domingo, agosto 20, 2006

En feria soy un tío raro [*]

Cerrado por vacaciones

Hemos echado el cierre. Bueno, en realidad estamos de feria, cosa que viene a ser lo mismo que cambiar el open por el close y trincar la puerta con dos vueltas de llave. Para muchos, por fin llegó el bullicio de los lunares y los abanicos, el sociable perreo musical en mitad de la calle, el botellón legalizado, la entrega de trofeos, los fuegos artificiales y la tormenta de confeti y matasuegras. Nos esperan diez días de festejos por los que, con toda probabilidad, las fuerzas políticas de la ciudad acaben de los pelos en el próximo pleno. Conste en acta. Cualquier cosa puede ser motivo de despiece: desde la interesada elección de los colores de los fuegos artificiales (este año más azules y menos rojos) hasta la poca previsión meteorológica por parte del concejal de turno que no techó el recinto ferial (la experiencia nos dice que lloverá). Sé que las imágenes utilizadas resultan demasiado caricaturescas y pierden verosimilitud en el camino, pero no andan alejadas de la realidad. Les doy mi palabra. Y si no, tiren de hemeroteca y comprueben el número de páginas dedicadas al polémico reparto de abanicos y a la posibilidad de que este año un notario diera fe de ecuanimidad.

Efectos colaterales

Duermo a unos siete kilómetros del primer indicio serio de feria. Aun así, aunque no lo crean, el latido nocturno del recinto ferial traquetea el somier y escucho los tiritones de mi colección de dedales. Mi frigorífico parece quejarse más de la cuenta. La luz del pasillo pierde intensidad en favor de la puerta ferial. Suelo despertar envuelto en sudores fríos y se repite una y otra vez la misma pesadilla: en el último segundo pierdo la pieza que me hubiera valido el concurso ferial de pesca. Si a esto le sumas que las farmacias más cercanas cierran porque también tienen derecho a un abanico y a una jarra de rebujito bien frío, la vida puede ser un duro trance para un neurótico como yo.
Claro que peor lo tienen los vecinos a cuyas balaustradas atan las guirnaldas y la iluminación extraordinaria. Esos que ven a sus pies atracciones, tómbolas, bingos, casetas de baile, pinchadiscos, porteros y altavoces. Esos que se enrollan la almohada a la cabeza y cuentan concejales en un intento desesperado de dormir un par de horas, porque, aunque resulte difícil de creer, comienzan a trabajar apenas despunte el sol. Precisamente esos que me encuentro llamando a las puertas de las farmacias cerradas en busca de un kit de feria: somníferos y tapones para los oídos. Vaya para ellos mi más profundo sentir.

Recinto ferial

No obstante, este año, en un intento de dar algo de cordura a todo este despliegue de júbilo y desenfreno, los que pinchan y cortan han decidido que las seis de la mañana es buena hora para decir aquello de aquí murió mi caballo y cerrar las casetas. Imagino que la razón de tal medida radica en que a la noche siguiente el recinto tiene que estar niquelado para retomar la diversión o que el despliegue de efectivos tiene que volver a plegarse, y no en el sueño ni en la tranquilidad de los que viven a tiro de piedra. Me da a mí que estos vecinos, lo que no durmieron a lo largo de la noche, ya no lo van a dormir.
A estas alturas, todos sabemos que el lugar idóneo para ubicar el recinto ferial no es el actual. No descubro nada nuevo. Todos los grupos políticos que han llegado al Ayuntamiento en las tres últimas legislaturas vienen afirmándolo: pinza una arteria principal de la capital, resulta un verdadero incordio para el vecindario y se hace necesaria una mayor amplitud. Llevan años diciendo que la desembocadura del río es el lugar propicio para acoger la algarabía. A mí, la verdad, me falta imaginación para levantar el recinto ferial allí. Pero si eso dicen los expertos, háganlo cuanto antes y no lo vuelvan a dejar para que engalane la nueva lista de promesas electorales.

Los huéspedes

Mientras celebramos estos días de feria y pernoctamos con gusto o sin él, el blog de esta casa ofrece sus habitaciones para acoger cuantos comentarios, episodios, sugerencias y curiosidades tengan que ver con esta o cualquier feria veraniega y se quieran compartir con el resto de huéspedes. En esta casa no se regalan abanicos notariados ni se sirve tinto de verano en jarra de cristal, pero el suelo acostumbra a estar húmedo y cualquier palabra fresquita es agradecida por los visitantes. Sobre todo por aquellos que este mes están lejos de Almería y me han escrito asegurándome que han elegido la casa del nadador para seguir informados de lo que aquí ocurre. Gracias a todos ellos por su confianza, ahora que el poniente y un helor travieso advierten de la caída de las vacaciones. Sólo me queda desearles unas felices fiestas y que tengan localizadas las farmacias de guardia. Por si acaso, ya se sabe.
*[Este artículo, a diferencia del resto, no ha sido publicado en La Voz de Almería. El próximo domingo tampoco habrá artículo en papel, pero sí en La casa del nadador. Exigencias de esta semana de peineta y rebujito en porrón]

Juan Manuel Gil

9 comentarios:

beren dijo...

