lunes, marzo 31, 2008

Inopia en la revista Oniria (5)


La magnífica revista Oniria recomienda estos días la lectura de Inopia. Así que desde aquí quiero agradecer la recomendación y el interés mostrado por sus directores: en un futuro muy cercano publicarán una detallada entrevista al autor, es decir, al menda lerenda. Os iré informando.


miércoles, marzo 19, 2008

Óscar Santos en La noche a tientas

"Es joven, atractivo (algo raro en la literatura) delgado y perilla siglo de oro. Gasta gafas pequeñas y modernas, lejanas de la bohemia oscura y de pasta dura. Tiene una sonrisa perenne que navega entre el gesto fijo y la picaresca. Dirían de él que es un escritor que despunta, que tiene futuro, pero creo que se equivocan. Juanma Gil es ya un escritor en el presente, un hacedor de espléndidos versos y un hacedor de historias herrmosas y bien contadas. Juanma Gil no es ninguna promesa sino un hecho consumado. Les aconsejo que lean lo que escribe, es una invitación a la verdadera literatura."
[Casi entrada la medianoche. Programa radiofónico La noche a tientas. Dirigido por Óscar Santos. Cierre de su primer programa. Voz atemperada.]
[Semblanza cortesía del director]
[Gracias]
[Si mis libros llevarán fajín rojo, el texto sería éste.]

domingo, marzo 16, 2008

Inopia en Público (4)

Esta es la reseña de Inopia aparecida en el diario Público este sábado. Si no se aprecia bien, pincha sobre ella.


El perdigal

La infancia y el aeropuerto

Mis primeros recuerdos de infancia están estrechamente ligados al mar. Mi madre aprovechaba cualquier resquicio de sol para embutirme en un carricoche veraniego, de esqueleto metálico y con franjas blanquiazules, y en menos de diez minutos estábamos o con los pies metidos en el agua o respetando bajo la sombrilla las dos horas homologadas de digestión. Recuerdo aquellas caminatas con una precisión tal, que a veces tengo la impresión de que he rellenado las posibles lagunas con otros recuerdos posteriores. Mi madre, en cambio, dice que no; que aquello no hay manera de olvidarlo.
La playa a la que desembocábamos era la de El Perdigal. Ya la conocen ustedes: un revuelo de la falda del Mediterráneo, situado en El Alquián, con más espuma que sal, con ganas de dejarse querer y con un amanecer excesivamente puntual. Y el camino que recorríamos para llegar hasta ella era una carretera breve y certera, que atravesaba la marina de norte a sur, sin la grandilocuencia y los aspavientos de los bulevares, pero con la fotogenia de una localización del cine de los años 50.
Desgraciadamente, de aquella carretera queda poco menos de la mitad. Pasó, de aquel ligero aire de interestatal norteamericana, a destilar esa presencia fantasma que suelen traer consigo las amputaciones. Lejos de aquí, se decidió que lo que necesitaba el aeropuerto de Almería no era un traslado a una zona de menor impacto medioambiental y urbano, sino una gran ampliación. Desde aquel día, quienes viven en el El Alquián distinguen con precisión mecánica el queroseno de la gasolina ordinaria, las luces de navidad prologan en sus casas la pista de aterrizaje y el ruido atronador marca las horas, a falta de un campanario y un par de cigüeñas.
Recuerdo cómo los vecinos se manifestaron entonces. Recuerdo los gritos en la misma puerta de la Terminal del aeropuerto, mientras la Guardia Civil impedía con contundencia que atravesaran una línea imaginaria. Recuerdo a la policía dispersando por la fuerza a los manifestantes para que no cortaran la carretera a su paso por El Alquián. Recuerdo a la gente corriendo de un lado a otro y llorando de impotencia. Tiene razón mi madre: hay cosas que no se pueden olvidar. Mi opinión es que aquel día le asestaron un golpe demasiado grave a este barrio. A cambio, nos construyeron un parque con el 2% de los pinos y eucaliptos que ya teníamos y que decidieron no talar en un alarde de generosidad.

