roth, Paul Auster, Carol Joyce Oates o Richard Ford, por poner algunos ejemplos. Cosas que ocurran en nuestra ciudad o provincia y de las que yo no tenga noticia. Me puede el miedo. Michel Houellebecq volvió a Almería, yo no me enteré y eso no debió ocurrir nunca.

miércoles, octubre 10, 2012

Hipstamatic - Un western


Esta mañana, de camino al trabajo, me he topado con un densísimo banco de niebla. No me ha sorprendido, la verdad. En esa zona, en las primeras horas del día y en esta época del año, es muy normal que florezcan buenos y fuertes campos de niebla. De hecho, la extrañeza me la habría provocado la situación contraria: que el mes se hubiera ido y la niebla no hubiera abandonado su escondrijo de piedra.

Esta mañana, a los pocos kilómetros de abandonar la autovía y seguir por la carretera comarcal, la espesura era tal que no me ha dejado más remedio que apartar el coche y detenerlo donde buenamente he podido. Para ser exactos, bien entrado un camino pedregoso que si tuviera que ubicar ahora mismo, dudo mucho que pudiera hacerlo con facilidad. En cuanto he perdido de vista las luces rojas del coche que me precedía y la niebla me ha engullido, se ha apoderado de mí esa sensación tan humanamente humana de estar a punto de caer por una grieta que conecta con el mismísimo infierno. Así que me he detenido, he salido del coche, he echado un vistazo a mi alrededor, he vuelto a entrar, le he dado volumen a la radio, he reclinado el asiento y así me he quedado un buen rato a la espera de que la carretera se dibujara de nuevo. Veinte minutos. Quizá treinta.

Cuando el tipo ha golpeado la ventanilla, porque es eso lo que ha ocurrido, que un tipo ha golpeado mi ventanilla, yo estaba centradísimo en la teoría que un economista se afanaba en desgranarnos en la clásica tertulia mañanera de la radio. Toc, toc. Un golpe más en el cristal y muy probablemente me habría provocado un ramillete de microinfartos y un sagrado ocular de consecuencias irreversibles. Vamos, que del susto me ha centrifugado los chacras. Sin bajar la ventanilla, le he hecho un gesto con la cabeza. Así que él, no exento de amabilidad, me ha pedido que la baje y me ha dicho más o menos esto:

Disculpe, esto es un camino privado. Aquí no puede quedarse. Más allá hay una estación de servicio. No creo que tenga problemas en llegar. Aquella de allí es mi casa, ésas son mis tierras y éste es mi camino. ¿Vale? Si quiere yo le indico para dar la vuelta. Llegado este momento ha hecho una pausa, ha mirado sus zapatos o el barro de sus zapatos y ha continuado hablando. ¿Te manda mi hermano? Es eso, ¿verdad? Pues le va a decir algo de mi parte. ¿Me está escuchando? Dígale que la próxima vez seré yo quien vaya a buscarle.

miércoles, octubre 03, 2012

Hipstamatic - Lila´s Café


Quienes han leído esta columna alguna que otra vez quizá tengan constancia de mi extraña y morbosa relación con los espacios. Aquí he tenido oportunidad de reflexionar sobre el rincón que me reservo en casa para trabajar durante todo el tiempo del mundo, sobre la atracción que despiertan en mí los lugares que el cine y la literatura han colado en los mapas de carretera o sobre una Almería huraña y encantadora que sólo me atrevo a perfilar en el cuaderno si es con jugo de limón. Son tres ejemplos. Pero a lo largo de las más de sesenta Hipstamatics publicadas en este periódico, el espacio, de una forma evidente o diluida, siempre ha estado serpenteando entre estas líneas, y mucho me temo que seguirá haciéndolo durante algún tiempo más.

Hoy, sin ir más lejos, es uno de esos días. Vuelve a ocurrir. Me preparo algo para beber, enciendo el ordenador y no me saco de la cabeza el Lila´s Café. Si vives en la ciudad, es muy probable que lo conozcas o hayas oído hablar de él. Un bar especializado en riquísima gastronomía francesa, con cócteles cuidadosamente exactos y alejadísimo del maldito ruido de fondo. Creo que sé de este lugar desde hace un par de años. Y aunque mis visitas suelen ser muy esporádicas, siempre que salgo de allí me llevo conmigo una extraña sensación de pertenencia.

Al Lila´s Café le sienta bien la lluvia. Parece que tuviera la mismísima voluntad azul del invierno. No me preguntéis por qué. Quizá sea porque los trenes no andan muy lejos de allí o por esa música tan de bufanda y guantes que suena todo el rato. Ya os digo que no lo tengo nada claro. Pero lo cierto es que una vez que estás dentro no te importaría que empezara a llover con furia en toda la manzana y el agua hiciera ese ruido que hace el agua contra el agua cuando todo se antoja perfecto. Quizá eso explique que la gente, mientras los camareros van y vienen despacio y el cine resuena mudo en la pared del fondo, sea consciente de una lluvia que nadie nombra por miedo a que no termine de llegar. Aunque, insisto, sólo es una rara suposición. Porque, en realidad, la única certeza con la que se sale de allí es la del Chablis entrando en el cuerpo y buscando acomodo en los ojos y en la nuca.



miércoles, septiembre 26, 2012

Hipstamatic - Ejercicio de redacción


Uno no puede dejar pasar septiembre sin haber escrito su clásica redacción. Ya saben. Esa que te pedía el maestro de lengua castellana y literatura y que te colocaba frente al espejo de tu mediocridad estival. El epígrafe solía decir más o menos así: Escribe una redacción en la que cuentes algún episodio interesante que hayas vivido este verano. Cuida la caligrafía. Presta atención a la ortografía. No olvides que existen los signos de puntuación. Ahí es nada. Moco de pavo. Era terminar de copiar el enunciado en mi cuaderno de doble raya y sentía cómo el sintagma episodio interesante empezaba a fermentar entre mis hemisferios cerebrales. Y me explico. Por entonces, yo entendía que mis veranos no eran muy de episodios interesantes. Ni siquiera de episodios a secas. A mi juicio, mis meses de julio y agosto estaban formados por una sucesión de algaradas sin orden ni concierto que, en muchos casos,  transitaban por las costuras de la ley del menor. ¿Y qué consideraba yo episodios interesantes? Pues lo que otros –pocos, todo sea dicho- leían de pie y en voz alta en mitad de clase: un viaje a un pueblo perdido en mitad de la serranía, la visita inesperada de unas primas exóticas, la experiencia de subir en un avión por primera vez o irse de campamento junto a otros amigos, por poner algunos ejemplos. Esos sí eran episodios interesantes. Lo nuestro era más una cuestión de hacerles la vida imposible a los gatos del barrio, sacrificar animales escamosos que entendíamos perjudiciales para nuestra sociedad, introducir petardos en rendijas, envases y buzones, arrojar fruta blanduja desde azoteas estratégicas y algunas otras actuaciones que no confieso por temor a que no hayan prescrito. Así que siempre que llegaba septiembre y el maestro de lengua pedía aquella redacción basada en hechos veraniegos y, además, interesantes, le sacaba punta al lápiz y mentía como un rufián. En aquellos ejercicios sobre veranos ficticios, estuve visitando la ciudad francesa en la que trabajó mi padre durante sus años mozos, alquilamos una casa en la ciudad natal de mi madre para pasar un par de semanas del mes de agosto, hice excursiones por pueblos que me resultaban fáciles de escribir y me regalaban bicicletas a diestro y siniestro. El maestro nunca me dijo nada sobre aquellas redacciones. Intuyo que a él lo que le importaba era lo otro: la caligrafía, la ortografía y no olvidar que existen los signos de puntuación. Por entonces, lo que nadie sospechaba era que algún día me dedicaría a escribir mentiras como un rufián. Mentiras muy parecidas a ésta.

