lunes, enero 28, 2008

Rafael Reig a diario

Los fines de semanas

Soy un adicto a los fines de semanas por muchas razones. Algunas de ellas las intuyo muy compartidas por un elevado porcentaje de la población activa. Sin embargo, hoy quiero detenerme en una en concreto: los periódicos y su infinita descendencia.
A diferencia de muchos de los lectores asiduos a la prensa diaria, a mí no me molesta que las publicaciones de fin de semana lleven adosados suplementos, colecciones enciclopédicas, artículos de higiene personal, cuberterías de diseño y películas y compactos del más diverso pelaje. Si acaso todo lo contrario. Me genera una especie de euforia que no debe ser muy sana a ojos de según quién y qué casilla marque en la declaración de la renta.
Es así. Los fines de semana se articulan en torno a la lectura del ‘Babelia’, ‘El Viajero’, ‘El País Semanal’, el ‘ABCD las Letras’, ‘Negocios’, además de los correspondientes periódicos sin los que aquéllos no serían lo que han acabado siendo. Evidentemente, como no puede ser de otra forma, selecciono y desecho información a mi libre antojo, e, incluso, cuando mi motivación es alta, recorto y pego fragmentos, llevado por la estúpida creencia de que podré leerlos en cualquier otro momento. Pero, en la fugacidad propia de la prensa diaria, no hay cualquier-otro-momento. Sólo ése. El mismo en que decides que esto lo lees ahora o, probablemente, ya no vuelvas nunca atrás.

El resto de semana

La fidelidad que dispenso a los periódicos del fin se semana no suele ser la misma que la de los días de madrugón. Aunque siempre compro un diario –mínimo-, opto por darme un garbeo por la versión digital de alguno de ellos, dejar algún comentario entre centenares de comentarios y enviar vía mail a los amigos alguna noticia que probablemente ya hayan leído. Todo esto variable y dependiente de mi estado de ánimo, del trabajo acumulado y de los plazos de entrega. Por rachas, vamos.
Creo que si un buen momento, por pequeño que sea, justifica el resto del día, la lectura de un artículo brillante suele convencerme de que mereció la pena comprar el periódico e invertir el esfuerzo de rastrear en su interior. Por eso no dejo escapar las colaboraciones de Juan José Millás, Kayros, Antonio Orejudo, Javier Cercas, Vicente Verdú o Antonio Muñoz Molina, por mencionar algunos. Porque creo que apuesto sobre seguro.
En este mismo sentido, la mayor alegría de todas me la ha traído el nacimiento del nuevo periódico ‘Público’. Nunca le estaré lo suficientemente agradecido a Ignacio Escolar –el que fue director adjunto de La Voz durante algún tiempo- por contar en sus filas con Rafael Reig y ponerlo al frente de las cartas de los lectores.
Siento adicción por la literatura de Rafael Reig desde hace tiempo. Sus novelas ‘Autobiografía de Marilyn Monroe’, ‘Sangre a borbotones’ o ‘Manual de literatura para caníbales’ son tan buenas que siempre me acabo preguntando por qué a este tipo no lo mencionan todo lo que debieran cuando hablan de los escritores de su generación. Él, junto a tres o cuatro escritores más, como Lorenzo Silva, Antonio Orejudo, Martínez de Pisón y Juan Bonilla, constituyen una minúscula caterva cuyos resultados son verdaderamente difíciles de cuestionar. Se habla de futuras y pujantes generaciones transgresoras y posmodernas, y, paradójicamente, es justo ahora cuando ellos han empezado a dejar ver lo que son capaces de dar. Y en verdad provoca vértigo.
No sé si la participación de Rafael Reig en ‘Público’ le va a suponer un mayor número de lectores en lo que a sus novelas se refiere. Ojalá sea así, porque bien merecen la pena. En cualquier caso, estoy de celebración porque puedo leer a diario los artículos con los que responde a los lectores del nuevo periódico, y disfrutar así de su ingenio, ironía, malaleche, tino, desequilibrio, incomodidad, sentido del humor, transparencia, descaro, precisión y calidad. Si Charles Foster Kane siguiera vivo, no les quepa la menor duda de que lo intentaría fichar para su aventura en el ‘The Inquirer’. Otra cosa es que él se dejara hacer.