Como sigo sin carné, todo lo que me llevara la feria más allá de los límites transitables de la ciudad me costaría admitirlo. Sin embargo, recuerdo con cariño el antiguo emplazamiento del puerto. Me parecía entonces y me parece ahora el mejor sitio para ponerla. Seguramente me esté dejando llevar por la nostalgia y seguramente mis vaivenes etílicos derivarían en un chapuzón junto a los mújoles y a las manchas de fuel de los barcos.
Paciencia a los que sufráis la feria y prudencia a los que la disfrutéis.

Anónimo dijo...

Como se nota que no eres de feria, Juanma. Los rebujitos ya no se sirven en porrón, que el cristal y el alcohol hacen mala suma y al final siempre acaban sobrando.
En feria, lo humano y lo divino se superponen, y todo esto, abrazado por el calor y el viento del levante, no ayuda a aceptar con resignada ilusión que todo vale por el disfrute del pueblo. Si a esto le sumas el circo romano del fútbol con los leones de Bilbao revolviendo nuestro albero, todo es perfecto.
¿La feria en el puerto, como "antes"? Qué bonito sería esa mezcla de culturas en la que el tinto de verano se inter-relacionara con los rezos de los inmigrantes de vuelta a casa a la orilla espigonada de un mediterráneo cansado...
Pero bueno, siempre nos quedarán los acordes canallas del maestro Sabina para hacernos caer en la cuenta de que sólo se trata de una feria más.

Juan Manuel Gil dijo...

amigo beren, ya se plantearon llevarse el botellódromo al parking del puerto y si por poco, y si por poco. advertían de la peligrosa suma alcohol+mar+juventud. esto, que en otro contexto puede inspirar un hermoso poema, a ellos les evocaba desgracia y tanatorio. imagínate si hablamos de la feria. sería interesante recuperar el número de ahogados que hubo durante el periodo en que la feria se ubicó en el puerto. ¿cómo demonios se calcula eso?

amigo perseo, no creas, sigo teniendo contacto con la feria. lo que ocurre es que de un día para otro me suelo acordar poco del contenido y continente.resaca, lo llaman. gracias por el apunte. por cierto, estuve en el estadio mediterráneo sufriendo toda una crisis de esquizofrenia galopante: no me pude resisitir y canté los goles del ath. de bilbao, pero cada vez que tocaba el balón ortíz intentaba llevarlo en volandas desgañitándome. también fui a escuchar a sabina. de puro vicio. salvo por unos capullos que me dieron la noche, esturrearon en siete ocasiones la cerveza sobre mis pies y mis chanclas, nos empujaron, codearon y ensordecieron, a pesar de que no dieron con una sola palabra de sus letras. uno acabó llamando a su novio por teléfono: "cariño, escucha, cariño". rompió a llorar. me consta que la interrumpió.

Sr. Curri dijo...

Muy agudo, Juanma, como siempre, poniendo el dedo en la llaga.

El botellón legalizado es lo más cercano a la democracia que he visto yo por estas tierras, como en la canción Fiesta de Serrat, "el noble y el villano, el prohombre y el gusano beben y se dan la mano sin importarles la facha". Menos mal que hay políticos experimentados para compensar tanta armonía alcohólica.

Juan Manuel Gil dijo...

gracias, srcurri. sí, como siempre, todo parece tener una importante faceta hipócrita. qué alegres salen las autoridades en las fotos del periódico del día después. mira que les gusta la feria. y las fotos.

Anónimo dijo...

Como si me estuviera pasando!!! No entiendo esa costumbre a las ferias y fiestas patronales municipales, pero todos tenemos derecho a divertirnos -por lo visto- de la manera que mejor convenga a las autoridades municipales. Y eso por no hablar de Rocíos, Semanas Santas, Toros embolaos,...
Cuanto más lejos de todo esto mejor, como de las familias.

Juan Manuel Gil dijo...

amigo juancarlos, bienvenido a estas aguas. toda una alegría. me da a mí que las ferias y eventos varios se seguirán sufriendo/disfrutando durante algún tiempo más. lo suficiente como para que algunos se planteen la insonorización, el consumo abusivo de sedantes o la mudanza. ya que estás aquí, aprovecho para recomendar a los nadadores la antología que hiciste y que tan buen resultado me ha dado a mí en las aulas: "Los lunes, poesía" (Hiperión). Vuelve cuando quieras.

Luna Miguel dijo...

septiembre, niza, voltaire, stereotype, varnis noir,un truc,des follies, bac l, socca,

septembre... on est tres loin

cuida a mis papis y a jacinto

Juan Manuel Gil dijo...

amiga luna, atendida en la entrada "la resaca del verano".