miércoles, mayo 30, 2012

Hipstamatic - Sumario


Mientras comienzo a escribir el artículo siguen ocurriendo algunas cosas. Lo que viene a continuación es un sumario que recoge algunas de ellas. La prima de riesgo merodea los quinientos quince puntos básicos. La bolsa española sigue aflojando y retrocede un dos coma treinta y cuatro por ciento a su cierre. El grupo Bankia se desploma tal y como ha venido sucediendo desde que se destapó el agujero que escondía. Se acaba de conocer que un exdirectivo de este banco se lleva catorce millones en concepto de pensión y prejubilación. Otro directivo de Cajamadrid tiene derecho a más de seis millones de euros por acogerse a un expediente de regulación de empleo. El Partido Popular rechaza frontalmente que los exresponsables de este grupo bancario tengan que dar explicaciones, a pesar de que las ganancias que declararon ocultaban pérdidas de más de tres mil millones de euros. Bankia recibirá diecinueve mil millones de ayudas públicas, que se suman a los más de cuatro mil millones de euros con que se recapitalizó la entidad. El gobierno cree perjudicial que el gobernador del Banco de España nos explique qué está pasando. El sector público ha perdido ciento quince mil empleos en los últimos seis meses como consecuencia de los planes de austeridad. La Xunta de Galicia deja caer que hay Ayuntamientos que están a punto de suspender pagos. El presidente del gobierno nos indica que es un mal momento para pedir a la Iglesia que pague el IBI. El máximo representante del Consejo Superior del Poder Judicial ni dimite ni se avergüenza por sus viajes a Marbella –sin especificar motivo- durante algunos fines de semana. En los últimos días han sido imputados el exdelegado de Trabajo y Seguridad Social de Sevilla, el alcalde de Murcia y el número dos del Partido Popular en esa comunidad. Lejos de adoptar medidas que reactiven el consumo, la facturación del comercio minorista baja un nueve coma ocho por ciento en abril. Lejos de alcanzar el objetivo de déficit –piedra angular de la economía creativa-, en cuatro meses ya hemos superado el setenta por ciento de la cifra fijada para este año. Y hasta aquí. Ya está. Esto es lo que tengo que decir hoy. No hay una reflexión final. Tampoco un giro sorprendente. No ocurre nada asombroso. Sólo ellos: Mariano Rajoy, Luis de Guindos, Rodrigo Rato, Cristóbal Montoro…


miércoles, mayo 23, 2012

Hipstamatic - Amigdalitis




Ahora resulta que sufro de amigdalitis crónica. Esta mañana me lo ha dicho el otorrinolaringólogo. Al parecer mis amígdalas están cubiertas por una especie de surcos y pequeñas cavidades que hacen que esa zona sea un gran lugar para el veraneo de bacterias. ¿Estoy jodido, doctor?, le he preguntado con cierta afectación. No digas gilipolleces, me ha parecido leer en su mirada. Según me ha explicado, esta dolencia mía no viene de ahora. La arrastro desde hace bastante tiempo. No hablo de unos años. Tampoco hablo de mi adolescencia o de mi infancia. Al parecer esta amigdalitis empezó a fraguarse hace millones de años. Eso me ha dicho. Por la misma época en que cristalizaban conceptos tan variados y distintos como el amor, el tiempo, el vacío, el poder, la palabra, el secreto, la distancia, el placer, el silencio o el mismísimo deseo. Por poner algunos ejemplos, me ha soltado el laringólogo desde el otro lado de la mesa. Para ser sincero, me ha llamado muchísimo la atención que mi amigdalitis se generara a la par que el amor y el deseo. No veo normal que compartan génesis cosas tan dispares en significante y significado. Pero no soy yo quien tiene una pared de una sala de espera con una orla de la facultad de medicina de la Universidad de Granada. En fin, que el diagnóstico ha tronado en la consulta. Tal y como suena si lees esto en voz alta: Padeces una amigdalitis crónica y, además, prehistórica. ¿Usted no había notado nada antes?  Y yo, la verdad, a lo largo de mi vida he disfrutado de los beneficios del amor, he lamentado el castigo del tiempo, me he quedado vacío para volver a sentirme pleno, he ansiado mezquinamente el poder, he buscado la palabra exacta, he padecido la distancia, se me han afilado los colmillos al hablar de placer,  he guardado silencio y he deseado casi todas las cosas de este mundo. Pero esta dificultad al tragar, esta ligera y constante inflación de garganta, este dolor irradiado hacia la base del cuello, esta presencia fantasma en la faringe, esta amigdalitis crónica y, además, prehistórica no estaba ahí hace unas semanas. Eso lo aseguro sin miedo a equivocarme. Que estuviera escondida ahí durante siglos, bueno, lo puedo aceptar. Yo a estas alturas no me asusto de nada. Pero la amigdalitis se ha manifestado de golpe. Exactamente como lo habría hecho el amor o el silencio. 

jueves, mayo 17, 2012

Mi padre y yo



ESTÁ PASANDO: El Gaviero Ediciones ya ha anunciando la publicación para este año del libro de conversaciones entre mi padre y yo. El asunto me pone contento, contento. Soy muy fan de mi padre. El anuncio se puede ver aquí.

