martes, febrero 03, 2009

Todas las fiestas son pocas

Nuevo andamiaje para esta piscina. Estrenamos logo. Y se lo debemos al talentazo de mi amigo Manu Muñoz -un chacal de las ideas- con el que estoy en deuda por el tiempo y esfuerzo invertidos. El reciente encalado de las paredes no es sino un paso más en el intento de revitalizar esta casa. Esta vez sí, sean todos los nadadores bienvenidos. El agua está de lujo.


Comienzo esta nueva época declarando La casa del nadador en fiesta. Mi amigo Jordi Dauder acaba de ganar el premio Goya al mejor actor de reparto por su interpretación en Camino, de Javier Fesser. No creo que otro actor lo mereciera más que él. Como máximo, igual. Y primero tendríamos que hablar largo y tendido. Si aún no han visto la película, vayan y comprueben la altura a la que interpreta Jordi Dauder. Ya les adelanto yo que en lo personal rompe el molde. Y, como no, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, rescato el retrato de Jordi que publiqué en La Voz de Almería en 2006. El texto pertenece a la serie Retratos en la ciudad. Era Abril.


El hombre fronterizo

No hace mucho volví a saber de él. Recibí un fax de letra apretada y renglón limpio con el membrete del NH Deusto que me confirmaba su paradero. En verdad, hablar con él del tiempo y sus viajes siempre ha conllevado romper algunas reglas de la velocidad y de los recuerdos; de las leyes físicas que determinan las probabilidades de un futuro encuentro. En el fax me daba 17 estremecedoras respuestas a las preguntas que un día yo le hice llegar, y les aseguro que he estado dándole vueltas a la posibilidad de limitarme a transcribirlas. Finalmente, me he decantado por no hacerlo y seguir trenzando cobre al modo que hasta ahora se ha hecho en ‘Retratos en la ciudad’. Quizá algún día vea la luz la entrevista íntegra.
Creo que la primera vez que hablé con Jordi Dauder (Badalona, 1938) fue a la salida de una de las funciones teatrales que las Jornadas de Teatro de Siglo de Oro habían traído al Auditorio Maestro Padilla. Pero no lo puedo asegurar porque luego se reprodujeron los encuentros casi de forma celular, amontonándose uno encima del otro, plegándose sobre sí mismos y dejando huecos para los que estaban y aún están por llegar. Ahora, aquí, después de ese tiempo, decir que Jordi Dauder es actor, escritor y una de las personas más comprometidas que yo he conocido en mi vida es, sin lugar a dudas, simplificar demasiado. Así que les cuento algunas cosas.
Él dice que posiblemente se dedicó al teatro por atmósfera familiar. Su padre fue un dramaturgo que tuvo la ocurrencia de estrenar con gran éxito una obra de contenido social en el año 36. Así que Jordi Dauder no lo conoció hasta los dos años y tuvo que ir a la prisión de Valencia, que era donde purgaba las penas por sus convicciones republicanas. Aun así, él recuerda una infancia plagada de veladas literarias en casa, donde su padre se reunía con actores y amigos para hablar sobre sus obras, que nunca más se pudieron representar.
Después de estudiar en París, un hecho marcaría definitivamente su poliédrica carrera: conocer a José Sanchis Sinisterra (Premio Nacional de Literatura Dramática 2004) y ‘El Teatro Fronterizo’. En definitiva, un modelo de teatro que le permitiría decir públicamente ideas y principios que compartir. Jordi Dauder empezaba así a forjarse una concepción de la dramaturgia que lo iba a acompañar siempre: el teatro como transgresión, como crítica, como acto lúdico y sensorial. Y es que Jordi reivindica este género por todo aquello por lo que en el curso de la historia, tanto el poder político como la iglesia lo han denunciado, prohibido, perseguido y condenado.
A partir de aquí, desmadejar los diferentes caminos que anduvo resulta una tarea prácticamente perpetua. El extremo del cordel está siempre tras el próximo paso: poesía (Premio Martí i Pol), narrativa (Premio Ciudad de Sabadell), traducción (Strindberg, Beckett y Duras), televisión, cine, doblaje (actor y director) y, por supuesto, teatro (Premio Sant Jordi al mejor actor del año 1991). Además, fue uno de los miembros fundadores de legendarias revistas que hoy están incómoda y nerviosamente vivas, como El viejo topo y Quimera, a las que sigue ligado, consciente de que son más necesarias que nunca las voces disidentes y críticas. Y su compromiso, en todo lo que acaba involucrado.
Al igual que a muchos de los que ahora mismo leen estas líneas, el día que los actores mostraron sus camisetas con el No a la Guerra en el Parlamento se ha estancado en mi cadena de ADN. En primer lugar, por lo que supuso el acto en sí. En segundo, porque cuando afilé la mirada encontré a mi amigo Jordi Dauder junto a otros actores y actrices, con labios apretados, ojos demasiados abiertos y hombros rígidos cubiertos por manos. Hoy, cuando vuelve a aquellos días y los analiza, asegura que fueron “simplemente una voz más entre los millones de voces que se alzaron. El hecho de ser personajes públicos incidió en una mayor repercusión. Lo más despreciable de aquel momento fue el trato vergonzoso e insultante a la entrada del parlamento con cacheos e intentos de desnudarnos. No teníamos decidido el momento en que abriríamos nuestras camisas para mostrar el repudio a la guerra. Pero casi de manera unánime lo hicimos tras unas terribles palabras de Aznar: ‘No se es más demócrata por llevar una pancarta contra la guerra’. Fue emocionante estar allí plantados sintiéndonos también, en parte, ‘representantes’ de los millones de personas que salieron a la calle y de ese 95% que en las encuestas se oponían a la guerra” Lo cierto es que, por muchas veces que relea las palabras de Jordi, siempre acaban por estremecerme, por devolverme a aquellos difíciles y trágicos días.
Hace unas semanas Jordi Dauder volvió a Almería. Lo hizo nuevamente en mitad de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro, aunque desde hace algún tiempo empieza a acumular en esta tierra serias razones para el viaje más frecuente: el de las cafeterías y las notas en letra minúscula; el de los paseos y el viento. Para él, Almería es una maravilla geográfica y humana abandonada por las instituciones y horriblemente comunicada. Una ciudad que corre el peligro de deteriorar su belleza por la espuria voluntad de la mafia del ladrillo. Y en cultura, sus juicios no distan demasiado de los otros retratados en esta serie: urge un trabajo cultural profundo, y para ello es necesario que Almería esté en contacto con todo lo que sucede en el mundo cultural.
Cada vez que hablo con Jordi Dauder acabo saltando entre los huecos de su voz. Parece apropiarse de la caja torácica del patio de butacas. En esa vibración uniforme y grave van los sonidos de otro tiempo, de otros días: su colaboración con la independencia argelina, su experiencia en el Sáhara con el Polisario, su lucha contra el franquismo, sus encierros voluntarios para escribir, sus recuerdos y, lo más inquietante, los míos.

