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lunes, junio 29, 2009

nwodnus


El gerente de El tiempo con el café se ha marcado este pedazo de dibujo, que he enlazado aquí -permíteme el exceso, amigo-. Aprovecho para recomendar su bitácora. Estoy convencido de que albergará las mejores postales del verano. Ésta es un ejemplo: cócteles, alta tecnología, inopia y sundown. Muchas gracias, Che.
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Coctelería fina: Black russian: 2/4 vodka, 2/4 crema de café, tela de hielo y copa cóctel.

lunes, febrero 09, 2009

Inopia en El Maquinista de la Generación (20)

En el último número de El Maquinista de la Generación, el brutal y electromagnético escritor Antonio Orejudo ha publicado una reseña de Inopia que parte la pana. Esta vez dedican el monográfico a la narrativa andaluza actual y bien merece la pena tener un ejemplar a mano. Háganse con él. En serio. Enlazo la primera página del artículo y, seguidamente, copio el texto que se corresponde con la misma. Este texto ya es para mí como un hijo. Quizá más.
DESAPARECIDOS
(Sobre Juan Manuel Gil: Inopia, Almería, El Gaviero Ediciones, 2008.)

Antonio Orejudo
Uno. Paramos a echar gasolina en el área de servicio. Mientras yo llenaba el depósito, ella entró al baño. Pagué el combustible, cogí el periódico y esperé a que saliera. Pero no volví a verla nunca más.
Dos. Un día recibí un paquete de mi amigo. Contenía 9 rollos de película en súper 8 y una carta donde explicaba lo sucedido. Una mañana se había despertado y se había dado cuenta de que su cámara se había quedado encendida sobre el trípode toda la noche. Accidentalmente había filmado su sueño. Movido por la curiosidad, mi amigo reveló la película, pese a que ver a un hombre durmiendo en un plano fijo de seis horas no parecía a primera vista un plan muy interesante. Y sin embargo algo había en esas seis horas de filmación que lo desazonó. Me invitaba a que lo viera. Era el rollo número 1. Durante horas mi amigo no hacía otra cosa salvo dormir; se daba la vuelta a la derecha, se daba la vuelta a la izquierda, se tapaba, se destapaba, se incorporaba en sueños y volvía a echarse. Nada de particular hasta la mitad del rollo. Entonces, por espacio de un segundo, apenas unos cuantos fotogramas, la película se velaba. Mi amigo desaparecía de la imagen, pero en seguida volvía a aparecer. Era un defecto de la película. Eso pensó mi amigo. Bueno, eso pensé yo. Mi amigo pensó otra cosa, y a la noche siguiente dejó, esta vez conscientemente, la cámara encendida durante sueño. El resultado estaba en el rollo 2. En él se veía a mi amigo durmiendo tan inquieto como la noche anterior, y hacia la mitad del rollo la película volvía a velarse. Esta vez era un intervalo mayor. Convencido de que aquello no era una casualidad, mi amigo repitió la operación varias noches seguidas. En los rollos 3, 4, 5 y 6 el intervalo de película velada era cada vez mayor. En los rollos 7, 8 y 9 aquel extraño fenómeno ya no parecía un defecto de la película. Era más bien como si la cámara lo succionara, lo abdujera, lo arrebatara y lo trasladara a otra dimensión. ¿Dónde estoy en todo ese tiempo? ¿Dónde me lleva?, preguntaba mi amigo en la carta. Y añadía: no puedo dejar de filmarme, es una especie de adicción, y cada vez me siento más débil, como si la cámara me estuviera chupando la sangre. Te escribo, me decía, poco antes de cargar la cámara con el décimo rollo que no encontrarás en el paquete que te envío. Si sucede lo que temo, el décimo rollo estará ahora mismo en la cámara, y la cámara en mi apartamento. Ven, me pidió. Y yo fui. Y abrí la puerta y cuando entré la cámara todavía filmaba, pero amigo no estaba en la cama. Mi amigo había desaparecido.
La primera desaparición está tomada de una producción franco holandesa, The Vanishing, de George Sluizer, la película más aterradora que he visto jamás, si no cuento El cebo, de Ladislao Vajda, que me atormentó siendo niño, y que también trata de desapariciones. La segunda está tomada de la película más inquietante que haya hecho jamás en España, Arrebato, de Iván Zulueta, estrenada en 1979, el mismo año que nació Juan Manuel Gil. Las dos desapariciones bien podrían formar parte de Inopia, uno de los libros más interesantes e inquietantes que se han escrito en España en lo que llevamos de siglo.
