lunes, julio 28, 2008

La generación X se hace mayor


Paolo Corroto se acerca en el diario Público a uno de los escritores más importantes de la Generación X.: Douglas Coupland. Su evolución, su presente y la impronta que ha dejado en algunos escritores de hoy. Por ahí se cuelan Fernández Mallo, Menéndez Salmón, Ismael Grasa y un servidor. Echadle un vistazo.

domingo, julio 27, 2008

Swimming pool: Sueño de verano

He soñado que sonaba el teléfono de casa a las 3:45 de la madrugada. Yo, empapado en un sudor anestésico, intentaba abandonar la cama e ir a atenderlo con el terror propio de las llamadas telefónicas en mitad de la noche, pero apenas era capaz de ejercer el derecho al más mínimo espasmo de brazos y piernas. Tenía la sensación de que mis párpados estaban tan cosidos como mi espalda al colchón. Después de practicar durante un buen rato esa especie de fuerza fláccida –muy característica de los sueños comunes-, conseguía atravesar el pasillo y sentarme junto al teléfono a la espera de que volviera a sonar. Media hora después llegaba el timbrazo. Al otro lado escuchaba la voz de un hombre absolutamente roto, con un discurso desmadejado y oscurecido por un intermitente ruido de fondo. Poco a poco, conforme me iba adaptando al desorden, discernía con más precisión lo que me contaba, hasta que, por fin, pronunciaba su nombre. Decía llamarse José Luis Rodríguez Zapatero y me advertía de los sueños que lo habían asediado en las últimas noches. Me repetía una y otra vez que todo era una conspiración, una especie de pesadilla del desabastecimiento, pero que aún estaba a tiempo y podía remediar mi futuro, si las cosas importantes seguían en su sitio. Yo, barbilampiño en este tipo de confidencias, insistía en que se tranquilizara, que no se preocupara por mí, que lo necesario era hablar, y, cuando vine a darme cuenta, el que hablaba al otro lado del auricular era Luis Aragonés diciéndome que Raúl, el 7 del Real Madrid, había emprendido una campaña de difamación contra mi persona por haber mostrado una euforia desmedida ante su no convocatoria en la reciente Eurocopa. ‘Tendrás todo mi apoyo’, me gritaba Luis Aragonés desde Turquía. ‘¿Y qué hago?’, le preguntaba, mientras me daba instrucciones tácticas indescifrables. La siguiente voz era la de Carla Bruni. ‘¿No habrás venido con él?’, le decía yo, justo antes de que comenzara a cantar.

jueves, julio 24, 2008

Swimming pool: Le Tour de France

Mientras escribo este artículo, la cabeza de carrera del Tour de Francia está a punto de emprender la subida al Col du Galibier. Y asisto al espectáculo con la tensión de quien cada vez que coge una bicicleta se pregunta en qué demonios pensaba Marco Pantani en mitad de los Alpes o de los Pirineos. Se trata, sin lugar a dudas, de la etapa reinona de la gala francesa: 210 kilómetros (desde Embrun hasta Alpe D’Huez) con tres puertos de montaña especiales: Galibier (2645 m.), Croix de Fer (2067 m.) y Alpe D’Huez (1660 m.), y rampas que no superaría la parroquia ni en un teleférico. Para que se haga una idea, si ha cometido el sacrilegio de no contemplarla, visualice la subida a Sierra Alhamilla y después hártese de reír. Una etapa que, antes de que existiera el dopaje más sofisticado y canallesco, era considerada un efectivo matahombres y, a cuyos puertos, algunos ciclistas no tenían más remedio que ascender agarrados a los peugeot de la organización.
El Tour de Francia, además de ser un componente sin el cual el verano sería primavera u otoño, posee en su naturaleza un lirismo descarnado que subyuga e hipnotiza al espectador. A veces, eso se traduce en una profunda siesta estival, siempre amenizada por los chisposos comentarios del heroico Perico Delgado, y, en otras ocasiones, todo acaba en una suerte de desvelo que provoca agujetas cardiovasculares y distensión del lagrimal.
Eche cuentas y comprobará cómo los mejores veranos de su vida están asociados, al menos de una forma visual, a las melancólicas escaladas de Marco Pantani, al gesto espasmódico de Fernando Escartín, a las sonámbulas pulsaciones de Miguel Indurain, al vuelo aerodinámico de Perico Delgado o al demarraje casi metafísico de Tony Rominger. Las bicicletas son definitivamente para el verano. A estas alturas de su historia, la cuestión no es lo que el Tour puede hacer por nosotros. Es lo que nosotros podemos hacer por el Tour. A mí se me ocurre verlo, mezclarlo con mis siestas e infusiones y escribirlo.