miércoles, mayo 16, 2012

Romanticismo

Puede ser que concentre en alguno de mis órganos vitales residuos de romanticismo.  Sólo es una hipótesis. Noto algo invasivo en mi interior. Me atrevo a imaginar que su naturaleza se asemeja a la del plástico fundido o a la del incansable musgo o a la de la dentadura de un perro. Está ahí como un peso, una alucinación, un cepo o una huella prehistórica. Y creo que me tiene donde quería tenerme: consciente de su presencia y temeroso de su poder. Este romanticismo deslocalizado, que así lo quiero llamar, es el que me lleva a defender que mi corazón es un hormiguero en construcción, por ejemplo. Es el que me revela que la sinrazón del sueño obedece a verdades olvidadas, que tus ojeras son hojas verdes y no raíces, que se puede ir más allá del peligro, que soy capaz de albergar tanta rabia como descanso y que a veces tengo que hablar en una idioma formado por semillas para acabar diciendo estas cosas tan extrañas. Este romanticismo me lleva a exonerarte de toda culpa, a prometerte interminables extensiones de tierra en África o en Oriente, a olvidarte como tú quieres ser recordada y a buscarte en la etimología de casi todas las palabras.  Así podría estar hasta el cierre de este texto, pero, para ser sincero, no siempre actúa el romanticismo deslocalizado. Cosa que agradezco, por cierto. Me he dado cuenta de que soy inmune a él cuando estoy en el pasillo charcutero del Mercadona, cuando no tiendo la ropa velozmente y me coge humedad, durante las dos horas posteriores a la vacuna de la alergia, poco después de un consejo de ministros y en mitad de una canción de Macaco. En todas esas situaciones el romanticismo se inhibe y soy capaz de comportarme como se espera que lo haga alguien como yo. Como un hombre que no delira y no acaba hablando de hormigueros en el corazón, que desconfía de la ilógica de los sueños, entiende las ojeras como lo que son y no promete latifundios que nunca tuvo en su patrimonio.  Un hombre que simplifica. Un hombre de sujeto, verbo y complementos. No más allá. Un hombre que se viste por los pies y no se complica la vida buscando el viaje poético de los neutrinos o confundiendo estúpidamente la imaginación con la memoria. No quiero ser un romántico.

lunes, marzo 26, 2012

Dietario de la jornada electoral



A las dos de la madrugada teníamos que poner las manillas en las tres en punto. Por tanto, en realidad, las nueve y diez de la noche eran las ocho y diez de la tarde. En ese momento, Antonio Sanz, segundo de Arenas, sugiere que han conseguido la mayoría absoluta. Mientras miro la tele, corto una tripa de fuet en rodajas finas y me entretengo en quitarles la piel. Aguanto la tentación y no me como ninguna hasta que todo está listo. Con el 23% escrutado, mi vecino da un golpe en el tabique medianero y me entero así de que la mayoría no es de ellos. Observo que a la presentadora de Canal Sur le brillan los colmillos, tiene serías ganas de bailar sobre la mesa o desdibujarse en una salvaje fiesta de espuma y cuádriceps cincelados. En cambio se limita a decir: la muestra escrutada no es significativa, repito, no es significativa. La clave de un buen bocadillo de fuet es añadir un buen chorreón de aceite de oliva virgen. Sobre todo si el fuet no es de una calidad aceptable. ¿Por qué?, os preguntaréis. Lo sé porque yo también me hago esa pregunta muchas veces. Demasiadas veces, según mi padre. Total, que me pego una vuelta por la parrilla televisiva y concluyo a ojo de buen cubero que al 74% de los canales de la TDT las elecciones andaluzas se la refanfinfla.  Hago el clásico, metafísico y perfecto viaje circular , acabo de nuevo en Canal Sur y un señor de voz meliflua y acaramelada asegura que Izquierda Unida ha zarandeado el sistema bipartidista. Añade: es una sorpresa. No sé por qué es una sorpresa, digo con la boca llena de fuet. Y suena a: El pepé me da una pereza... Pero no he dicho eso. Entonces, como si de un mensaje eléctrico se tratara, me acuerdo de ese pinchadiscos/animador que Moragas contrató para celebrar el ascenso del Partido Popular a la Moncloa. Al parecer le ponía Ricky Martin y una canción que decía más o menos así [la entonación es cosa vuestra]:  Tico era un Boricua de Manhattan / cantaba en el subway / con su beat box y su electric guitar. / Por las noches era DJ / se paraban en las sillas / y él ponía el mundo a girar. / Qué bellos tiempos / cuando se bailaba hasta morir / saltando al cielo / con esa locura de vivir.

El final os lo podéis imaginar: me clavé el bocadillo cuando el escrutinio no había superado el 64%. Y apagué la tele. No hay más. Esta mañana me he enterado de que Rajoy ha felicitado a Arenas.

lunes, marzo 19, 2012

Mi padre es la bomba


                                                                                                                                     Foto: Ibáñez

Para celebrar el día del padre, la Editorial El Gaviero ha publicado en su blog algunos de los intercambios pugilísticos que mantenemos mi padre y yo. A mí, por razones emocionales, me ha parecido una idea cojonuda. A mi padre, por razones económicas, también. Si quieres echarle un vistazo, sólo tienes que pinchar aquí, aquí y aquí. En los tres enlaces vas a parar al mismo sitio. A éste. Feliz día del padre.

viernes, marzo 16, 2012

Subiendo el pan

                                                                                        La Voz de Almería - 16 de marzo.

miércoles, marzo 14, 2012

Hisptamatic - Manual de primavera



En esta columna no hay crisis. No tiene cabida. Cuatrocientas y pico palabras sin destrucción de empleo, sin objetivos de déficit, sin bajadas de sueldo, sin reajustes en las becas, sin reformas laborales y sin recetas médicas a un euro. No hay nada de eso. Esta columna es un manual para que imagines, dibujes y muerdas la primavera. La que está a punto de estornudarte en la cara. Porque este año las carreteras llegan cargadas de vinagretas, grillos y estampados frutales. Así que es el momento de dar el salto y quedarte suspendido en el aire, de inventarte el cóctel del eterno fin de semana, de que se te desparrame la imaginación –el petróleo de nuestro siglo- y te obligue a nadar en ella.  Que le den por culo a la crisis. Vete a la calle y hazte pasar por un pez gordo de Silicon Valley. Apenas estés dispuesto a mover el mundo con un punto de apoyo, te lloverán las amistades en facebook, te caerán las preguntas que te sabes y se te subirá el guapo a las mejillas. Es la amenaza que trae entre los pistilos esta primavera: que todo sea muchísimo mejor. Mejor que antes. Mejor que cuando estábamos mejor. Por eso, ahora que estás a tiempo, decide qué vas a leer durante estos meses, a quién vas a llamar en horario de tarifa plana y qué vas a contestar cuando desde el portero automático te pidan que bajes a tomar algo. Si llevabas tiempo dándole vueltas a eso que tú sabes,  escríbelo en twitter y que se convierta en  trending topic. Esta primavera va a llegar como un disparo de hierba. ¿Qué pasa? ¿Que te parece demasiado optimista? ¿Qué se asemeja a un anuncio de Ikea? Pues a mí todo lo que tiene que ver con la crisis y sus responsables me tiene asfixiado. Apesta y duele. Parece una mala película que alimenta el pánico y la desgracia. No hay cómo masticarla y tampoco sabemos escupirla. Así que permíteme que continúe por donde lo dejé. Esta primavera va a llegar como un disparo de hierba. Es cuestión de que nuestras ganas también viajen a la velocidad de la luz. Por lo pronto, vamos a vernos en algún sitio. Llegan días de sol y tienes que contarme de qué te ríes tanto. Algo me dice que yo también me voy a reír. 

