domingo, febrero 24, 2008

La casa de Valente

Más de lo mismo

Si uno tira de hemeroteca y analiza con cierto detenimiento las noticias publicadas en los últimos cinco años –y antes, muchos antes- en la prensa de nuestra ciudad, podrá comprobar que existe una serie de temas a los que les gusta la letra impresa, el espesor de la tinta y el aroma del papel reutilizable. Pero no es algo extraño ni atípico. Los periodistas ya les han cogido el pulso a esos temas, los tienen controlados, guardan estratégicamente en el portapapeles un listín de sinónimos y antónimos para intentar renovarlos –los temas, aclaro- y, aunque no suelen reconocerlo –los periodistas, aclaro-, están hastiados de cubrir una y otra vez el mismo asunto. Que me lo supongo yo, quiero decir.
Obviamente, no es algo exclusivo de Almería. Sucede en todos los periódicos de provincia o en los cuadernillos locales de ciertos diarios nacionales y en los nacionales propiamente dicho. Dependiendo de la sección, salen las mismas caras, empresas y lugares. De hecho, podríamos atrevernos y apostar aquí precisamente eso: qué caras, empresas o lugares aparecerán en la portada del próximo miércoles, por ejemplo. En el blog de ‘La casa del nadador’ se admiten propuestas
Pero así son las cosas. De un día para otro los temas no quedan zanjados, bien por la complejidad que entrañan, bien porque no interesa que sea así, y, al igual que la composición de nuestro desayuno suele ser siempre la misma a lo largo del año, la composición de los periódicos de un día acostumbra a ser muy parecida a la de otro.
Centrándonos en nuestra provincia, ahí están los límites del Parque Natural de Cabo de Gata, la queja exasperada de que los almerienses no llenan el Estadio Mediterráneo, los vaivenes de una agricultura que ya no es lo que era –en ganancias, digo-, los salones inmobiliarios –antes imparables, ahora temerosos-, las plantas desalinizadoras, el soterramiento, los alcaldes y los plenos, y todos los Meginos, Amates y Comendadores de nuestra política.
La actualidad manda. Y la actualidad, en Almería, parece que atraviesa por mitad de todo ese ramaje. Es comprensible, ¿no? Muchos de estos casos son asuntos que afectan de una manera muy directa a los ciudadanos y de ahí su relevancia. Otros, simplemente, son auténtica carnaza, telones de humo o polvo que arrojar a los ojos del rival político. Y por desgracia, no le queda más remedio al lector que ser él el que se encargue de separar una cosa de otra.

Bajeza

Uno de esos temas recurrentes en el área de cultura es el uso que acabarán dándole en un futuro a la casa del poeta José Ángel Valente. Hace apenas diez días leí la noticia, en este mismo periódico, de que por fin el Ayuntamiento había encargado un proyecto encaminado a darle vida a aquel lugar. Dos o tres días después, empezaban los rifirrafes políticos, las acusaciones electoralistas y el oportunismo de unos y otros. Todo eso que probablemente acabe haciendo pedazos la posibilidad de que la casa de Valente se convierta en la casa de la poesía de una vez por todas.
Cuando leí esta última noticia, me vino a la cabeza, probablemente por una especie de espasmo freudiano, un niño abusón de último curso quitándole la merienda a un chaval de primero. Y es que pienso que malmeter utilizando, por enésima vez, el tema de la casa del poeta de Orense es de una bajeza absoluta. Las puertas de esta casa están cerradas desde la muerte de José Ángel Valente en el año 2000. De lo que no es difícil deducir que los partidos que han pasado por el Ayuntamiento desde entonces no han hecho nada al respecto. Por eso, el mundo de la cultura de nuestra ciudad debería unirse y exigirles a todas las instituciones, independientemente del partido político en que se alineen, seriedad y responsabilidad en algo que ya empieza a provocar vergüenza ajena. Es un asunto que necesita toda la fortaleza y el impulso que seamos capaces de darle.
En política, no vale todo. Y no lo digo yo. Lo dicen, dándose golpes en el pecho, los políticos que ocupan los sillones de piel. Comprendo –aunque no comparto- que por la envergadura y trascendencia de algunos proyectos –soterramiento, tranvía, urbanismo…- los políticos saquen a relucir los colmillos en los plenos y en las ruedas de prensa. Son conocidas por todos las reglas de este juego. Ya sabemos quienes ganan y pierden. Pero, venga del partido que venga, ¿no es un poco vergonzoso sacar tajada política sembrando rayos y truenos en un tema como éste? Es vergonzoso. No me cabe la menor duda. Pero parece que, aún así, les merece la pena. Alma cándida la mía.