martes, julio 22, 2008

Swimming pool: La vida subterránea

Hoy en día, podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que el grado de modernidad de una gran ciudad se puede cuantificar atendiendo a lo que no se ve a primera vista. Es decir, a los soterramientos. Tiren de memoria y díganme qué gran ciudad europea no ha confinado gran parte de su actividad diaria en la esfera de lo subterráneo. Madrid, París, Moscú, Londres. Metro, cercanías, autovías, alcantarillas, aparcamientos, fosas sépticas. La cuestión es ésa: una gran ciudad ha de tener el corazón horadado, acribillado, taladrado, hecho unos zorros, porque de esas galerías subterráneas emana la fuerza que después genera el movimiento en la superficie.
La clase política almeriense –en general- hace ya bastantes años que se percató de los beneficios terapéuticos de la palabra soterramiento. Y la ha frecuentado tanto y de tan distintas maneras que la ha vaciado de semilla. Curiosamente, ayer mismo se publicaba en este periódico la posibilidad de que el Paseo de Almería fuese peatonal, como ocurre con algunas avenidas emblemáticas de otras ciudades, ensoñación que a los comerciantes le parecía ‘estupenda’. Cuando le preguntaron a nuestro alcalde, dijo: ‘Para peatonalizar el Paseo haría falta soterrar todo el tránsito que circula por esa calle. Es posible, pero cuesta mucho dinero’. Y ahí nos calzó nuevamente la palabreja. Y es que si un equipo de gobierno la verbaliza, genera unas ondas concéntricas de carácter balsámico que le asegura la posteridad.
Claro que, para la calma de todos los ciudadanos, la clase política almeriense –en general- debería especificar a qué tipo de soterramiento se refiere, porque caros suelen ser todos. Por ejemplo: ¿soterramiento A? (aquel que siempre es prometido pero que nunca llega así pasen ciento y un años) o ¿soterramiento B? (aquel en el que se trabaja a marchas forzadas porque lo que se entierra no son carreteras ni vías ferroviarias, sino poderosos tubos que canalizan gas). ¿A o B?

lunes, julio 21, 2008

Swimming pool: Inmersión

La casa del nadador, esa sección de apariencia anfibia que durante dos años, domingo a domingo, ha ocupado un lugar en la sección Vivir de este periódico, cierra sus puertas transitoriamente para buscar el alivio directo del agua clorada, libre de algas y de presencia cristalina. Dicho de otro modo: que nos salimos a la piscina, vamos. No es que ésta tenga el empaque del mar Mediterráneo, pero al menos el nadador sabe dónde pisa, las ve venir y, hongos a parte, la calidad del agua es más fácil de estabilizar.
Nos trasladamos, pues, de los pasadizos y habitaciones-espejo de ‘La casa del nadador’, a la lectura anaeróbica de ‘Swimming pool’, la columna que firmará un servidor, de lunes a viernes, en estas mismas páginas que ahora tiene entre manos. El propósito es que este espacio mínimo –en comparación con la ‘La casa’, claro- acabe siendo un lugar físico donde uno se sumerja a apnea, busque la ingravidez y, cinco o seis brazadas después, rompa por la mitad la superficie. Más o menos, vamos. Sin presiones, que estamos en verano y las metáforas abruman.
Como no puede ser de otro modo, el nadador traerá a estas aguas lecturas confesables, viajes propios y ajenos, recortes de ciudades, etapas del tour de Francia, madrugadas, blogs, programas radiofónicos, actrices de otro tiempo, tickets de la gasolinera, psicofonías, repeticiones de la jugada, letras de canciones que no piensa reconocer nunca, quejas de los usuarios e instrucciones para hacer cócteles altamente balsámicos. Y además de eso, todo lo que se le ocurra.
Si el lector lo desea, siempre podrá darse un chapuzón en www.lacasadelnadador.blogspot.com, que es donde estarán los artículos amarrados, y así comentar, apostillar, proponer, criticar y gritar cuanto uno desee. Que no veas lo que libera. Sea bienvenido a esta piscina.