jueves, marzo 08, 2012

Desórdenes 3



Yo tenía pensado ir a Old Trafford a ver jugar al Athletic. Almería, Madrid, Londres. Sí. Era una sorpresa que me tenía reservada a mí mismo por razones que no vienen al caso. Lo había preparado todo con una minuciosidad que no me es propia, la verdad. Tenía medios, tiempo y coartada. Había afilado mi speaking. Know? Pero en algún momento me puse a pensar en algo y se me olvidó que tenía en mente ir a Old Trafford. No es la primera vez que me pasa. En su momento, también olvidé que quería ir aquí, ver esto, leer esta novela y comprar esto otro de vuelta a casa. Total, que me he venido a acordar cuando he encendido la tele y estaba a punto de empezar el partido. Ha habido de todo. Momentos en lo que he deseado estar en esas gradas. Momentos en los me he alegrado de no haberme gastado el pastizal pertinente. Momentos en los que he rapiñado algo en el frigorífico. Momentos en los que se me han helado los pies. Vamos, lo que vienen a ser momentos, así, en general. Pero bueno, lo que yo quiero decir con todo esto es que el Athletic ha jugado un partido de putísima madre. Ahora me voy a leer un rato. Muy mal se me tiene que dar la noche para no soñar que soy arqueólogo y descubro cosas.

miércoles, marzo 07, 2012

Hipstamatic - Kindle



Tarde o temprano tenía que ocurrir. Ya tengo mi primer lector de e-books sobre la mesa. Un regalo delicioso. Concretamente un Kindle de Amazon con 2 GB de capacidad y conexión a Internet vía wifi. Pero no me condenen aún. Hagamos una cosa: vayamos al principio. Hace muchísimo tiempo que todo esto comenzó.
En casa tengo una buena biblioteca. En cuanto apilé algo de dinero compré siete estanterías Billy con sus respectivos altillos y apretujé todos mis libros en ellas. Me emociona decirlo. Siempre he estado muy orgulloso de mis pequeños: esos volúmenes tan distintos entre sí y, a la vez, tan parecidos. Ay, qué diablillos. Tienen sus cosas, para qué negarlo. Porque atraen el polvo a espuertas, en las mudanzas cobran un protagonismo indeseado, son voraces e invasivos y no estoy seguro de que mis futuros hijos los quieran asumir en herencia. Pero cuántas alegrías me han dado. En casa, durante mis viajes, en las salas de espera y en las poquísimas cafeterías silenciosas de esta ciudad. En todos esos lugares me han hecho feliz. Reconozco la ñoñería: estoy enamorado del gramaje de su papel, de ese olor a polilla y pegamento, del peso atómico de sus historias y del clasicismo o el atrevimiento de sus editores. Además, siempre he entendido el libro tradicional como un producto muy sofisticado. Es cómodo de transportar, no consume baterías insaciables, resiste con entereza el paso del tiempo y, esto es muy importante, si se dobla no se rompe. Ahora la pregunta que toca es: ¿cambiará mi sistema bibliográfico actual por la llegada del e-reader Kindle a casa? Pues un poco sí, para qué os voy a engañar. Y si las grandes y pequeñas editoriales cogen el toro por los cuernos, muchísimo más. Lo que quiero decir es que con este cacharro se lee que da gusto, su capacidad de almacenaje es abrumadora, te permite tomar notas, subrayar y enviar esa información a tu correo, la batería es muy duradera porque el consumo de energía es mínimo, su peso es menor que el de un libro de papel y para las consultas rápidas resulta ágil y efectivo por su práctico motor de búsqueda. ¿Cuál es la pega? Que algunas editoriales se resisten a volcar los libros en formato electrónico, y las que lo hacen ponen precios, a mi juicio, abusivos. Así que la bestia de la piratería amenaza con dar un zarpazo en este suculento negocio. De hecho, ya hay brotes de ella. Y aún así, muchas editoriales importantes siguen sin actuar con decisión, por no decir que observan paralizadas.

miércoles, febrero 22, 2012

Tocino fiction



El lunes vi Pulp Fiction. Elijo ser Vincent Vega. Tú puedes escoger otro personaje sin ningún problema. Pero Vincent Vega soy yo durante toda la semana. Hasta el lunes por lo menos. También he leído un 35% de Libertad. La última de Jonathan Franzen. Los Berglund me tienen que no me tienen. No me los he sacado de la cabeza ni viendo al mentalista a punto de cazar a John El Rojo. Es curioso, y esto no tiene nada que ver con nada, cómo me cuesta cambiar determinadas ideas. No nos parecemos a nosotros mismos. Que no, que no. Que no insitas, gilipollas. Que no nos parecemos a eso que pensamos de nosotros mismos. Y menos tú que eres tan buena persona, ¿verdad? Me parece genial la escena en la que Vincent Vega habla consigo mismo mirándose en el espejo del baño. Lo he hecho tantas veces. Mira, en el botón seis de la radio de mi coche tengo memorizada Cadena 100.  A los del programa de la mañana les encanta buscar cosas en google. Es divertido y fácil y suelo tener sueño, así que perfecto: las hormigas recuerdan el olor de sus enemigos durante toda su vida. Toma contenido. Es curioso -o no-, pero yo recordaré el olor de las hormigas siempre. Esta última frase es un guiño personal que casi nadie pillará. No hace tanto almorcé con un amigo y pedimos de entrante ese plato de la foto. Se trata de una sencuencia de láminas de tocino cortadas con bisturí cauterizador. Nos lo comimos despacio porque el tema de conversación era bastante interesante y una cosa nos llevaba a otra. El encargado de servir el vino era yo; me pillaba más cerca el botellero. Por entonces acababa de empezar la novela de Franzen y colé en los postres cuatro o cinco frases que dice Patty en el 10% inicial de la historia. No resultaron forzadas. A la editorial Mondadori le mola estas new técnicas narrativas. Llamémoslas Flis Flas. De hecho, puede ser que esto que estás leyendo sea un capítulo de la novela en la que estoy trabajando. Tal cual. Bueno o malo. Ya lo decidiré. Pero tal cual.  

