Cuatro. Se aproxima la noche más mágica del año. Eso dicen quienes entienden de arquitectura galáctica. Las hogueras de San Juan concentran y catapultan hacia la mañana la energía de nuestro trasfondo más atávico: caminar despacio sobre ascuas, bailar buscando la convulsión, beber hasta alcanzar el trance etílico y comer para rayar el corte digestivo. Y para quienes vean esta noche como un géiser de accidentalidad, siempre pueden agotar su deseo en cuanto el reloj marque las doce. Es cuestión de meter los pies en el agua y decir para los adentros de uno: ‘San Juan, San Juan, deseo salir vivo de aquí y que el filo de una lata de atún en aceite vegetal no me acabe rebanando un dedo del pie’. Es mucho pedir, pero, precisamente por eso, es la noche más mágica del año.
Tres. Ahora que han declarado oficialmente el inicio del verano –oficiosamente ya lo trajo la manga corta hace algunas semanas-, el cuerpo empieza a pedir un callejeo de sombrajo y terraza al caer la tarde. Recuerdo que, en mi etapa universitaria, la época estival era de lo mejorcito que tenía el año. Y no porque dejara de ir a clase –que también-, sino porque algunos amigos y yo empezábamos el periplo que habíamos proyectado meses antes a través de becas y pequeñas inversiones bien rentabilizadas. Como lo nuestro no eran los festivales de música electrónica que tan de moda están hoy, buscábamos teatro, talleres, charlas y buen ambiente. Literatura, en definitiva. Ahí van algunas recomendaciones para quienes se atrevan. Están a tiempo. Primera: Festival de Teatro de Mérida (del 21 de junio al 30 de agosto). Segunda: Festival de Teatro Clásico de Almagro (del 26 de junio al 20 de julio). Tercera: La escritura de la poesía española actual (en Barbastro, del 2 al 4 de julio). Y cuarta: La novela en el cine (en Cursos de verano de la UAL, del 9 al 11 de julio). Todo es rastreable en Internet y, en algunos casos, ofrecen becas que cubren parte de la actividad e, incluso, el alojamiento.
Dos. Aún no he terminado de leer este libro, pero ya tengo ganas de hablar de él. Me refiero a ‘Así fueron las cosas’ (Circe, Barcelona) de Maryann Burk Carver: un testimonio en primera persona de quien fue la primera esposa del memorable escritor Raymond Carver. De lo que tengo leído -más o menos la mitad-, puedo decir que se engulle cómodamente. A pesar de que algunas páginas están cargadas, para mi gusto, de un exceso de sentimentalismo, quizá para reconstruir los años de adolescencia, enamoramiento y paternidad precipitada, su valor documental, sobre todo para los amantes irrecuperables de Carver, es grandísimo. Me da que este libro –ya os lo confirmaré cuando termine su lectura- no es un acercamiento certero a determinadas facetas de su vida, pero sí una fuente de información inevitable para cualquier futuro biógrafo.
Uno. Acabo de enterarme de que ha salido a subasta un nuevo vídeo de Marilyn Monroe. Al parecer, y a diferencia de otros, es decente. Se trata de imágenes captadas por un videoaficionado durante el rodaje de ‘Vidas rebeldes’. Concretamente unos tres cuartos de hora, donde la Monroe juguetea con éste y con aquél, toma café o habla con Clark Gable, sin que éste supiera, claro está, que su corazón estaba a punto de tartamudear y detenerse para siempre. Unos sesenta y cuatro mil euros será probablemente el jugo que dé el estrujón del video. No está nada mal, la verdad. Sobre todo teniendo en cuenta que este tipo de actividades ya van tomando el peso específico de la costumbre. En cualquier caso, no creo que pase nada parecido con los escritores, los libros y los autógrafos. O si ocurre, será a la inversa: el día de mañana se subastarán por cantidades astronómicas aquellos libros que no tengan en las primeras páginas señal alguna de que ese ejemplar estuvo en las manos de su autor; que no lo firmó ni lo dedicó, vamos. Porque si hay algo que le gusta a un escritor es ponerse en una caseta de la feria del libro y que la gente enfile el bolígrafo bic con el que les firmará. Por eso suelo poner a buen recaudo los ejemplares de mi biblioteca particular. Los protejo hasta de mí.
