miércoles, noviembre 21, 2012

Hipstamatic - Altamente improbable


Está en la habitación de los libros. Atado de pies y manos y con una buena mordaza de trapo grueso. A primera vista pudiera parecer algo adormecido, pero quiero dejar claro que yo no le he suministrado sedante alguno. Quizá se trate del trastorno y el sopor propios de este tipo de refriegas. No lo sé. O del miedo. Porque yo también lo tendría. Pero que conste que no ha habido narcóticos de por medio: no tengo nada de eso en mi cajón de las medicinas. Además, no me alegro de que todo esto haya desembocado en una situación tan comprometida, ni creo que ustedes vayan a aprobar mi comportamiento. Me conformo con que al menos reconozcan que lo Altamente Improbable también ocurre, forma parte de nuestras vidas y que, antes de que tenga lugar, muy difícilmente uno es capaz de pronosticarlo. Partiendo de ese hecho, estoy dispuesto a firmar mi confesión.


Confieso que he secuestrado a un hombre. Lo tengo atado y amordazado en la habitación de los libros. Y poco es para lo que verdaderamente se merece. Al principio, yo esperaba sentado en la fila dieciséis y él en la fila quince de la sala cuatro de esos cines que tenéis en mente. Todo estaba oscuro, así que ni sospechaba la cara de capullo de la que era poseedor. Sí puedo decir, en cambio, que dejaba muy claro cuál era el lugar preciso que ocupaba en este mundo: chascarrillos en las escenas trascendentales, confidencias salivosas al oído de su acompañante y comentarios cinéfilos a la altura de un tertuliano de Garci: “¡Chiquillo, no abras esa puerta!” o “Los regalices lo tenías tú, ¿no?”. En mi defensa diré que siempre me he considerado una persona paciente y comprensiva con la estupidez rechoncha de quienes suelen hablar en el cine. Pero su obligación era tener el móvil en silencio y, por supuesto, no atender bajo ningún concepto esa llamada en mitad de la sala. Ni siquiera simulando una afonía. Cómo cojones hay que explicarle a esta gente que en el cine no se atienden llamadas. ¿Tan difícil es asumir que no se trata del salón de su casa? Individuos como el que tengo en la habitación me sacan de quicio. Terminan buscándonos problemas. Yo digo que desencadenan en mi vida –quizá también en la tuya- episodios Altamente Improbables. Os juro que hasta que no iba de camino a casa con el tipo metido en el maletero no he sido consciente de que algo así estaba ocurriendo. Como tantas otras veces, claro.