lunes, febrero 20, 2012

No serás capaz de odiarme

¿Por quién me has tomado?
Si he atesorado esta cobardía,
si he confundido la certeza
con el miedo del idiota,
si he atravesado las calles
gritando todas esas cosas tristes
de las que estoy perfectamente ensamblado,
ha sido por sacarte un cuerpo de ventaja.
Así que esto que ves es lo de menos:
el desfile de automóviles de época,
los músicos tocando para ti,
el quitanieves abriéndote camino
y tanto niño en la escalera de incendios.
Lo importante es lo otro, ya lo sabes.
Mi manera de llegar hasta aquí.
El miedo, la cobardía, las cosas tristes.
El recuento de todos los dolores
sobre los que he aprendido a reposar.

Insisto:
mi manera de llegar hasta aquí.

[De la antología Nubes con la mente]


miércoles, febrero 15, 2012

Hipstamatic - La sentencia



Estas palabras no nacen del fuego de los acontecimientos. No son expulsadas desde el espasmo, la rabia, la ofuscación o la ceguera que conllevan algunas emociones. Estas palabras nacen de la reflexión que ofrecen el tiempo y la lectura tranquila, la confrontación de ideas con los amigos y la sedimentación –no la aniquilación- de las emociones más contundentes. Es decir, estas palabras no buscarán excusa en la alucinación de un corazón incendiado por la injusticia o cualquier cosa ñoña que se le parezca. No habrá atenuantes una vez puesto el punto final.

Esto es: Me da miedo el Tribunal Supremo. O parte de él. Me da pavor la impecable lección de venganza y tirria que ha sido capaz de concentrar en setenta páginas. Ahora sé lo que antes sospechaba: que esta institución tiene estómago y sufre de agrios reflujos ultraconservadores. Le deseo que el tiempo y la justicia popular y poética –la ordinaria se concentra en ella misma- le devuelvan la seca neutralidad que calcinó mientras se quitaba del camino a Baltasar Garzón y lo dilapidaba con once años como once sogas como once pares de zapatos de plomo. Y se lo deseo de corazón, porque no hay nada peor para un país que una justicia que se intuye desproporcionada y anticipada. Eso nos hace infinitamente frágiles. Así que pienso que esta sentencia es una mala astracanada que, lejos de hacer reír, provoca desconcierto, desamparo, indignación y una peligrosa orfandad judicial. Quienes están al frente de esta institución aseguran que el texto es impecable y que la honestidad de los jueces ha de estar fuera de toda duda. Pero esa parece una lectura tan inocentona y superficial que no me saca de la cabeza este pensamiento: la sentencia es la pieza clave de un puzzle decisivo. El que dibuja un ejemplar pellizco de nuestra corruptela política y sus aledaños: la absolución del dueto Francisco Camps y Ricardo Costa –y su previsible regreso a cualquier cargo público- por un tribunal popular dividido, la inminente petición de nulidad del caso Gürtel argumentando que Garzón cometió ilegalidades tal y como asegura el Tribunal Supremo y, por último, el noqueo de quien impulsó con determinación y responsabilidad la búsqueda de las víctimas del franquismo en cunetas, fosas comunes y demás sucedáneos de la vergüenza. Me pregunto si Fitch, Moody´s y Standard and Poor´s nos rebajarán la calificación de la deuda por ocurrencias como ésta. Me pregunto si es ahora cuando deberían rescatarnos de verdad, sacarnos del pozo de las parodias más dolorosas y enfrentarnos a nuestro propio reflejo deforme.

sábado, febrero 11, 2012

Gominolas con gintonics



Esto es lo que va a ocurrir esta noche:

Me voy a abrigar. En el bolsillo interior de la chaqueta: un paracetamol, un ibuprofeno y un monóculo. Todo esterilizado. Me voy a ajustar bien las pulseras y las patillas de las gafas. Mentiré a mi vecino: Hey, me voy a Arlington (Texas) a pasar la noche. Nada de mirarse en el espejo del ascensor. Eso es de guapos. Mi coche, negro obsidiana, va a esperar en la calle a que le llegue la escarcha. Welcome to Sundown, baby. Hay buena música, me dirá Manu. ¿Es que no me vas a abrazar?, preguntaré yo. Todo el mundo hablará de ese hombre que se sienta al final de la barra. (¿Qué hombre? Yo no veo ningún hombre. // Pues hay un hombre porque todo el mundo está hablando de eso). No sé si existe un cóctel que se llame martirio. Si no, es probable que lo inventemos esta noche por casualidad. ¿Temas de conversación? Los de siempre: Te llamé y no me lo cogiste / Esta canción es de nuestro viaje de estudios, ¿la recuerdas? / Pasa de esconderme el móvil esta noche / Oye, aquello de lo que te hablé, que al final sí / Vamos a bailar y déjate la vergüenza en casa. Estas temáticas y otras en la misma línea. Por propia experiencia puedo decir que a mí, gominolas con gintonics, lo que más.

viernes, febrero 10, 2012

Llegan las heladas


Esta mañana el termómetro marcaba -1ºC. Iba de camino al trabajo mientras Carles Francino hablaba en la radio. La verdad es que era impresionante ver el campo cubierto de escarcha. También los coches y la carretera. Pero sobre todo el campo. Blanco, frío, agrietado, prehistórico, crujiente. Francino comentaba la sentencia del Tribuanl Supremo a Baltasar Garzón. Once años de inhabilitación por haber puesto micrófonos en las macetas de la sala donde se reunían detenidos y abogados. Y qué detenidos y qué abogados. Género fino. Los mismos que se han estado llevando dinero público a manguerazo limpio. No soy el único que se siente así: me avergüenzo hondamente del Tribunal Supremo. Su sentencia hiere la reputación de este país. No es cuestión de simplificar, pero así está el panorama: Los delincuentes -que necesitaron de políticos corruptos- sin sentencia, los políticos corruptos -que necesitaron a los delincuentes- declarados no culpables y el juez -que cortó el mamoneo a estos sinvergüenzas- condenado. Lo peor que nos podía pasar ahora es que sacara los colmillos una justicia vengativa, recorosa y fuera de todo sentido común. Porque eso es mucho más destructor que cualquier crisis económica, que cualquier prima de riesgo, que cualquier rescate a la europea. Llegan las peores heladas que nos podíamos imaginar.

