Hoy en día, podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que el grado de modernidad de una gran ciudad se puede cuantificar atendiendo a lo que no se ve a primera vista. Es decir, a los soterramientos. Tiren de memoria y díganme qué gran ciudad europea no ha confinado gran parte de su actividad diaria en la esfera de lo subterráneo. Madrid, París, Moscú, Londres. Metro, cercanías, autovías, alcantarillas, aparcamientos, fosas sépticas. La cuestión es ésa: una gran ciudad ha de tener el corazón horadado, acribillado, taladrado, hecho unos zorros, porque de esas galerías subterráneas emana la fuerza que después genera el movimiento en la superficie.
La clase política almeriense –en general- hace ya bastantes años que se percató de los beneficios terapéuticos de la palabra soterramiento. Y la ha frecuentado tanto y de tan distintas maneras que la ha vaciado de semilla. Curiosamente, ayer mismo se publicaba en este periódico la posibilidad de que el Paseo de Almería fuese peatonal, como ocurre con algunas avenidas emblemáticas de otras ciudades, ensoñación que a los comerciantes le parecía ‘estupenda’. Cuando le preguntaron a nuestro alcalde, dijo: ‘Para peatonalizar el Paseo haría falta soterrar todo el tránsito que circula por esa calle. Es posible, pero cuesta mucho dinero’. Y ahí nos calzó nuevamente la palabreja. Y es que si un equipo de gobierno la verbaliza, genera unas ondas concéntricas de carácter balsámico que le asegura la posteridad.
La clase política almeriense –en general- hace ya bastantes años que se percató de los beneficios terapéuticos de la palabra soterramiento. Y la ha frecuentado tanto y de tan distintas maneras que la ha vaciado de semilla. Curiosamente, ayer mismo se publicaba en este periódico la posibilidad de que el Paseo de Almería fuese peatonal, como ocurre con algunas avenidas emblemáticas de otras ciudades, ensoñación que a los comerciantes le parecía ‘estupenda’. Cuando le preguntaron a nuestro alcalde, dijo: ‘Para peatonalizar el Paseo haría falta soterrar todo el tránsito que circula por esa calle. Es posible, pero cuesta mucho dinero’. Y ahí nos calzó nuevamente la palabreja. Y es que si un equipo de gobierno la verbaliza, genera unas ondas concéntricas de carácter balsámico que le asegura la posteridad.
Claro que, para la calma de todos los ciudadanos, la clase política almeriense –en general- debería especificar a qué tipo de soterramiento se refiere, porque caros suelen ser todos. Por ejemplo: ¿soterramiento A? (aquel que siempre es prometido pero que nunca llega así pasen ciento y un años) o ¿soterramiento B? (aquel en el que se trabaja a marchas forzadas porque lo que se entierra no son carreteras ni vías ferroviarias, sino poderosos tubos que canalizan gas). ¿A o B?
2 comentarios:
Estoy en el paso de cebra donde confluyen la Puerta de Purchena y Obispo Orbera, camino del despacho, entretenido en el ambar del semáforo, escondido en la mancha de una sombra que produce una esmirriada acacia, pensando en los que ya no venden casas, en lo que le voy a decir a quien tampoco quiere ya comprar ninguna casa, atolondrado por el efecto de la crisis o la desaceleración, qué mas da, y de forma desprevenida me balbucean la comisuras de los labios, y me retumba el pecho y la espalda, hasta me llegan a flaquear las piernas. No es la crisis, Deo gracias, es que acaba de pasar el autobus y el parking del centro se queja de cómo lo han construido. Perdona, ¿qué decías que querían soterrar?
Quizá quieran aprovechar los refugios soterrados de la guerra civil. recorren el paseo. aunque no sé yo si darán demasiada fluidez.
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