Las dos desapariciones venían una y otra vez a mi cabeza, mientras leía las historias fragmentadas y entrecruzadas que sostienen el texto de Juan Manuel Gil: la historia de Héctor y Lola, a los que les gusta desaparecer pero al mismo tiempo seguir siendo vistos; la historia de Pier Paolo Pasolini (P.) y la de Marco Pantani, que desaparecieron sin dejar rastro; la historia de Carmela y Yassine, que desaparecen para dejar de ser invisibles; la historia del bibliotecario Mateo Garcés, que desaparece por el sumidero de su propio sueño; la historia del traductor Jules Jameux, que sólo dejo al desaparecer olor a amoniaco; la historia de Mónica Barragán, que se esfumó en el trayecto hacia el autobús; y las historias de Michel Houellebecq, de Teresa, o de Tariq Sadikki, que simplemente desaparecieron porque sí.
Cuando la literatura que se está haciendo en España a principios del siglo XXI se estudie en la universidad como estudiamos la del Siglo de Oro, se dirá que este es un período de transición y de búsqueda. De transición entre dos culturas brutalmente contrapuestas. No sé cómo las llamarán: la cultura libresca y la cultura electrónica, quizás; la cultura literaria y cultura la audiovisual, tal vez. Y de búsqueda. Búsqueda de nuevos temas o de nuevos modos de contar los temas de siempre.
Hasta el siglo XIX la novela fue la reina de la narración y del ocio. Si alguien quería contar algo, lo contaba en una novela. Si alguien quería vivir una nueva experiencia leía una novela. Si alguien quería viajar, leía una novela. Con la aparición del cine la novela cedió muchas de sus competencias. Tuvo que ceder en primer lugar ciertos temas, como las narraciones de aventuras o de piratas, y también cierta manera de contar las cosas. El relato lineal, por ejemplo, tan decimonónico y tranquilizador con su principio, su nudo y su desenlace, quedaba mejor contado en imágenes. Desde entonces y hasta ahora la novela no ha hecho sino replegarse, ceder competencias a las diferentes modalidades de ocio y entretenimiento que han ido apareciendo. Las novelas ya no ofrecen nuevas experiencias. Para eso están las drogas, que se han democratizado durante todo el siglo XX; o los videojuegos, o la realidad virtual, cada vez más sofisticada y eficaz, o las compañías aéreas de bajo coste, gracias a las cuales podemos ir por muy poco dinero a lugares donde antes sólo nos llevaba la imaginación. Y en cuanto a la función de retratar un lugar, un paisaje, un tipo curioso, un ambiente o una atmósfera peculiar, traer a los ojos lo llamaban los retóricos, es mejor comprarse una buena cámara digital, y colgar las fotos en nuestra página web.
En estos periodos de transición y búsqueda que se han repetido muchas veces a lo largo de la historia sólo hay dos actitudes artísticas: la primera es seguir cocinando la tortilla de patatas de siempre, como si nada hubiera cambiado a nuestro alrededor. La segunda es buscar. Buscar esos temas que solo pueden ser tratados con palabras. Buscar en qué ámbitos la sintaxis es superior a la imagen e incluso a la experiencia. Buscar, ya que la novela ha sido destronada, un nuevo reino. Buscar modos nuevos de contar, delimitar la pequeña parcela que se nos ha quedado a los escritores, tras haber cedido buena parte de nuestro territorio a las nuevas modalidades de ocio y entretenimiento.
[Continúa en El Maquinista de la Generación, Número 16, pp. 173-174]

jueves, febrero 05, 2009

Premio Sintagma Novel

La librería Sintagma ha comenzado a trabajar en una nueva edición del Premio Sintagma Novel. En su edición de 2007 lo ganó Domingo Villar con Ojos de agua (Siruela) y en 2008 Antoni Casas con El teorema de Almodóvar (Seix Barral). Me acabo de enterar de que Inopia será la que abra la edición 2009, cosa que me alegra muchísimo. Es un lujazo estar entre los libros que este año optarán al premio. Sobre todo porque el jurado está formado por lectores empedernidos elegidos para la ocasión. Corto y pego la noticia recogida en Novapolis.