miércoles, febrero 08, 2012

Hipstamatic - Temario



Hay temas sobre los que no me gusta escribir. Porque no me siento cómodo, me ponen mal cuerpo, desordenan mi poca tranquilidad, evidencian mi profunda ignorancia, indagan en el cuarto de máquinas y me hacen confundir la memoria con la invención. Esas son las razones que yo doy por buenas, pero no incurro en la estupidez de descartar otras muchas, porque seguro que las hay. Ahora bien, que no me agrade escribir sobre esos temas no implica que deje de hacerlo. Si me apuras, todo lo contrario. De hecho, la incomodidad, el desorden, la evidencia de desconocimiento, la búsqueda en uno mismo y la verosimilitud de la mentira le hacen bien al escritor. Al menos en una dosis justa que no imposibilite el desempeño de un buen trabajo. Así lo pienso yo. Luego están, obviamente, los temas con los que un escritor se siente convincente, a gusto y nativo; esos líquidos inflamables que manipula con cierta tranquilidad y que, incluso, se atreve a combinar con un inquietante descaro, aun a riesgo de volarse las uñas; ésos que, aunque nos resulten repetitivos en algunos escritores, estamos deseando que vuelvan a ellos una y otra vez, estamos temiendo que los abandonen para siempre.

De estos últimos, yo tengo unos cuantos. Me reconozco muy cómodo cuando recreo en mi cuaderno escenas de un western. Escenas que, por lo general, poco tienen que ver con el clásico duelo a vida o muerte, la pelea enredada en el saloon o el atraco a una diligencia jadeante. Supongo que ése es uno de mis líquidos inflamables. Me encanta, además, hacer que un personaje literario irrumpa con violencia en mis textos cuando menos me lo espero o cuando menos me lo merezco. Por ahí andan Holden Caulfield, Santos Bueno o Geoffrey Firmin poniéndome las cosas difíciles y sacándome de apuros. Hay más temas, claro. Las noches de verano en las que cuesta romper la membrana del sueño, la opulencia negrísima y brillante de Scott Fitzgerald y Zelda Sayre, la coctelería más seca y austera, las conversaciones plagadas de elipsis que hilamos mi padre y yo, los asesinatos múltiples en mi pretenciosa urbanización y los libros sobre ciudades a las que nunca viajaré sobrio. Lo que no termino de tener claro es qué le interesa más al lector. Si los temas que me secan la saliva de un solo puñetazo o los que dan cobijo y alimento a mi comodidad. La mezcla de ambos. O ninguno de los dos. No sé, la verdad. No obstante, puede que me importe muy poco.


lunes, febrero 06, 2012

Mis mascotas



Esta mañana ha ocurrido. Mientras tomaba café en casa, un perro negrísimo ha abandonado su cesta y se ha echado junto a mí. Yo siempre había imaginado que eso ocurriría. Pero nunca tan pronto. Se ha tumbado, ha colocado una de sus patas sobre mi pie derecho y me ha estado mirando todo el rato. Durante un momento, he conseguido ser una persona más o menos tranquila. Le he contado que mi mascota siempre ha sido una cafetera. Roja y eléctrica. Por suerte prepara el café muy caliente y apenas me da problemas, le he dicho mientras le manoseaba las orejas. Obviamente no me ha entendido. Pero es así. Tienen que saber que hay quienes piensan que toda cafetera es lo que es y punto. Nada más. Bueno. Me alegro. Pero no me confundan con ellos. Tengo ganas de llegar a casa.

miércoles, febrero 01, 2012

Hipstamatic - Teletienda


Señores espectadores, bienvenidos a la teletienda. Hoy les ofrecemos un producto francamente irrechazable. Incluso francamente necesario y francamente inaplazable. Estamos convencidos de que no viven ajenos a la coyuntura económica mundial. Habrán observado que los pájaros no entonan como es debido, que la vegetación no colorea con la intensidad esperada y que la afonía es ya una pandemia en nuestro país. Esto es el fin del mundo, habrán susurrado en más de una ocasión. Y quizá, todo hay que decirlo, no les falte ni una pizca de razón. Por eso hoy es un día importante. Hoy, señores clientes, ponemos a su disposición un producto francamente extraordinario. El producto que nunca habían imaginado, pero que siempre desearon poseer. Conózcanlo. Sólo les pedimos un pellizco de su tiempo. Apenas unos minutos. Les vamos a hablar, oh, sí, oh, baby, del gran Paquete de Medidas (PdM). Que suene la música y que pase la azafata, por favor. Ahora comienza lo bueno. Mírenlo. ¿No es una maravilla? Han de saber que el resultado final de este nuevo producto es consecuencia de un laborioso y concienzudo proceso en el que han participado activamente los hombres más poderosos y ricos de este país. Francamente portentoso. Compacto, ajustado, completo, equilibrado. Hace años que no se ve nada igual. Emociónense. O no. Esperen. Antes de eso, vayamos más allá. Examinemos el interior del novedoso Paquete de Medidas (PdM). Como podrán comprobar, no falta ni un solo detalle. Basta abrirlo para disfrutar de una centelleante subida de impuestos que otorga un protagonismo merecido a las clases medias asalariadas. Nuestros creativos le han puesto nombre: “Recargo Temporal de Solidaridad”. Que suene la música de nuevo. Esto es muy grande. Sí, señores clientes. Porque hay muchísimo más. Nuestro equipo de expertos ha decidido incluir en este fabuloso lote –y no se lo van a creer- la supresión de los doscientos diez euros de ayuda al alquiler para jóvenes, la reducción de subvenciones y préstamos en I+D+I, la congelación de la tasa de reposición de los empleados públicos, el aplazamiento de la Ley de Dependencia y la congelación del salario mínimo profesional. Perdonen que me emocione, pero es que resulta francamente insuperable. Y más aún después de decirles esto: por el mismo precio, sin gastos de envío añadidos, a los primeros 46.081.574 habitantes de España que descuelguen el teléfono y nos llamen, les incluiremos un pedazo de reforma laboral que bien le va a costar a Rajoy una señora huelga. Francamente esperpéntico.