Juan Manuel Gil

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Ha sido un auténtico descubrimiento Rafael Reig. No lo conocía hasta que lo leí en "Publico". De hecho, no sabía que era novelista. Probaré suerte. Gracias, Juanma.

Juan Manuel Gil dijo...

de nada, lorena. ya me contarás que te pareció su lectura. si te va el rollo filólogo irreverente te recomiendo 'manual de literatura para caníbales'.

Anónimo dijo...

Qué gustito, estimado Juan Manuel, el domingo por la mañana, el café recién hecho, las tostadas, el zumo de naranja, el sol inundando el porche, y tres o cuatro periódicos abiertos a la vez. Tienes razón, qué placer. Esos reportajes fotográficos en los suplementos, esas miradas, digamos reconstituyentes, de los modelos…, empiezo la semana como nueva! Me gustaría felicitarte además por tu defensa de la figura del “escritor-periodista” (o colaborador en prensa): comparto la conveniencia del pluriempleo tan enriquecedor…; pero hoy, además, me veo obligada, si me lo permites, a darte un pequeño tirón de orejas, como creo que ya hice en otra ocasión. Me cuesta mucho, no creas, pero estás en una tribuna muy alta y sólo por eso tu responsabilidad crece. Me refiero a que en la larga lista de nombres que propones como autores imprescindibles que extienden su magisterio a los diarios no citas ni una sola mujer. ¿Tan difícil era incluir a Rosa Montero, Maruja Torres, Elvira Lindo o Almudena Grandes? Comprendo que sus columnas caigan fuera de tu órbita, pero al menos citarlas también como ejemplo de “novelistas-periodistas” no hubiese estado mal. En fin, te pido disculpas por haberme tomado la libertad, por favor, no tengas en cuenta el pescozón, es más una caricia de admiradora.

Te confieso, estimado Juan Manuel, que me deslumbran algunos textos de Rafael Reig (por cierto, me pareció leer Rafeal en tu titular), aparecidos en “Público”: los incómodos. Las novelas o ensayos son otra cosa, ay, no sé, me dejan un poco igual. En concreto, “Manual de literatura para caníbales” me resultó facilón, previsible, mira lo que te digo, no creo que sea para verdaderos caníbales, lo recuerdo más en el rollo Perseo explicándonos a todos quién es Roger Wolfe.

Y bueno, aquí se me juntan por arte de magia Rafael Reig y Perseo. Transcribo el final de una entrevista a Rafael Reig, publicada en el verano de 2006, en el número 12 de la “Revista Teína”. Seguro que te suena familiar, pero a los demás lectores les ruego que comparen con el último comentario de Perseo al artículo de nuestro Juan Manuel sobre los haikús.

“Finalmente, me gustaría saber si cuando te pones a escribir una novela lo haces desde la más absoluta humildad o sintiéndote un genio.
Hay que ser muy soberbio para ser humilde. Cuando escribo me siento un genio, igual que cuando voy a tomar copas con amigos, pero no me hago demasiado caso ni me tomo a mí mismo en serio. Que yo me sienta o no un genio da lo mismo, porque lo importante es hacer una novela y, para eso, cuanto menos haya de mí mismo, mejor.”

La verdad es que sobran palabras. Pero no me resisto a decirle a Perseo, siempre entre risas, que por ahí va bien, acusando a los demás de copiar, cuando él se dedica al plagio puro; por favor Juan Manuel, habla con él, explícale que eso es delito, que sí, que hacer dictados de “Platero” puede ser mejor, que hay otras opciones, otras formas. Pero qué travieso, si en el fondo me divierte. Lo único que me preocupa de verdad es que quizás me ha tenido siempre engañada, que el Perseo del que yo andaba enamorada sólo era un pobre “copioypego”, y que ese estilo peculiar que admiraba no está en su dicción, sino en su ratón. A no ser, claro, que Perseo fuese el señor Antonio Orejudo jugando a reconstrucción.