"Comienza una nueva edición del Premio Sintagma Novel. La librería apuesta por nuevos autores y un jurado de clientes, a los que le regalarán los libros, contarán sus impresiones. Falta un miembro para este jurado y si quiere ser parte, has de acertar la siguiente pregunta: ¿qué famosa escritora ganó el Premio Nadal en 1944 siendo novel?
El primer candidato es Inopia (El gaviero) de Juan Manuel Gil. Tanto la editorial como el autor son dos valores más que asentados de la cultura almeriense. Juan Manuel Gil da el salto a la narrativa después de que la editorial DVD publicara su poemario Guía inútil para un naufragio. Inopia es un libro arriesgado y a contracorriente que viene avalado por un prólogo de Enrique Vila Matas."

viernes, septiembre 05, 2008

Inopia en Mercurio (19)


Justo un mes después del último post, La casa del nadador vuelve a la carga. Y lo hacemos con esta reseña sobre Inopia, firmada por el novelista Antonio Orejudo en la Revista Mercurio. Tengo que reconocer que cuando he leido el texto la sintomatología del sindrome postvacacional ha desaparecido. Ahora septiembre es otra cosa.
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FRAGMENTOS Y TRAMAS
ANTONIO OREJUDO

Inopia
Juan Manuel Gil
El Gaviero
Precio: 14 € ; Páginas: 130

Esta novela de Juan Manuel Gil (Almería, 1979), que ya se dio a conocer en 2004 con un excelente libro de poemas, Guía inútil de un naufragio, se abre con tres imágenes poderosas, tres fragmentos, tres sinónimos de Inopia (escasez, pobreza e indigencia), tres espacios en los que las personas acaban de desaparecer.Inopia, la segunda parte, el corazón del libro, trata de la desaparición. La sostienen cinco historias fragmentadasy entrecruzadas: la de Héctor, un escritor que se parece a Ray Loriga, y de su novia, Lola, a los que les gusta desaparecer pero al mismo tiempo seguir siendo vistos; la historia de Pier Paolo Pasolini, que desapareció a golpes; la de Marco Pantani, que desapareció a solas en un hotel; la historia de la cajera Carmela y el inmigrante Yassine, que desaparecen para dejar de ser invisibles; y la historia del bibliotecario Mateo Garcés, que desaparece por el sumidero de su propio sueño. A estas cinco hay que añadir otras tantas insertadas a lo largo de la narración, que se cierra con un breve fragmento, ‘Euforia’, el capítulo final.Pese a las apariencias, Inopia no es hostil a las tramas. Sin duda muestra una evidente insatisfacción con el relato lineal, pero no renuncia al argumento ni a la verosimilitud. Ni pierde de vista su naturaleza textual. Bajo su apariencia sincopada y rota hay una red de hilos sutiles, de redundancias, que van tejiendo la tela del texto. El puzzle que compra Sofía Carano para su hijo remite al puzzle-texto que nosotros tenemos en las manos. Italia, donde se localizan varias de estas historias de desapariciones, hilvana sucesos separados en el espacio y en el tiempo. La transparencia del joven que asesina a Pasolini es la piel transparente de Carmela cuando se une al cuerpo de Yassmine. Sangra el bibliotecario Mateo por heridas imaginarias, y sangra la Lola de ese patético Héctor. De hecho, en cita de Malcom Lowry que abre el libro está cifrada la estructura de Inopia, que comienza en el capítulo 100 y termina en el 0, como si el libro, a medida que avanza la lectura, se estuviera precipitando al vacío, hacia su propia extinción.Desde el siglo XIX la novela no ha hecho otra cosa que replegarse y ceder competencias. ¿Nuevas experiencias? mucho mejor las drogas. ¿Vivir otras realidades? mucho mejor los videojuegos o la realidad virtual. ¿Viajar a otros mundos? Para eso están las compañías aéreas de bajo coste. ¿Retratar un lugar o un personaje? ¿Traer a los ojos, como decían los retóricos, una atmósfera? Mejor comprarse una buena cámara digital, y colgar las fotos en nuestro blog. En los periodos, como el presente, de transición cultural y búsqueda, hay escritores que resisten y escritores que buscan. Buscan los temas que solo pueden ser tratados con palabras. Buscan en qué ámbitos la sintaxis supera a otros modos de expresión. Buscan la parcela que se les ha quedado tras ceder terreno a las nuevas modalidades de entretenimiento.Inopia busca. Bastaría con esto para destacarlo entre las mil novedades que se solapan las librerías. Pero no solo busca. También encuentra. Encuentra una narración rápida, veloz, minimalista, despojada de datos innecesarios, pero cuidada, que va directa al asunto; quizás la única manera de dirigirse hoy por escrito a nuestros contemporáneos. Y prefigura la que quizás sea la vía más adecuada para narrar, una vía a medio camino entre lo fragmentario y lo argumental. Tomar la agilidad y la potencia expresiva del fragmento sin renunciar al placer de la trama.