sábado, julio 19, 2008

martes, julio 15, 2008

Poesía e internet


Esta mañana, en el marco de los Cursos de verano de la Universidad de Almería, he participado en una mesa redonda junto a Ramón Navarrete (profesor de la Universidad Pablo de Olavide) y José Bárcenas (Escritor y camarero del Café Gijón). Mi parte se centraba en los blogs como modelo actual de tertulia literaria. La cosa ha estado bastante entretenida. La pena es que no me acordé de colgarlo en La casa del nadador para que se enterase quien por aquí nada. Para curarme en salud, ya os digo que este jueves vuelvo a participar en un recital, según el programa, con Elena Medel, Raúl Quinto, Antonio Portela, Rubén Martín y Miguel Ángel Feria (todos ganadores del premio Andalucía Joven de Poesía). Los actos son en el Hotel Catedral. A las 18:00 seremos entrevistados por Juan Luis Valenzuela. A las 21:00 tendrá lugar un recital. Por video conferencia también participarán los poetas de San Salvador Krisma Mancía, Eleanor Rivera y Jorge Galán.

lunes, julio 07, 2008

Echar a volar


Tres. Estos días hemos conocido una de las peores noticias que nos podían llegar. Para quien no recuerde el asunto que nos ha tenido en vilo más de dos meses, ahí va: el pasado 20 de abril, el padre Adelir Antonio de Carli, se ató a la cintura unos mil globos de los de toda la vida, de colores alegres, muy festivos ellos, y se echó al aire para batir el record de permanencia con este sencillo pero sofisticado sistema, que estaba en 20 horas. Su objetivo era pedir más derechos para los camioneros de su parroquia. Poco después de su partida, arreciaron los vientos, soplaron con ira traicionera, y el padre Adelir Antonio de Carli, ascendió y ascendió y se desdibujó camino del cielo. Nada volvimos a saber de él hasta hace apenas tres días, cuando el barco remolcador Ana Gabriela encontró su cuerpo flotando a 100 kilómetros de la costa de Maricá, en Rio de Janeiro. Y digo que es una de las peores noticias que podíamos conocer porque ya estábamos empezando a creer en este sistema de desaparición. Proletario, festivo y eficiente. A nosotros no nos faltan razones para cosernos al cinturón un buen puñado de estos globos, pero claro, seamos honestos, ahora que sabemos cómo, dónde y cuándo acaba la historia, no creo que nadie se atreva. ¿No habría sido más saludable ocultar el hallazgo del cuerpo sin vida de este valiente sacerdote? Seguir pensando que, si se complica la cosa, siempre nos queda la posibilidad de echar a volar y suspendernos sobre las razones que nos empujan a hacerlo. ¿Que qué razones? Ahí van algunas.

Dos. Esto que voy a contar es absolutamente real, por muy poco creíble que parezca. Hace año y medio nosotros acudimos a una promotora para que nos enseñaran los planos de algunas viviendas que tenían a la venta. La que nos gustó (66 metros cuadrados construidos), además de una terraza mínima, el suelo entarimado y dos habitaciones bastante modestas, tenía un precio de 205.000 euros. Hicimos cuentas y nos marchamos con la música a otra parte. Pues bien, hace un mes aproximadamente, el mismo comercial que nos atendió, el mismo que nos pedía que no nos lo pensásemos mucho porque tenía a tres parejas esperando y una de ellas a puntito de dar a luz, el mismo que nos enumeraba concienzudamente las virtudes del ladrillo tabiquero y las comodidades de la tarima flotante de calidad media-baja, el mismo que nos dio la señas de la sucursal bancaria con la que habían llegado a un acuerdo inhumano, nos volvió a llamar y nos ofreció el mismo piso por 154.00 euros. Lo que le gritamos a través del manos libres del coche no se puede reproducir aquí por una cuestión de decoro. ¿Es o no es para echar a volar?

Uno. He seguido la Eurocopa con una fidelidad casi absoluta. No sólo a España. Habré visto el 90% de los partidos. Y creo que es la primera vez que lo hago. Por supuesto, yo era de los que no querían que Luis Aragonés seleccionase a Raúl bajo ningún concepto. De hecho, cuando el seleccionador español acudió al programa ‘Tengo una pregunta para usted’, envié unos cinco mensajes de apoyo y de agradecimiento profundo por haber tenido la valentía, no de olvidarse de Raúl, sino de decir abiertamente que no contaría con él (porque no es bueno tener a alguien que malmete en un equipo). ¡Viva Luis Aragonés! Hasta aquí, teniendo en cuenta que ganamos el campeonato, no hay razones para atarse globos y echarse al aire. Pero es que he obviado lo que me ocurrió el día de antes de la final. Amanecí sin televisor. Mi cuñado, propietario del televisor LCD de altísima resolución de 32 pulgadas que tenía instalado en mi casa desde hacía un par de meses por cuestiones que no vienen al caso, pasó a primera hora de la mañana y se lo llevó mientras yo dormía. Lo llamamos y nos dijo que tenía un comprador, que ya le había entregado una señal y que quería ver la final en esa pantalla. Durante hora y media estuve tumbado en el sofá en estado semicataléptico, pensando que tendría que ver el partido en ese televisor entrado en carnes que oculto bajo una manta en el sótano como una de mis mayores vergüenzas, pensando que ya no vería con precisión las gotitas de sudor en la frente de Fernando Torres, ni los salivajos enfurecidos de Dani Güiza, ni la rabia líquida en los ojos de Luis Aragonés, después de tanto ataque y mala baba. Y sí, lo reconozco, estuve a punto a atarme globos a la cintura y echar a volar. Pero he optado por la venganza.