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta. El logo por su fuerza, sencillez y efectividad. El espacio por esa blancura que le da protagonismo al texto. Mucha suerte. Desde aquí, felicidades a Jordi Dauder. Está excelente en la película.

el lector dijo...

Enhorabuena nadador, y a tu colega.

Miguel Ángel Muñoz dijo...

Resplandeciente piscina, luminosa.
No había leído este texto de Dauder, un tipo al que he admirado desde que lo vi como secundario en tantas peliculas. Gracias a tu texto he descubierto muchas cosas sobre él que desconocía.
Un abrazo.

Juan Manuel Gil dijo...

amigo sergio, estoy convencido de que tus palabras alegrarán a mi amigo manu. sí, jordi está brutal en esa película. eres el nadador-uno de la nueva época.

amigo lector, gracias, gracias. nos vemos donde siempre

amigo miguelángel, jordi es una persona excelente. te gustaría conocerlo. ojalá que se pase por almería bien pronto. a este paso quizá coincida con nuestro café pendiente. y así podemos ser tres.

raúl quinto dijo...

Qué bonita te ha quedado la piscina,y qué me cuentas de ese nuevo libro de poemas... habemus sorpresam

Juan Manuel Gil dijo...

amigo raúl, me alegra que te guste. piscina climatizada. la casa club. seguimos trabajando.

Jordi Dauder dijo...

