miércoles, marzo 30, 2011

Hipstamatic - Despertar

Ella desconocía el verdadero alcance de aquel despertar. Era muy temprano, había dejado de llover, apenas hacía frío y en la cama se estaba bien. Si hubiera aguantado la respiración, habría escuchado las voces que se pierden por las cañerías y el dinero que sus vecinos han decidido ahorrar poniendo lavadoras sobrecargadas. Si hubiera cerrado los ojos, no habría tardado en volverse a dormir. Pero aquella mañana, abandonó la cama y su cuerpo no presagiaba dolor, euforia o tristeza. Nada. No intuía que la casualidad pudiera haber crujido o resbalado no muy lejos de donde ella caminaba descalza. Miró el reloj y no tuvo la sensación de que perdiera el tiempo. Estuvo frente al espejo y no reparó en el difícil desorden de su pelo. Encendió la luz de la cocina y  ni siquiera se extrañó de que esa mañana obedeciera sin parpadear. Otras veces, es verdad, había despertado con la mandíbula demasiado apretada y la certeza de que todo iría tan mal que lo mejor sería empezar cuanto antes. Pero en esta ocasión simplemente era temprano, había dejado de llover, apenas hacía frío y en la cama se estaba bien. No había más. No parecía existir un mensaje cifrado en los primeros bostezos del día. Quizá, ahora, visto desde aquí, uno puede pensar que un desayuno, en una mañana así, tiene que saber forzosamente distinto. O que la ropa, más que abrigar, tiende a desmoronarse sobre el cuerpo. O que, cuando llega la primera sacudida, es la voz la que hace temblar el suelo y no a la inversa. Pero lo cierto es que aquel despertar no fue muy generoso en revelaciones y las cosas sucedieron de la misma manera que deciden trabajar un hígado o un párpado. Casi de forma intuitiva. De modo que está de más cualquier consideración que se pueda escribir a posteriori. Así queda: hizo esto y sintió esto otro. Despertó temprano, subió las persianas de la terraza, desayunó lo de siempre, metió algo de ropa en el armario, se duchó con cierta dedicación e imaginó con claridad la vestimenta de ese día. Eso fue todo. No descifró en la mañana, a pesar de que ella sabe que estas cosas ocurren, la avalancha de nieve, el colapso de una arteria o el agotamiento del nadador. Estaba muy quieta cuando sonó el teléfono.

viernes, marzo 25, 2011

Vaya tela


He perdido la cuenta de las veces que he visto en acción a Céspedes y Calavera. Me gusta ese humor almeriense, socarrón, hondo, de rotonda y biblioteca, que se abre paso a cuchillazos, irreverente, de vocales abiertas, pornográfico y santurrón, maximalista, etílico, revisionista, intelectualoide, con notas a pie de página y bibliografía, curativo, psicofónico, mediterráneo, de qué me comentas, eugenista, pro parques verdes y bicicletitas, publicitario, fan de niñas de La Salle versus Compañía María, poético hasta la sobredosis de primperán, alicaído, taciturno, cabizbajo, costumbrista, desternillante, locuelo, sandunguero, autodestructivo, negro, rojo, rosa, municipal y transoceánico. De modo que compartir un estudio de radio con ellos fue, sencillamente, la repolla. Muchísimas gracias por contar conmigo. Mucha suerte.

jueves, marzo 24, 2011

Antonio, I love you

Ayer, el escritor Antonio Orejudo charló con los lectores de El País con motivo de su novela Un momento de descanso . Dijo eso que capta la imagen de arriba. Y a mí como que me desordenó las válvulas cardíacas. Hoy estoy contento. Arrítmico, pero contento. Muchísimas gracias, Antonio.

martes, marzo 22, 2011

Con Céspedes y Calavera


Este jueves, entre las 19:00 y las 19:30, participaré en el programa de radio que los humoristas y librepensadores Paco Calavera y Pepe Céspedes comandan en Onda Cero. Me invitan a cenar con Gorosito, el entrenador que soñó con la permanencia del Almeria, y no me hace tanta ilusión. Verdaderamente, cómo viene la primavera, beibi.

lunes, marzo 21, 2011

La casa del nadador

                                             Imagen: Manu Muñoz

Abro. Con la primavera. Una vez más, desciendo al cuarto de máquinas y pongo en marcha los motores. Para que el líquido fluya, circule, renazca. Como siempre: filtros nuevos, aspiración, cloro, antialgas y aguaquenoesdebeber. Y añado: la reapertura  coincide con la inminente publicación de mi último libro, La casa del nadador. El IEA llevará a imprenta esta colección de artículos revisados y sometidos a orden y desconcierto, que espera estar en la calle cuando las flores de vinagrera colmen las cunetas. Esas que hay camino del trabajo. Camino de los espejos. Las flores del sueño, dicen. Aquí será donde, nuevamente, se deposite todo. Como la sal. Como la sal cuando se va el agua.