lunes, enero 30, 2012

Un oscuro asunto de cine y apuestas



Mi padre tiene un punto Clint Eastwood. Es efectivo con la mirada, sin embargo con el movimiento de brazos no alcanza la excelencia. Es verdad. Imagino que le iría bien un poncho como el que le calzaron en El bueno, el feo y el malo. Su expresión ganaría fuerza. Pero me temo que no se va a dejar, que es muy suyo. Ayer le dije que iba a ver la última de Clint. ¿Clint?, me preguntó. Tú eres tonto, añadió. Luego estuvimos hablando de las novelas del oeste que leía hace veinte años. Las llamó western y yo no me reí por si me soltaba un guata a la velocidad de la luz. Recuerdo que las guardaba bajo la almohada para que yo pudiera curiosearlas cuando él no estaba en casa. O eso imagino. Prácticamente todas las portadas eran amarillas solar y mi madre se las intercambiaba por otras que, en muchas ocasiones, ya había leído. Hoy me pasaré por casa para decirle que no me ha gustado la película. J. Edgar. Los personajes parecen a punto de derramarse de tanto maquillaje postnuclear, la historia quiere apretar pero sólo abarca y ese John Edgar Hoover está muy desaprovechado. Sé que él me dirá que es hora de que se atreva con un western de los humildes. Que piense lo que quiera. Lo bueno es que le pedí un pronóstico para el Málaga-Sevilla y acertó. Y como le tengo confianza, aposté veinte euros. Así que me he ganado unos cuarenta euros, sin contar la inversión.  

jueves, enero 26, 2012

Desórdenes (2)

A ver cómo te lo digo. Todo empezó con un par de filetes de atún a la plancha. Riquísimo, oye. Algo menudo y pasado de espinas, la verdad, pero fresco como un madrugón. Me lo recomendó la propietaria del bar donde suelo desayunar. Oye, Juanma, que tal y cual. No pude resistirme. Se me hicieron las cinco de la tarde relamiéndome como un gato. Que si natilla con galleta, que si café solo y que si digestivo de raíces en peligro de extinción. Tibio, tibio. Con decirte que me envalentoné tanto que, en lugar de asistir a la siesta que tenía concertada, me puse una película. Y ahí vino lo gordo. Old boy. Coreana. De Park Chan-wook. Creo que basada en una historia manga. En versión original (VO), subtitulada, tela de cultureta. 7,9 en Filmaffinity. Yo qué me iba a imaginar que esa película es de Esas películas. A los tres cuartos de hora ya se me movían todos los dientes. Brutal. Qué manera de dispararme la mente a la hora de la siesta. No puede ser sano. Esta película no es de contar ni de decir si es del oeste o de crítica de la sociedad contemporánea. Esta película es para ver después de clavarse un par de filetes de atún fresco.

miércoles, enero 25, 2012

Hipstamatic - Tiempo



Lo ha metido en el trastero. Estaba hasta arriba de cachivaches y mierda, así que, para que tuviera cabida, ha tenido que sacar un par de bicicletas y una tabla acolchada de gimnasia. Lo ha dejado en el trastero porque la casa no es un buen lugar, no pillaba lejos y lo importante era ganar algo de tiempo. Tiempo para pensar. Haz ganar tiempo a la gente y no tardarás en ser multimillonario. Eso piensa él. Pero claro, no sabe cuál es la fórmula para conseguir ese tiempo. Y menos ahora. Así que tampoco puede aplicársela. Por lo pronto, lo ha escondido ahí y está pensando. Primero en cuál es el siguiente paso que tiene que dar. Luego en todo lo demás. Y ese todo lo demás se supone que tiene que concentrar cómo cojones acaba uno metido en una situación así. Porque era una mañana de sábado bastante buena. El café humeaba sobre  la mesa y la mantequilla se untaba con mucha facilidad. Apenas era necesario pasar el cuchillo por el endeble pan de molde. Cuando él salió a la terraza y le preguntó al tipo del cortacésped si podía dejar eso para más tarde, nunca imaginó que un rato después estaría en la puerta del trastero, intentando ganar algo de tiempo. Incluso, de haberlo imaginado, le habría resultado incoherente. Hasta a mí, que soy una especie de narrador omnisciente, me habría parecido un episodio sin pies ni cabeza. Pero, a veces, las cosas no ocurren. Las cosas trituran. Así que el primer sorbo de café le resultó delicioso. Cuando ese trago abandonó la lengua y atravesó la garganta, fue capaz de saborear su color negrísimo. En el jardín, mientras tanto, el tipo del cortacésped continuaba gritándole. Lo llamaba hijo de puta y señoritingo de los cojones, pero el ruido del motor no dejaba que esas palabras llegaran muy lejos.  Hacía una mañana de sábado tan buena, que volvió a hacerse una tostada y pensó en la única camisa blanca que tenía limpia y planchada. Fue al frigorífico y buscó la mermelada de pomelo. La olió detenidamente antes de empezar a untarla. Entonces, se agotó todo su tiempo. El pasado y el futuro. Ese tiempo que transcurrió en sonar el timbre, abrir la puerta, sentir un guantazo y hundir instintivamente el cuchillo de untar en el oído del tipo del cortacésped. Porque ese tiempo se hizo infinito hasta quedarse en nada.   

martes, enero 24, 2012

Sundown



Escribí esto hace algunos años:

Hay cafeterías, teatros, jardines y playas que acaban siendo el meridiano cero de su ciudad. Es decir, cualquier punto que vayas a fijar en un callejero cobra sentido cuando trazas la línea más corta que lleva a ese espacio-Greenwich. A partir de ese momento es más sencilla la orientación y el paso más liviano. Conozco algunas cafeterías o pubs que han llegado a trazar esa línea en algunas ciudades. Son el caso de ‘La Carbonería’ en Sevilla, ‘La Comuna’ en Córdoba o ‘El Piso’ en Málaga. Lugares que uno no tarda en darle categoría de muesca en el horizonte, como lo fue el lunar sobre el labio de Marilyn. En Almería parece estar claro que el gran espacio-Greenwich es el Parque Natural de Cabo de Gata. Todo las posibles líneas de huida son irradiadas por ese impresionante animal de piel dura y ojos brillantes. Pero quizá necesitábamos un punto que se extendiera sobre sí mismo en cuanto llegara la puesta de sol, que nos engatusara y metabolizara la sal de nuestro cuerpo, que nos diera de beber cuando nos queda casi todo por decir. Ese lugar ya es una realidad. Se llama Sundown Coffee Hall y se broncea en el Paseo Marítimo de Cabo de Gata (www.sundowncabodegata.com). Tiene el mismo peso atómico que el oxígeno y el hidrógeno, y su fotosíntesis no dista demasiado de la de cualquier planta rica en clorofila: cócteles, carta de vinos y cervezas, tapas de cuidada elaboración y un atractivo diseño del espacio y su mobiliario. Un lugar que no tiene pérdida para los que buscan el extravío, las últimas horas del día y la línea más corta que lleve al meridiano cero. Aconsejo que, si deciden ir, lo hagan a la hora de la puesta de sol. Es probable que también le den la categoría de muesca en el horizonte. Si sucede así, me gustará saberlo. Déjenlo escrito en La casa del nadador.