martes, julio 01, 2008

Inopia en el diario 'Ideal' (17)


Las ventanas de Juan Manuel Gil


En la literatura, donde la ficción marca los cursos de la realidad, caben todas las direcciones. No hay reglas ni sistemas. Basta un esquema, la razón cercana a la síntesis, para desvelar acontecimientos, personajes, hechos, ideas. La intuición es la principal acometida del autor que impone desde sugerencias los retos al lector. Juan Manuel Gil (Almería, 1979) establece una propuesta narrativa desde 'ventanas' literarias hacia un mundo cercado por diferentes realidades, como fórmula de acercamiento. Invita al lector a asomarse y observar. Es el gesto del escritor en torno a su libro 'Inopia' (Colección Troquel, nº 8, El Gaviero Ediciones, 2008). Con prólogo de Enrique Vila-Matas («Soy el bibliotecario un tanto maníaco que usted encontrará en las páginas de este libro»); con imagen de Ramón David Morales, donde todas las direcciones son posibles, resquebrajadas, sin orientación definida, salvo el infinito; y citas literarias de Malcom Lowry, Aldoux Huxley y Enrique Vila-Matas, el autor aporta un sugestivo lenguaje narrativo en un libro donde los conceptos imponen la estructura narrativa. El mismo título, 'Inopia' (indigencia, pobreza escasez), es la principal sugerencia para interpretar el laberinto camuflado en el texto. Juan Manuel Gil ha escrito una novela 'breve', preludio de sus aptitudes para lo 'grande', para el discurso literario de la narración, tras demostrar su capacidad de tejer historias con el lenguaje. El libro está ordenado en tres partes ('Extinción', 'Inopia' y 'Euforia'). La primera parte ofrece tres retratos de la abstracción. La palabra es el elemento transmisor de ideas, éstas reflejan su propia independencia. El lenguaje es altivo, sugerente y configura su propia brillantez. Independiente.

La segunda parte, eje central, es el territorio de los personajes, con un planteamiento de vidas paralelas. Es un mundo de 'ventanas', desde la creatividad del autor, que invita al lector a asomarse, con distintas realidades que nunca llegan a cruzarse, aunque siempre queda en el aire la posibilidad de tal acontecimiento. Los personajes se mueven entre la referencia literaria, donde los libros, como conceptos, son elementos vitales. De nuevo surge la abstracción literaria para configurar una atmósfera precisa. Libros y paisajes literarios definen los momentos, en los que la captación de la realidad, su influencia, vive como elemento clave de la ficción. La intriga se convierte en una obsesión lectora que comparte momentos destacados, con extractos sublimes de lo cotidiano. En ello, Juan Manuel Gil no sólo es capaz de insinuar las escenas, los momentos, con gran brillantez, sino que lo hace desde una visión arquitectónica de la narrativa. A eso ayuda el sentido críptico de las escenas. Y este planteamiento es una original propuesta de pequeños territorios que se reencuentran. De Cien a Cero. Lo que permite hacer una relectura en sentido contrario, si así lo decide el lector, con capacidad para desarrollar una personal visión de imágenes. De Cero a Cien. Regreso al presente.'

Inopia' tiene también su cerco, entre la 'extinción' y la 'euforia', con distintos recorridos posibles, que conducen al momento final: 'el rastro'.