Andrómeda

Juan Manuel Gil dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Manuel Gil dijo...

menudo comentario, amiga andrómeda. así me gustan a mí. con enjundia: felicitaciones y tirones de orejas guión pescozón guión caricia de admiradora.

uno. sí, yo también creo en el pluriempleo del escritor. me ha deparado grandes momentos, por suerte, como lector y como escritor. de hecho, los grandes artículos que guardo en la carpeta de grandes artículos están escritos, en su mayoría, por escritores-colaboradores. pero es que yo soy así de raro.

dos. tienes razón. debí incluir alguna escritora. es lo justo. eso es indiscutible. así que prometo añadir en un comentario a esta entrada los nombres de las escritoras/articulistas que me gustan. las que tú nombras: sí, pero no. ya sabes.

tres. no estoy de acuerdo en lo que dices sobre 'manual de literatura para caníbales'. ¿facilón? ¿previsible? no lo creo. mejor dicho, pienso que no es así. sería cuestión de discutirlo.

cuatro. [...]

cinco. ya que mencionas a antonio orejudo, aprovecho: un saludo, antonio.

Anónimo dijo...

Amigo Juanma, te pido disculpas de antemano. Te aseguro que lo de medirme iba totalmente en serio. De hecho, he estado tentado de no escribir, pero es esta maldita incontinencia verbal...

Como diría Curri, querida Andrómeda, hacer lo que debería hacer es como si Borges explicara a lo que se refería en la casa de Asterión. Además, ha quedado suficientemente claro que tú no necesitas explicaciones párvulas, así que no voy a masticarte las motivaciones y los porqués. Sólo una reflexión: alguien me dijo alguna vez que para escribir había que leer mucho y luego olvidarlo todo. Yo le creí y me afané en lo del olvido. Luego alguien me dijo que escribir es como hacer un cocido en el que todo cabe, y me metí a cocinero. Ni siquiera me he molestado en cambiar una sola letra ni un signo de puntuación de las palabras de RReig, amiga Andrómeda, así que te lo puse fácil...

Juan Manuel Gil dijo...

amigo perseo, me entristecería pensar que te estás conteniendo. esta casa es tu casa desde un pricipio, por cierto, se nota que los talleres que da orejudo crean auténtica escuela.lo del cocido es un uno de sus hits.

Anónimo dijo...

Querido juanmita:

a veces leo el blog de rafa reig, me divierto mucho con los comentarios que le hacen y de cómo los contesta, también me gustan mucho las fotografías que sube, sobre todo cuando son polaroids viejas.

cuando has contestado a Perseo mencionando los talleres de Orejudo me he acordado de los buenos momentos que pasé yo en tu taller. creo que nunca me atrevería a ir a uno de Orejudo, es una persona que me da miedo.


Por cierto, te adjunto este vídeo, puede que no venga a cuento pero merece la pena.

http://www.youtube.com/watch?v=5OIIZ6-zjjc

Juan Manuel Gil dijo...

yo también soy lector asiduo del blog de rafael reig. disfruto mucho paseando por ahí. que si mundanzas, que si viejos tiempos, que si cumpleaños, que si estados unidos...
gracias luna, yo también me lo pasé bien en el taller. tú lo sabes. es una lástima que no se retomara o le dieran continuidad a esa actividad.

eugenio es el rey.

Anónimo dijo...

Mantener el nivel como tú haces cada semana es un gran alivio para quienes compramos el periódico en domingo y alargamos el desayuno hasta el almuerzo. Felicidades.

Juan Manuel Gil dijo...

mil gracias, miguel. no pierdas las buenas costumbres de los domingos. por qué no llegar hasta la merienda o la cena. para qué están los domingos si no.