miércoles, noviembre 07, 2012

Hipstamatic - La fiesta salvaje


Hoy se inaugura lo que llevas esperando todo el año. Para ser más exacto, la Feria del libro, del disco y del cómic. Todo bien agitado y mezclado en la Plaza Vieja de nuestra ciudad. La verdad es que no me disgusta que libros, cómics y discos sean secuaces de una misma historia. Es más, me encanta la idea y habría agradecido la necesaria incorporación del vino a esta gran fiesta. Lo digo en serio. Feria del libro, del disco, del cómic y del vino. No. Espera. Feria del libro, del disco, del cómic, del vino y del caballo. Mejor aún: Feria del libro, del disco, del cómic, del vino, del caballo y exponovias. No me digan que no. Íbamos a petar el panorama. Seguro que la plaza reventaba en bullicio y el ochenta y cuatro por ciento de los almerienses viviríamos los cinco días más felices de nuestra vida. Pero bueno, ahora mismo es lo que es, tenemos lo que tenemos, se trata de lo que se trata, hablamos de lo que hablamos y nos centramos en la Feria del libro, del disco y del cómic, que, como fiesta que es, puede acabar en una celebración tremendamente salvaje. ¿Qué no me crees? Eso ya ha ocurrido, hombre de dios. Cuando Luis Alberto de Cuenca, Loquillo, Sergi Arola, Soledad Puértolas, Javier Reverte, Manuel Rivas, Maite Dono, Félix Romeo, Harkaitz Cano, Estíbaliz Espinosa, Juan Bonilla, Antonio Orejudo, Juan Madrid y muchísimos más se paseaban por La Rambla de nuestra ciudad a finales de mayo y principios de junio. Se hablaba de cine, de música, de moda, de cocina, de literatura, de cómic y de graffiti. Aquella cosa rara –nostalgia pura- se llamaba Lilec. Festival del libro y la lectura. Y algún día, cuando todos seamos un poco más viejunos, haremos otra fiesta –también tremendamente salvaje- para decirles a los más jóvenes del lugar que Lilec fue la repanocha, y así aprovechar y hacer entrega de una genuina espada láser a sus inventores: Ana y Pedro. Al menos yo lo creo así. Ahora le toca tirar los dados a la nueva versión de nuestra Feria del Libro. Ya sabéis, libros, discos y cómics. Y le deseo toda la suerte del mundo. Corren tiempos muy difíciles para aquellas cosas que merecen la pena, así que no estaría de más que nos pasáramos por la Plaza Vieja a manosear algunos libros y escuchar música en directo. Y si llueve, pues mejor. De hecho, mira tú por dónde, se me acaba de ocurrir: ¿qué te parece si quedamos?

lunes, noviembre 05, 2012

Hipstamatic - Señales


Estamos saliendo de la crisis. Ya sabes que no lo digo yo. Lo afirma nuestra ministrísima Fátima Báñez. Ella, que es de córnea fina y fibrosa, ve señales esperanzadoras donde otros vemos una mancha de humedad con forma de entidad divina. Las ve con nitidez. Sale del sueño, deja caer suavemente sus párpados y lo vislumbra todo. Lo tiene claro-clarinete. No se trata de un optimismo vacío. Es el relato de la realidad circundante. La Realidad con mayúscula inicial. Gorda y oronda. La suya. Pero también la tuya y la mía. La nuestra. Y ojo ahí, porque no estamos hablando de cualquier enunciado: “estamos saliendo de la crisis”. Repítelo en voz alta y sujétate los dientes. ¿Cómo suena? ¿Raro? ¿Se te ha puesto cara de gilipollas? A ver, no te ofusques. Lo que pasa es que nosotros no sabemos mirar la realidad circundante de esa manera. No estamos acostumbrados a muscular nuestra córnea del mismo modo que ella lo hace. Es como dar cera y pulir cera, pero con los ojos. Si los trabajamos a diario y de esa forma específica nos pasará exactamente lo mismo que a nuestra ministra de Empleo. Es decir, que donde ahora sólo vemos más de cinco millones y medio de desempleados, conseguiremos vislumbrar una señal esperanzadora, una luz inmaculada al final de un camino oscuro. Voy más allá con lo milagroso del asunto. Que cuando contemplemos sobrecogidos las imágenes de familias desahuciadas por cajas y bancos, podamos advertir en sus gritos la salida de esta emponzoñada crisis financiera. Y que nada más leer los testimonios desesperados de quienes se quedan sin el apoyo de la Ley de dependencia, o de esas personas que tienen que recurrir a un banco de alimentos para salir adelante, seamos capaces de atisbar en su sufrimiento y rabia un horizonte azul, tenso y humano. Entonces, y sólo entonces, lo podremos decir tal y como lo afirma ella. Estamos saliendo de la crisis, no es un optimismo vacío y es el relato de la realidad. Uno, dos y tres. Crisis, optimismo y realidad. Ahora bien, mientras no ejercitemos la musculatura de la córnea, el iris y la pupila no estaremos en situación de ver las evidentes mejorías. Y se nos seguirá poniendo cara de gilipollas cada vez que el ministro de turno tenga tan poco apego a la calle que se atreva a decir una barbaridad como la que nos ha regalado Fátima Báñez.