Juan Manuel Gil

martes, julio 01, 2008

Inopia en el diario 'Ideal' (17)


Las ventanas de Juan Manuel Gil


En la literatura, donde la ficción marca los cursos de la realidad, caben todas las direcciones. No hay reglas ni sistemas. Basta un esquema, la razón cercana a la síntesis, para desvelar acontecimientos, personajes, hechos, ideas. La intuición es la principal acometida del autor que impone desde sugerencias los retos al lector. Juan Manuel Gil (Almería, 1979) establece una propuesta narrativa desde 'ventanas' literarias hacia un mundo cercado por diferentes realidades, como fórmula de acercamiento. Invita al lector a asomarse y observar. Es el gesto del escritor en torno a su libro 'Inopia' (Colección Troquel, nº 8, El Gaviero Ediciones, 2008). Con prólogo de Enrique Vila-Matas («Soy el bibliotecario un tanto maníaco que usted encontrará en las páginas de este libro»); con imagen de Ramón David Morales, donde todas las direcciones son posibles, resquebrajadas, sin orientación definida, salvo el infinito; y citas literarias de Malcom Lowry, Aldoux Huxley y Enrique Vila-Matas, el autor aporta un sugestivo lenguaje narrativo en un libro donde los conceptos imponen la estructura narrativa. El mismo título, 'Inopia' (indigencia, pobreza escasez), es la principal sugerencia para interpretar el laberinto camuflado en el texto. Juan Manuel Gil ha escrito una novela 'breve', preludio de sus aptitudes para lo 'grande', para el discurso literario de la narración, tras demostrar su capacidad de tejer historias con el lenguaje. El libro está ordenado en tres partes ('Extinción', 'Inopia' y 'Euforia'). La primera parte ofrece tres retratos de la abstracción. La palabra es el elemento transmisor de ideas, éstas reflejan su propia independencia. El lenguaje es altivo, sugerente y configura su propia brillantez. Independiente.

La segunda parte, eje central, es el territorio de los personajes, con un planteamiento de vidas paralelas. Es un mundo de 'ventanas', desde la creatividad del autor, que invita al lector a asomarse, con distintas realidades que nunca llegan a cruzarse, aunque siempre queda en el aire la posibilidad de tal acontecimiento. Los personajes se mueven entre la referencia literaria, donde los libros, como conceptos, son elementos vitales. De nuevo surge la abstracción literaria para configurar una atmósfera precisa. Libros y paisajes literarios definen los momentos, en los que la captación de la realidad, su influencia, vive como elemento clave de la ficción. La intriga se convierte en una obsesión lectora que comparte momentos destacados, con extractos sublimes de lo cotidiano. En ello, Juan Manuel Gil no sólo es capaz de insinuar las escenas, los momentos, con gran brillantez, sino que lo hace desde una visión arquitectónica de la narrativa. A eso ayuda el sentido críptico de las escenas. Y este planteamiento es una original propuesta de pequeños territorios que se reencuentran. De Cien a Cero. Lo que permite hacer una relectura en sentido contrario, si así lo decide el lector, con capacidad para desarrollar una personal visión de imágenes. De Cero a Cien. Regreso al presente.'

Inopia' tiene también su cerco, entre la 'extinción' y la 'euforia', con distintos recorridos posibles, que conducen al momento final: 'el rastro'.

El autor despliega sus miradas y 'ventanas' desde una reducción máxima de la síntesis. La idea-concepto se reduce al mínimo, esencia literaria en 'Inopia', es su propia razón que se mueve lentamente. En estas circunstancias, el lector es libre de imaginar la historia argumental, los hechos cotidianos diversos, desde la atenta mirada del escritor. Sin necesidad de llegar a alguna parte. Sin principio, ni fin.

[Autor de la reseña: Miguel Ángel Blanco. Publicado en el diario Ideal el 29.05.08]