El autor despliega sus miradas y 'ventanas' desde una reducción máxima de la síntesis. La idea-concepto se reduce al mínimo, esencia literaria en 'Inopia', es su propia razón que se mueve lentamente. En estas circunstancias, el lector es libre de imaginar la historia argumental, los hechos cotidianos diversos, desde la atenta mirada del escritor. Sin necesidad de llegar a alguna parte. Sin principio, ni fin.

[Autor de la reseña: Miguel Ángel Blanco. Publicado en el diario Ideal el 29.05.08]

miércoles, junio 25, 2008

Inopia by José Daniel García* (16)


Presentar un libro supone siempre una responsabilidad, más aún si se trata de un amigo. Siempre temo que la novela no me guste o que no me apetezca leerla, lo que me obliga a realizar un ejercicio de profesionalidad… a salir del paso como buenamente puedas. En ese caso, aunque consigas engañar al público asistente, el escritor que tienes al lado verá la gomilla de tu máscara y te arriesgas a que algo muera sin remedio entre vosotros. Por suerte, a mí me ha ocurrido justo lo contrario.
Cuando Juan Manuel Gil me pidió que lo presentara, cerré la agenda, porque entonces me enfrentaría a las miles de cosas que tengo que hacer durante este mes, y le dije que sí, que estaría encantado. No contábamos con mucho tiempo, pero estaba seguro de que Juanma no iba a defraudarme. Por problemas de envío, Inopia llegó el lunes a casa en manos de un cartero que casi funde el portero automático. Preparé un té, me subí al cuarto y me senté en el silloncito orejero con intención de echarle un primer vistazo… casi llego tarde a clase. INOPIA me enganchó desde el principio.
Si tuviera que definir por qué me ha gustado, y mucho, y por qué recomiendo, y mucho, su lectura y (auguro) su disfrute, diría que el acierto de Juanma está en el mantener un arriesgado equilibrio entre lo novedoso y lo ameno. La estructura de esta novela se aleja del planteamiento clásico y se aproxima a una aplicación literaria de la teoría del caos. Cinco historias donde se mezclan personajes ficticios y reales a un paso de la inopia, cerca de la frontera; una zona que, como la define Héctor, el escritor cuyo pasaporte a la literatura reside en cierto parecido físico con Ray Loriga, está “marcada a fuego por la imposibilidad de comunicarse mediante cualquier medio tecnológico de tercera o cuarta generación”. En ese espacio sin cobertura se mueven, como sombras casi transparentes, una serie de personajes que, sin previo aviso, burlan el radar y los satélites, desapareciendo tras un rastro de amoniaco. En la frontera está el hotel donde Marco Pantani decidió descolgarse del pelotón. Y más allá flotan, ingrávidas, las últimas palabras de Passolini. En la aduana se sienta el escritor, y desde su garita tiene acceso a lo inefable, abre la ventana y se zambulle en lo desconocido, a riesgo de volver con uno de los velos que cubren la verdad o regresar, en cambio, con los labios cosidos y las manos vacías.
INOPIA es, como digo, similar a un caos ordenado donde la fragmentación de las historias que se dan cita en esta novela híbrida no le quita coherencia al resultado, sino que, conforme aumentan la tensión y el vértigo, los partes fragmentadas del relato parecen alinearse en la cabeza del lector, consiguiendo, sin esfuerzo, encajar las piezas del puzzle conforme transcurre la cuenta atrás. Aunque el tiempo del libro es simultáneo, como en el poema de Eliot. Es quizá en este manejo de los tiempos, en el uso discreto de estructuras rítmicas y figuras retóricas donde el poeta le echa una mano al prosista para mantener el pulso e insertar imágenes de hondo lirismo dentro de los párrafos, dando mayor intensidad a la página. De forma sutil, el mensaje del libro se va desvelando, y pongo por ejemplo este símil: “la mayoría de aquellos nombres se disolvieron, como terrones de azúcar en una pecera china”. Flotando, quedan Sofía, Mateo, una encarnación ficticia de Holden Caulfield, el detective Naldini, Lola…

