Justo un mes después del último post, La casa del nadador vuelve a la carga. Y lo hacemos con esta reseña sobre Inopia, firmada por el novelista Antonio Orejudo en la
Revista Mercurio. Tengo que reconocer que cuando he leido el texto la sintomatología del sindrome postvacacional ha desaparecido. Ahora septiembre es otra cosa.
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FRAGMENTOS Y TRAMAS
ANTONIO OREJUDO
Inopia
Juan Manuel Gil
El Gaviero
Precio: 14 € ; Páginas: 130
Esta novela de Juan Manuel Gil (Almería, 1979), que ya se dio a conocer en 2004 con un excelente libro de poemas, Guía inútil de un naufragio, se abre con tres imágenes poderosas, tres fragmentos, tres sinónimos de Inopia (escasez, pobreza e indigencia), tres espacios en los que las personas acaban de desaparecer.Inopia, la segunda parte, el corazón del libro, trata de la desaparición. La sostienen cinco historias fragmentadasy entrecruzadas: la de Héctor, un escritor que se parece a Ray Loriga, y de su novia, Lola, a los que les gusta desaparecer pero al mismo tiempo seguir siendo vistos; la historia de Pier Paolo Pasolini, que desapareció a golpes; la de Marco Pantani, que desapareció a solas en un hotel; la historia de la cajera Carmela y el inmigrante Yassine, que desaparecen para dejar de ser invisibles; y la historia del bibliotecario Mateo Garcés, que desaparece por el sumidero de su propio sueño. A estas cinco hay que añadir otras tantas insertadas a lo largo de la narración, que se cierra con un breve fragmento, ‘Euforia’, el capítulo final.Pese a las apariencias, Inopia no es hostil a las tramas. Sin duda muestra una evidente insatisfacción con el relato lineal, pero no renuncia al argumento ni a la verosimilitud. Ni pierde de vista su naturaleza textual. Bajo su apariencia sincopada y rota hay una red de hilos sutiles, de redundancias, que van tejiendo la tela del texto. El puzzle que compra Sofía Carano para su hijo remite al puzzle-texto que nosotros tenemos en las manos. Italia, donde se localizan varias de estas historias de desapariciones, hilvana sucesos separados en el espacio y en el tiempo. La transparencia del joven que asesina a Pasolini es la piel transparente de Carmela cuando se une al cuerpo de Yassmine. Sangra el bibliotecario Mateo por heridas imaginarias, y sangra la Lola de ese patético Héctor. De hecho, en cita de Malcom Lowry que abre el libro está cifrada la estructura de Inopia, que comienza en el capítulo 100 y termina en el 0, como si el libro, a medida que avanza la lectura, se estuviera precipitando al vacío, hacia su propia extinción.Desde el siglo XIX la novela no ha hecho otra cosa que replegarse y ceder competencias. ¿Nuevas experiencias? mucho mejor las drogas. ¿Vivir otras realidades? mucho mejor los videojuegos o la realidad virtual. ¿Viajar a otros mundos? Para eso están las compañías aéreas de bajo coste. ¿Retratar un lugar o un personaje? ¿Traer a los ojos, como decían los retóricos, una atmósfera? Mejor comprarse una buena cámara digital, y colgar las fotos en nuestro blog. En los periodos, como el presente, de transición cultural y búsqueda, hay escritores que resisten y escritores que buscan. Buscan los temas que solo pueden ser tratados con palabras. Buscan en qué ámbitos la sintaxis supera a otros modos de expresión. Buscan la parcela que se les ha quedado tras ceder terreno a las nuevas modalidades de entretenimiento.Inopia busca. Bastaría con esto para destacarlo entre las mil novedades que se solapan las librerías. Pero no solo busca. También encuentra. Encuentra una narración rápida, veloz, minimalista, despojada de datos innecesarios, pero cuidada, que va directa al asunto; quizás la única manera de dirigirse hoy por escrito a nuestros contemporáneos. Y prefigura la que quizás sea la vía más adecuada para narrar, una vía a medio camino entre lo fragmentario y lo argumental. Tomar la agilidad y la potencia expresiva del fragmento sin renunciar al placer de la trama.