Juan Manuel Gil
Tres. Ahora que han declarado oficialmente el inicio del verano –oficiosamente ya lo trajo la manga corta hace algunas semanas-, el cuerpo empieza a pedir un callejeo de sombrajo y terraza al caer la tarde. Recuerdo que, en mi etapa universitaria, la época estival era de lo mejorcito que tenía el año. Y no porque dejara de ir a clase –que también-, sino porque algunos amigos y yo empezábamos el periplo que habíamos proyectado meses antes a través de becas y pequeñas inversiones bien rentabilizadas. Como lo nuestro no eran los festivales de música electrónica que tan de moda están hoy, buscábamos teatro, talleres, charlas y buen ambiente. Literatura, en definitiva. Ahí van algunas recomendaciones para quienes se atrevan. Están a tiempo. Primera: Festival de Teatro de Mérida (del 21 de junio al 30 de agosto). Segunda: Festival de Teatro Clásico de Almagro (del 26 de junio al 20 de julio). Tercera: La escritura de la poesía española actual (en Barbastro, del 2 al 4 de julio). Y cuarta: La novela en el cine (en Cursos de verano de la UAL, del 9 al 11 de julio). Todo es rastreable en Internet y, en algunos casos, ofrecen becas que cubren parte de la actividad e, incluso, el alojamiento.
Dos. Aún no he terminado de leer este libro, pero ya tengo ganas de hablar de él. Me refiero a ‘Así fueron las cosas’ (Circe, Barcelona) de Maryann Burk Carver: un testimonio en primera persona de quien fue la primera esposa del memorable escritor Raymond Carver. De lo que tengo leído -más o menos la mitad-, puedo decir que se engulle cómodamente. A pesar de que algunas páginas están cargadas, para mi gusto, de un exceso de sentimentalismo, quizá para reconstruir los años de adolescencia, enamoramiento y paternidad precipitada, su valor documental, sobre todo para los amantes irrecuperables de Carver, es grandísimo. Me da que este libro –ya os lo confirmaré cuando termine su lectura- no es un acercamiento certero a determinadas facetas de su vida, pero sí una fuente de información inevitable para cualquier futuro biógrafo.
Uno. Acabo de enterarme de que ha salido a subasta un nuevo vídeo de Marilyn Monroe. Al parecer, y a diferencia de otros, es decente. Se trata de imágenes captadas por un videoaficionado durante el rodaje de ‘Vidas rebeldes’. Concretamente unos tres cuartos de hora, donde la Monroe juguetea con éste y con aquél, toma café o habla con Clark Gable, sin que éste supiera, claro está, que su corazón estaba a punto de tartamudear y detenerse para siempre. Unos sesenta y cuatro mil euros será probablemente el jugo que dé el estrujón del video. No está nada mal, la verdad. Sobre todo teniendo en cuenta que este tipo de actividades ya van tomando el peso específico de la costumbre. En cualquier caso, no creo que pase nada parecido con los escritores, los libros y los autógrafos. O si ocurre, será a la inversa: el día de mañana se subastarán por cantidades astronómicas aquellos libros que no tengan en las primeras páginas señal alguna de que ese ejemplar estuvo en las manos de su autor; que no lo firmó ni lo dedicó, vamos. Porque si hay algo que le gusta a un escritor es ponerse en una caseta de la feria del libro y que la gente enfile el bolígrafo bic con el que les firmará. Por eso suelo poner a buen recaudo los ejemplares de mi biblioteca particular. Los protejo hasta de mí.
Juan Manuel Gil
2 comentarios:
Juanmita, a ver si un dia descontamos... cinco cuatro tres dos uno BANG y apareceis MJ y tu, que ya no nos vemos.
Nerviosa ando por las notas de selectividad y el match ruso.
(Siento las tildes, portatil nuevo sin acentos ni egnes!)
Un beso.
eso digo yo, que esto no es vida: tanto calor y tantas tardes de enredos varios. la selectividad está superada. lo de rusia...
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