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[José Daniel García ha ganado el premio 'Andalucía Joven' de poesía con El sueño del monóxido (DVD, 2006) y el premio Hiperión de poesía con Coma (Hiperión, 2008)]

viernes, junio 13, 2008

Inopia, Travis y El Vértigo (15)


Amigos, ya estoy de vuelta. Abro las puertas de la casa del nadador de par en par. Que entre el verano. Tengo algunos recortes y enlaces sobre las presentaciones de Inopia, y alguna que otra reseña, que iré colgando en los próximos días. Empiezo con lo más reciente:

Raúl Quinto, autor de los poemarios Grietas, La piel del vigilante y La flor de la tortura, hace una crónica en su blog sobre uno de los actos literarios más interesantes del año -a pesar de mi participación-. Tuvo lugar en el Zaguán y se homenajeaba la película París, Texas de Wim Wender. Aprovecha Raúl Quinto ese post para recomendar encarecidamente la lectura de Inopia. Ahora hago yo lo propio en mi casa: mil gracias.

domingo, junio 01, 2008

Inopia by Ginés Torres* (14)


[Fragmento]

Se ha puesto muy de moda en últimos tiempos la idea, la continua reflexión sobre la tan traída y llevada muerte de la novela: ha desatado riadas de artículos, de enfrentadas opiniones, de desconfiadas miradas críticas hacia cierto tipo de textos: una sensación de que al pulso de la vieja novela decimonónica tipo, digamos, Madame Bovary, el arsénico le ha empezado a hacer efecto. Yo creo que el foco hay que desplazarlo un poco: porque si es cierto que, tal vez, el viejo modelo decimonónico no goza de su mejor momento; si lo que hacemos es preguntarnos por la salud de la narrativa, o la nueva narrativa, la respuesta, creo, es que es muy, muy buena.
Y un gran ejemplo de esa buena salud es esta Inopia: por eso he evitado calificarla como novela, o como libro de cuentos, y dejarlo en libro, en un gran y buen libro de narrativa. Una obra que se estructura a partir de un nudo central, la inopia (entendida desde el principio del libro como indigencia, pobreza, escasez); inopia que va evolucionando a lo largo del libro hacia su grado máximo, que sería la desaparición -que afecta incluso a la propia estructura del libro: recordemos el orden descendente -de cien a cero- de los capítulos que conforman la parte de central del libro-, la posibilidad de encontrar una respuesta a la frase de Maurice Blanchot con que, precisamente, Enrique Vila-Matas abría El Mal de Montano: ¿Cómo haremos para desaparecer?.
Creo que ahí está la clave del libro: cómo hacer para desaparecer, o también cómo es que ha tenido lugar esa desaparición, o cómo contar una desaparición o cómo uno se sumerge cada vez más en la desaparición, incluso en la disolución de la propia conciencia -ese tema que ahora recorre con fuerza gran parte de la literatura europea-; o, incluso, las desapariciones casi míticas, parte ya de nuestra cultura popular de Elvis y Jesús Gil.
Todo esto nos lo plantea Juan Manuel Gil con una sabia construcción estructural en la que unas historias refuerzan a las otras, amplificando su fuerza, tendiendo hilos de unas a otras para formar una figura perfectamente trazada y trenzada, que se ve más clara según se avanza en el libro, según el lector va construyendo su silueta, aplicando la perspectiva, tendiendo líneas de una historia a otra, encontrando así un tono, un rumor, un clima -y no estoy hablando sólo de la meteorología almeriense, que también se proyecta sobre las páginas del libro- de los que participan sus diferentes historias: así, por ejemplo, nos encontramos con la conmovedora y difícil, por tantas cosas, historia de amor entre Yassine y Carmen; con Mateo, el peculiar y obsesivo bibliotecario, quien sostiene ante su no menos peculiar novia haber conocido a Holden Caulfield, protagonista de El guardián entre el centeno, y otro desaparecido, Salinger, al fondo; con la inspectora Sofía Carano, sus moleskines y su investigación sobre la muerte del ciclista Marco Pantani; o, entre otras historias, con una narración de los últimos días de Pier Paolo Pasolini.Pero, para terminar, creo que el libro niega y, gozosamente, hace fracasar gozosamente su título: Inopia no invita a la desaparición, a la disolución, sino a volver sobre él, a releerlo, a hacerlo aparecer una y otra vez, a hacerle ganar consistencia, la que Juan Manuel Gil ha sabido dar a su libro: la fuerte presencia literaria.
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*[Gines Torres Salinas es autor de El amor en tiempos de Chernobyl e Historia oculta de la literatura universal (Premio García Lorca)]

lunes, mayo 26, 2008

Inopia en La Tormenta (13)