SUNDOWN - NUEVA APERTURA - 27 DE ENERO - CABO DE GATA

domingo, enero 22, 2012

Desórdenes



Concentrar toda la noche en el whatsapp de la mañana. Acariciarle la nuca a la cafetera express de cápsulas inteligentes. Planchar de mala manera la camisa de cuadros azules. Abusar del suavizante en la primera lavadora del día. Saludar desde la terraza a un tipo que conduce un enorme cortacésped. Triturar todo lo que tiene que triturar. Pasar de kilómetros a días, horas y minutos. Recibir la buena noticia de que todo sigue igual aquí y allí. Recordar que ha soñado que tenía bigote y ranchera. Meterse una sobredosis de Houellebecq. Despertar en el suelo de la cocina. Gastarse dos euros en lavar el coche. Apostar a que siempre llevó razón. Asumir la importancia de la vida inalámbrica. Repetir aquí y allí.. Golpear con un palo de golf al tipo del cortacésped. Dejarlo inconsciente. Esconderlo en el trastero. Preparar un zumo con naranjas recién compradas.

viernes, enero 20, 2012

Excelencia Almería



Mi comida favorita es esa tajada de carne que mi madre saca de la paila y me da a escondidas minutos antes de que el arroz con conejo esté en su punto. Trapicheo gastronómico. No he encontrado nada más sabroso y alucinógeno en mi vida de futuro hipertenso. Así que sí, podéis llamarme romántico, poeta y místico. Lo encajo todo. Porque hoy se presenta en FITUR la nueva edición de Excelencia Almería. Esa guía de restaurantes y hoteles que es más que una guía de restaurantes y hoteles. Es una alacena y un mapa del tesoro. Un canasto de regaliz cuando tienes antojo de regaliz. Una cama con sábanas de algodón a estrenar un viernes por la noche. Y, sobre todo, un libro que no tiene wifi porque no le apetece. Así de claro. Si tú eres una persona de datos porque te gusta parecer interesante y siempre que sueltas un nombre lo acompañas con el primer apellido, eres de los míos. Así que te diré que la portada es del fotógrafo José María Mellado, el diseño de Charo González y Manu Muñoz, la dirección de Kiko González y Miguel Ángel Muriana y el prólogo de un servidor. Un servidor con barba que siempre quiso dedicarse a poner y quitar estrellas michelín en restaurantes donde uno pasa tensión catando el vino junto al sumiller (sommelier). Estará a la venta a partir del lunes. Si queréis más información, hacedme un llamacuelga.

jueves, enero 19, 2012

Philip Roth y el Real Madrid-Barcelona



Me vais a perdonar la pedantería. O no. Pero a mí los Real Madrid–Barcelona me recuerdan a las novelas de Philip Roth. Son buenísimas y tal. Lo que pasa es que algunas se parecen tanto entre sí que ya se me han enredado en la memoria. Y que conste que no me quejo. Que Philip Roth es un crack y si tiene que repetir, pues repite lo bueno: un viejo que se folla a tías más jóvenes que él y, además, tiene tiempo de tratar la política norteamericana, la hipocresía tontaina, la próstata castigada, la sociedad circundante, la cultura académica y la comprensión de uno mismo. Y así en un puñado de buenas novelas en formato bolsillo y tapa dura. De modo que, en un par de semanas, me volverá a pasar. No sabré cuál fue ese clásico en el que a Pepe se le fue la perola, Mourinho la cagó, Guardiola lució su buenismo, al Madrid no se le levantó, el Barcelona salió desnortado al césped y yo bostecé de tanto como me sonaba la función. Todo enredado en la memoria. Mi madre, pongan la película que pongan en la tele, siempre me dice: quita esa que ya la he visto. Ayer lo dijo cuando vio que el Barcelona marcaba el segundo. Cambié de canal, claro.

miércoles, enero 18, 2012

Hipstamatic - El juego

Lo despertó en mitad de la noche y le preguntó la hora exacta. Era un juego estúpido que siempre consistía en lo mismo. Ella lo despertaba y le pedía que adivinara algo. Entonces, él decía una cifra, un color, una idea o una fecha, y minutos después ya estaban durmiendo de nuevo. Le aproximó su boca a la nuca y preguntó en voz baja si era capaz de decir la hora exacta. No te gires, no mires el despertador, no te lo pienses mucho. Él no tenía ni idea de por qué hacía eso. Al principio, cuando empezaron a dormir juntos con cierta regularidad, curioseó un par de veces y sacó el tema, pero ella se hacía la despistada o, sencillamente, le restaba importancia con alguna burla. Esa noche, como tantas otras noches, al sentir que una pregunta volvía a cosquillearle en la nuca, permaneció con los ojos cerrados y buscó una respuesta al azar. Se había acostumbrado a no acertar nunca, así que dejaba escapar la respuesta como una burbuja, sin apenas mover los labios, para que ella, en cuanto la escuchara, se abrazara a él hasta caer en el sueño. Llegó a preguntar por la edad a la que le vino la menstruación, la nota de selectividad, los puntos de su única cicatriz, el sabor que le había venido a la boca, el dinero que había dejado sobre la mesa o la palabra en la que estaba pensando en ese momento, por poner algunos ejemplos. No te gires, no mires el despertador, no te lo pienses mucho. Y él contestó que eran las cinco y dos de la madrugada. Jamás habría sospechado que su respuesta iría seguida de una nueva pregunta. ¿Estás seguro? Porque  los juegos estúpidos flotan en la misma charca que los mínimos desastres; esos que crujen sin escándalos ni grandes hemorragias.  Sí, digo que son las cinco y dos. Entonces ya no hay vuelta atrás. Porque las reglas de los juegos están para que sean asumidas y cumplidas. Por muy gilipollas y poético que sea el invento. Y si coincide la respuesta con la hora que el despertador escupe sobre la mesilla, coincide. Y si se determinó que esa coincidencia, en su ridícula simbología de juego poético, iba a significar que él ya no la quiere, pues no la quiere. Así que ella le hizo la última pregunta. ¿Es que ya no me quieres? Y él le contestó.