La juventud y el gasoducto

Muchos años después, casualidades de la vida, el gasoducto que proviene de Argelia, recorrerá desde la Playa de San Miguel en Cabo de Gata hasta la playa de El Perdigal en El Alquián (caladeros imprescindibles para las embarcaciones de la zona), y allí tomará tierra y se construirá una Terminal de Recepción de tres pares de narices, desde la que se distribuirá en dirección norte el tan ansiado elixir energético. Según la información que se facilita en la propia página web de Medgaz (empresa que ejecuta la obra), la creciente demanda española de gas natural justifica plenamente esta inversión de 900 millones de euros, y en los tramos costeros, el tubo, de 24 pulgadas de diámetro y con una capacidad de 8 bcm/año, irá enterrado a dos metros de profundidad. No sé si a ustedes les tranquilizan estos argumentos. Lo que tengo claro es que no es profundidad suficiente para ocultar las preguntas: ¿Por qué de nuevo El Alquián? ¿Han escuchado a los vecinos? ¿Alguno de ellos les ha dicho que quiere que un tubo de 24 pulgadas le ensarte el barrio? Si los responsables de esta obra han hecho caso omiso a los vecino de El Alquián, ¿a quién han escuchado?
Cuando paso por allí y veo la tierra revuelta, la maquinaria pesada, los tubos pacientemente amontonados, las vallas de protección, los carteles de prohibido el paso a toda persona ajena a la obra, no puedo evitar reconstruir aquel paisaje desolador que trajo la ampliación del aeropuerto; la escalofriante decisión que se interpuso a la salida natural al mar de un barrio con una larga tradición pesquera que acabó mermada.
En un par de años, a los aviones sobrevolando el barrio, se les unirá el silencioso pero constante fluir subterráneo del gas. Quizá, a cambio, alguna vez nos hagan un parque con los restos del barrio que no arrollaron con las palas -en un nuevo alarde de generosidad, claro-. A El Alquián le han asestado un segundo golpe de máxima gravedad y los políticos han mirado hacia otro lado. Siento rabia y vergüenza ajena. Esa es la verdad.

Juan Manuel Gil

jueves, marzo 13, 2008

Inopia en blog (3)


El escritor Salvador Gutiérrez Solís, autor de novelas emblemáticas como La novela de un novelista malaleche (DVD, 1999) o El sentimiento cautivo (Fundación Lara, 2005), y finalista del premio Nacional de la Crítica y del Fernando Lara de Novela, ha tenido a bien recomendar Inopia en su blog personal.


Seguimos camino de la inopia más absoluta.

miércoles, marzo 12, 2008

Inopia en RK20 (2)

Amigos, mañana jueves, a partir de las 22:00 horas, Oscar Santos, autor de Infierno sostenido, entrevista en directo a Juan Manuel Gil [es decir,a mí] con motivo de su novela Inopia (El Gaviero, 2008), con prólogo de Enrique Vila-Matas e imagen de Ramón David Morales. Podéis sintonizar la emisora cliqueando en www.rk20.es. Sencillo, efectivo y, como siempre, altamente balsámico.




martes, marzo 11, 2008

sundown coffee hall / inopia

Muchísimas gracias a todos los que decidieron acompañarme física o telepáticamente en la fiesta/presentación de Inopia. Y gracias a Manu Muñoz por su inmensa generosidad. Eran las seis y media de la mañana cuando alguien dijo: ¿nos quedamos a ver amanecer?
[Imagen: Manu Muñoz]

lunes, marzo 10, 2008

Refugios de campaña

Elecciones

En campaña electoral, lo mejor es echarse a un lado, apartarse de la línea de fuego una vez traspasado el umbral de lo que estamos dispuestos a soportar. Para ello hay que prever y buscar con cierta antelación un refugio que resista el aliento húmedo de las promesas, el fogonazo de la cartelería de carretera y esa calderilla propagandística (bolígrafos, llaveros, imanes para el frigorífico) que se inmiscuye con bastante naturalidad en nuestros pequeños y sonrojantes quehaceres cotidianos.
Parece que todo el mundo está de acuerdo en señalar que esta campaña empezó en el mismo momento en que concluyeron las últimas elecciones. Cuatro años, por tanto, de un intenso y, en ocasiones, barriobajero cruce de declaraciones, salpicadas de insultos, mentiras, acusaciones, ocurrencias y, en el mejor de los casos, algunas contrapropuestas. Es comprensible, pues, que la gente, a estas alturas, acuse cierto cansancio, además de irritabilidad, desconcierto, espasmos, eccemas y un sinfín de trastornos de la personalidad. Y es que nos es para menos. Porque ya intuimos que mañana mismo empieza la nueva y flamante campaña electoral 2012.
Para ponerse a salvo de los salivajos de la caravana política de estos meses, no es suficiente con desconectar el televisor y sustituir la dosis radiofónica por una antología de las mejores canciones de los Judas Priest. En realidad no basta con casi nada. En algún momento y en algún lugar, la campaña se cuela, germina, se extiende como el musgo y acabamos pegando tal resbalón que nos tiemblan las muelas del juicio. Con lo cual uno termina por pensar una cosa rocambolesca: que el refugio no es otra cosa que la propia búsqueda del refugio.