El escritor Fernando Sánchez Calvo ha reseñado Inopia en el incansable, balsámico y natural blog La tormenta en un vaso. Este espacio, desde el año 2006, recomienda un libro cada día, de lunes a viernes, y está integrado por un amplio grupo de escritores y críticos literarios de primera línea. Todo un placer.

domingo, mayo 25, 2008

Inopia en las ondas (12)


El lunes, 26 de mayo, a las 19:30, se estrena el programa radiofónico El corazón de los libros en CandilRadio. He tenido la suerte de ser entrevistado en el comienzo de este interesante viaje literario. Francisco Sánchez, presentador del espacio, decidió invitarme para hablar de Inopia y es de recibo agradecérselo. Para quien quiera escucharlo:

-Vía Radio en Almería: 87.6 fm

[Ya se puede escuchar la entrevista en la página de Candil Radio. En la sección de El corazón de los libros. Muy fácil]

lunes, mayo 19, 2008

Inopia en El hombre que salió de la tarta (11)


1. Agustín Fernández Mallo, autor de Nocilla Dream y Nocilla Experience, ha recomendado la lectura de Inopia en su blog El hombre que salió de la tarta. Un lujo que me apetece compartir con todos los nadadores que, habitualmente, le seguís la pista a la novela.

2. El jueves, 22 de mayo, se presenta Inopia en Córdoba. Lugar: la Fundación Antonio Gala. Hora: 20:00. Presentador: José Daniel García (flamante y reluciente Premio Hiperión).

jueves, mayo 01, 2008

Inopia en 'Cuadernos del Sur' (9)


Ésta es la reseña de Inopia que Pedro M. Domene ha firmado en el suplemento cultural Cuadernos del Sur (del diario Córdoba).

domingo, abril 27, 2008

Inopia en la Universidad de Almería

El martes, 29 de abril, a las 12:00h, charlaré con los alumnos de Filología Hispánica en el Aula Magna de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Almería. El acto lleva por nombre Inopia: pobreza, indigencia, escasez. ¿Te apuntas?

viernes, abril 25, 2008

Inopia en Granada


Presentamos Inopia en la Feria del libro de Granada. Será el domingo, 27 de abril, a las 19:00h., en el Salón CajaGranada. Me acompañará el escritor Ginés Torres Salinas, autor de El amor en tiempos de Chernobyl e Historia oculta de la literatura universal (Premio García Lorca). A las 20:00 h. estaré en la caseta de firmas. Os espero.

jueves, abril 17, 2008

En la mesa de Félix Romeo (8)


El sábado pasado, Inopia llegó hasta la mesa de trabajo de Félix Romeo. En el ABCD las artes y las letras (sumplemento de Abc), quedó una ligera pero ilusionante huella. Cuando me enteré, andaba perdido en algún punto impreciso de La Alpujarra.

viernes, abril 11, 2008

Inopia a la vista


El 18 de abril, viernes, a las 19:00 horas, tendrá lugar la presentación de Inopia en la III Feria del Libro de El Ejido (Almería). Será en el Patio de Luces del Ayuntamiento.

martes, abril 01, 2008

Inopia en El síndrome Chéjov (6)


Miguel Ángel Muñoz, el autor del libro de relatos El síndrome Chéjov (Páginas de Espuma, 2006), ha reseñado Inopia en su conocido blog. Para mí es todo un lujazo. Primero, porque soy un seguidor de este blog desde sus inicios. Segundo, porque admiro el trabajo crítico, creativo y teórico -sus apuntes sobre el cuento son excepcionales- que viene desarrollando este escritor desde años. Y tercero, porque formar parte de esa biblioteca que va conformando en su blog, sencillamente, me hace feliz. Quien esté interesado en leer la crítica, que mire fijamente la fotografía, si no se carga la página como es debido, basta con pinchar aquí.