Amigo Juanma, qué bonito te ha quedado el blog. Gracias, gracias gracias por tus energias antes del premio y por tus cariñosos mensajes de después.Ya sé que destapaste una botella de vino, guarda un poco para que la próxima vez brindemos juntos. Irene, Goya y yo apareceremos por Almería pronto y espero que nos veamos, nos abracemos y tengamos esas charlas tan apasionantes y fructíferas que teníamos. Un beso muy fuerte. Jordi Dauder

Juan Manuel Gil dijo...

amigo jordi, menuda alegría me acabo de llevar. no sabes lo que me alegra tenerte de nadador en mi casa. es todo un placer y un honor. espero teneros bien pronto por aquí, por el sur. tengo una buena botella de vino reservada para la ocasión. además, quiero fotografiarme junto al goya e improvisar una dedicatoria: por los encuentros futuros, amigo. un beso muy fuerte.

Anónimo dijo...

Y yo que recuerdo sobre todo, fíjate, cómo pasaba las páginas de un libro... No su voz atronadora, no su templanza, ni -efectivamente- un compromiso que transmitía en cada palabra. Sino cómo pasaba las páginas de un libro. Gracias a ti, creo.

Ya era hora lo del premio.

Ya era hora lo de la piscina, tío. Ya te vale.

P.

Juan Manuel Gil dijo...

amigo paul, tú siempre tuviste buena memoria, por eso me resisto a salir de ella. si hay algo que yo recuerdo de aquellos días con un cariño especial es a jordi y a mí, en una cafetería de las tendillas,hablando de algo que yo había escrito y que él había leido. aquella converación fue decisiva. y no de una manera grandilocuente. no. más bien de una forma natural. tenerte aquí hace que mi casa sea mejor casa.

Luna Miguel dijo...

felicidades,

por Jordi

por tu nuevo bañador,



un beso

Jose Antonio Garrido dijo...

Amigo Juanma, la luz, como en esta ciudad, ha acabado por llenar todos los huecos de tu piscina. Me gusta cómo ha quedado.

Un abrazo.

Juan Manuel Gil dijo...

luna, gracias. mi bañador: high-tech.

joséantonio, gracias. uno empieza esta nueva época bloguera con fuerzas renovadas. vas a mi piscifactoría.

Anónimo dijo...

Me encanta cómo ha quedado. Me encanta lo que cuentas de Jordi Dauder. Me encanta el elenco de nadadores que se sumerge en tu casa. Enhorabuena. Ha sido una lectura muy grata.

Juan Manuel Gil dijo...

amiga maría, me alegra que te encante. y sí, es un lujo tener a los nadadores que tengo por aquí. nivelazo olímpico. vuelve a leer y a escribir cuando quieras.

Jesús Martín dijo...

A pesar de mis infundados reparos en (SÍ, "reparar en" según la RAE) participar en estos ciber-cubículos, no puedo por menos que felicitarte por la nueva imagen corporativa de tu blog... y por la agudeza de los comentarios de tus lectores.
Seguiré tus recomendaciones y veré pronto la película. Anyway, enhorabuena al premiado.

Juan Manuel Gil dijo...

amigo jesús,en realidad, lo que te ocurre es que se te escapa el bloguero que llevas encerrado en tu maletín negro de cremallera y doble fondo. en el mismo sitio en que siempre guardas un billete de grandes líneas renfe. es un placer tenerte por aquí. en otra esfera distinta a la habitual. vuelve pronto. o mejor: quédate.

Anónimo dijo...

Veo que el nivel de las aguas sube. Este nuevo golpe de mar es impropio de una piscina creo...claro que ya hay maremotos hasta en los charcos ( conocidos como charcomotos ).
Ya sabes que a mi me mueven las grandes emociones, solo las grandes, así que acuñar un logo para esta casa ha sido sencillo.

Te deseo la mayor de las suertes, aunque con tu talento es innecesaria.

Como nos reimos chacho cuando nos juntamos...eso, lo mejor.

Besos como tsunamis.

Juan Manuel Gil dijo...

amigo manu, gracias por el logo y gracias por declararte nadador. como dice María C. en su comentario, es un lujazo tener tal elenco de nadadores en esta casa. nos vemos muy pronto. aquí, en la calle o en el palomar.

Anónimo dijo...

Es la primera vez que entro a esta casa, y ya me siento bien: Mi médico me recomienda que nade todos los días. Enhorabuena

Juan Manuel Gil dijo...

amigo rafel, has entrado en la casa adecuada. bienvenido.