El epitafio

No sé si por aquello de la defensa numantina o porque la combinación de trenes no parecía del todo inhumana, pero lo cierto es que decidimos que nuestra búsqueda de refugio la centraríamos en Soria. Sí, ya lo sé. Antonio Machado, el olmo viejo, la pobre Leonor tuberculosa perdida, allí no hay nadie, qué vais a hacer allí, Londres es más ciudad, dónde va a parar, estáis locos, completamente locos y ya que vais, traed algún recuerdo.
Y en parte no les faltaba razón a quienes nos advertían. No tardamos en darnos cuenta de que no era exactamente una fortaleza inexpugnable. Zaplana daba un mitin esa noche, el aguerrido aventurero Marichalar tiene allí su lanzadera política por el UPyD y el alcalde de Soria compite con Antonio Machado en la cartelería que forra la ciudad: tantas proclamas como versos.
En nuestro desesperado intento por aislarnos de todo ese trajín político, decidimos visitar la tumba de Leonor y leer, a su vera, sin aspaviento alguno, un poema que evocara aquellos días machadianos de paseos plagados de esputos, problemas respiratorios y dolores articulares. Y allí, lo que tuvo que ocurrir, ocurrió. Una de las viajeras que integraban nuestra comitiva observó que, en una lápida próxima a la de Leonor, cubierta casi en su totalidad por un musgo de un verde más propio del plástico que de la vida, apenas se podía leer un epitafio estremecedor. Decía así: “¡Alfredo! ¡Hijo de mi alma!”. Quien yacía bajo aquella piedra, había nacido en Soria en el siglo XIX, y su muerte, a la vista de esas palabras, había provocado un dolor especialmente desgarrador y lo habían sabido transmitir con apenas cinco palabras.
Decidimos indagar en el resto de lápidas que perteneciesen a esos años, por aquello de descartar la posibilidad de que fuese un epitafio recurrente y manido, pero no encontramos nada que se le asemejara. Y eso que las frases hechas en esta materia se lo han ido comiendo casi todo. Las preguntas empezaron a surgir: ¿Quién era Alfredo? ¿De qué murió? ¿Por qué emanaba su tumba ese dolor extremo y no cierta paz y descanso como ocurría en el resto? ¿Dónde radicaba la efectividad de ese epitafio? ¿Esas palabras eran decisión de la familia o de quien las escribió sobre la piedra? Y si eran de la familia, ¿salieron de la madre o del padre?
Por muy difícil que resulte creerlo, encontramos respuesta a todas y cada una de estas preguntas. La búsqueda empecinada de ellas fue nuestro refugio contra la campaña electoral. Se trazó así una historia real en la que se entrecruzó nuestra visita a varios archivos, un encuentro con el escritor Javier Marías y las revelaciones que tuvimos entre los arcos de San Juan de Duero y la Ermita de San Saturio. Aquí la contaré.

Juan Manuel Gil

miércoles, marzo 05, 2008

InopiaParty

El próximo sábado, 8 de marzo, a las 23:30 h., en el Sundown Coffeehall (Paseo Marítimo de Cabo de Gata), se dará la bienvenida al último libro de Juan Manuel Gil. Se trata de la novela Inopia, editada por El Gaviero y prologada por el escritor Enrique Vila-Matas. La música correrá a cargo del dj Jose Cazorla . Para la ocasión se ha creado el Cóctel Inopia: suave, certero y altamente balsámico. Por supuesto, esperamos a todos los nadadores.