Juan Manuel Gil

domingo, febrero 17, 2008

Inopia

Ya está aquí el nuevo libro. Entramos en una inopia sostenida. Con la ayuda, eso sí, de Enrique Vila-Matas (prólogo), Ramón David Morales (imagen) y El Gaviero Ediciones. Aquí iré contando su periplo.

Universidad Laboral


Itinerarios

Yo pertenezco a esa híbrida y, quizá, desorientada camada de estudiantes que cursó Educación General Básica (EGB) y, después, dependiendo de lo que te sugiriera tu-maestro-de-toda-la-vida, cogía el itinerario de la Formación Profesional (FP), del Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) o, en un acto de valentía y modernidad, te podías arriesgar y jugártela a una carta matriculándote en un desconocido –por entonces- pero apuesto 3º de Educación Secundaria (ES) -que era lo que correspondía una vez superado 8º de EGB-. Por suerte, mi maestro-de-toda-la-vida le dijo a mi madre con una de esas voces que nacen en la caja torácica: Señora, este niño tiene que hacer BUP. Y eso me trasmitió ella mientras almorzábamos un día de finales de junio. Primero, segundo y tercero de BUP, COU, Selectividad y Universidad. O lo que es lo mismo: sota, caballo y rey.
Se dice mucho, cada vez más, lo de que ‘de aquellos polvos, estos lodos’, pero la verdad es que yo no me quejo. No sé si porque conseguí eludir el modelo de Educación Secundaria que nunca ha terminado de cuajar y que no han sabido reconducir o porque eran otros tiempos o porque, sencillamente, mi maestro-de-toda-la-vida supo orientarme con bastante tino. Pero lo cierto es que siempre he tenido un concepto bastante digno de la educación académica que recibí entonces.
Los maestros y profesores que se encargaron de aquella labor, salvo algunos que ya se jubilaron con un cansancio más anímico que físico, siguen al pie del cañón. Y de una parte importante de ellos mantengo intacto un recuerdo de su actividad docente bastante grato. De hecho, puedo reconocer que si desarrollé determinados gustos por determinadas materias que luego han formado parte indispensable de mi vida (la literatura, por ejemplo), fue por el hipnotismo que ejercieron sobre mí algunos de esos profesores.

Espacio

Pero hubo algo que marcó de una forma indeleble mis años de bachillerato. Me refiero al espacio físico que tuve que recorrer durante cuatro cursos, a partir de las ocho y cuarto de la mañana y hasta las tres menos cuarto de la tarde: la antigua Universidad Laboral.
En la actualidad, cuando la Educación Secundaria Obligatoria ya es la reinona de todas las fiestas estudiantiles, ha pasado a llamarse IES Sol de Portocarrero. Que tiene enjundia y poesía, la verdad. Pero que sigue sin superar su naturaleza de entonces: un lugar que más que etiquetas tenía nombres de pila: Uni, Laboral, CUA y CEI. Todos ellos a la vez y ninguno en especial. Más o menos como cualquiera de los estudiantes y profesores que hacíamos vida allí hasta el mes de junio.
Lamentablemente, según he podido leer días atrás en este periódico, parece que el olvido ha mordisqueado sus pasillos y sus aulas. Y es algo para echarse las manos a la cabeza. Porque es probable que se trate de uno de los edificios modernos más emblemáticos de nuestra ciudad. Un edificio diseñado por el reconocido arquitecto Julio Cano Lasso. Una construcción que no hace mucho tiempo fue motivo de exposición en el Centro de Arte ¿Museo? de Almería. Un espacio que debería estar recogido en cualquier guía de arquitectura de nuestro país y para el que tendrían que organizar visitas guiadas durante el fin de semana por su indudable valor arquitectónico. Pregúntenles a los expertos y verán qué dicen.
Tengo el recuerdo intacto de aquellos profundos pasillos, la piel blanca de su estructura, su pose extendida de animal vivo de secarral, la luz ahogando cada rincón, sus patios interiores destrozando el concepto tradicional de aula, sus cristaleras anunciadas con círculos naranjas y el viento custodiando todo el perímetro.
Tiene razón la arquitecta Beatriz Pereiro cuando dice que es necesario el entendimiento entre Junta de Andalucía, Ministerio de Vivienda y Colegio de Arquitectos para la rehabilitación y conservación de este edificio. Y cuanto antes mejor. Ahora que estamos a tiempo. No nos vaya a pasar como siempre.

Juan Manuel Gil