lunes, septiembre 04, 2006

La resaca del verano

Septiembre

En septiembre todo retoma su color y blandura. Vuelven los periódicos a fruncir el ceño, despierta la acidez de corazón, los gimnasios se implantan colmillos de oro, los bloggers juran sobre un portátil escribir más a menudo, Kayros retoma su necesario y terapéutico ‘Té con limón’ y entran en vigor las relaciones sentimentales que días atrás fueron escarceos veraniegos. Septiembre es un mes propicio para que los papeles empiecen a ser compulsados, los políticos luzcan ojos sin ojeras y el hombre del tiempo se compinche con las agencias de viajes. Nadie está libre de los efectos de un mes que camufla con torpeza la mala leche del día de año nuevo en la oficina.
No es de extrañar que lo primero que hagan los damnificados –somos casi todos- sea poner cara de capullo a mitad de la primera mañana de trabajo y, como si las muerte se nos llevara, repasar una sucesión de fotogramas que aún huelen a cloro en nuestra memoria. Esto viene a ser el compuesto químico que carga nuestra batería y nos ayuda en la reincorporación laboral. Aunque viene a durar lo que unas pilas normalitas en una cámara digital.

Ecografía veraniega

Yo, como no podía ser de otra forma, he caído en las fauces de la nostalgia y, unas horas después de que el 1 de septiembre me arrojara el despertador a la ceja, me he encontrado haciendo balance de lo vivido durante julio y agosto. Lo he hecho con tanta distancia que parecía estar recordando algún intrépido episodio vivido durante mi estado embrionario. Tal es así, que algunas de las imágenes las visualizaba en blanco y negro y tenían resolución de ecografía anhelada. Lo que viene a continuación son un par de experiencias o estados que me han acompañado la mayor parte de un verano que olvidaré, si la memoria no me falla. Quizá, siendo optimista, quede algo de esto que escribo.

Israel y Líbano

La imagen de un Líbano convertido en escombrera ha sido la más dolorosa. Sobre todo porque no resultaba difícil averiguar qué se ocultaba tras el entramado de bloques de hormigón y hierros retorcidos hasta el quejido. La reacción del ejército israelí, según declaraciones de nuestro propio gobierno, resultó ser a todas luces desproporcionada; palabras que vienen a significar que uno no puede hacer lo que le salga de los huevos y atacar objetivos civiles y dejar caer bombas racimo y hacer oídos sordos a lo que dice la comunidad internacional. Pues resulta que, para mi asombro, alma cándida yo, al PP le resultaron polémicas y provocadoras estas palabras por una razón que, por absurda, me he obligado a olvidar. Ahora, después de asistir al miedo de los afectados por la barbarie, nos queda presenciar el dolor en su forma más ácida: remover las fosas comunes y poner las iniciales de las víctimas sobre cada una de ellas. Nada más sufrido.

Revista de agosto

Los acontecimientos de esta guerra los he seguido, en su mayor parte, a través de ‘El País’, periódico que se ha convertido en otra de las constantes de este verano. Así que, el cierre de las columnas ‘Mar de copas’ de Sergi Pàmies y ‘Pie de foto’ de Juan José Millás, ambas enmarcadas en el cuadernillo ‘Revista de Agosto’, han dejado en mí un fuerte desconsuelo. Y quiero dejar claro que esta vez no es mera retórica o artilugio de última hora. Lo escribo así, porque lo he sentido literalmente así.
A mi juicio, la primera columna ha sido una de las más frescas e ingeniosas secciones que he leído en este último año. Y el merito no sólo ha radicado en el irresistible trato que ha sabido dar a la parafernalia de los cócteles, las barras, los pétalos de rosa y su periferia literaria, sino en la constante calidad de sus escritos. Puso el listón alto y supo mantenerlo con una tensión digna del mejor barman o del bebedor que nunca se retira a tiempo. No en vano, ha sido una de las secciones más visitadas en la versión digital de ‘El País’. Prueben a echarle un vistazo a las estadísticas y de paso lean cada una de las entregas, acompañándolas con sus correspondientes combinados, claro está.
A ese mismo nivel ha estado el de siempre. Y es que, a estas alturas, no voy a descubrirle a nadie el talento de Juan José Millás. Que pone el ojo donde nadie, que tiene en su casa una sala de autopsias de lo cotidiano, que nos pone nerviosos tanta lucidez en agosto, que en el interior de su frigorífico ocurren cosas extrañas, que su foto de cabecera también merece uno de sus comentarios, que hay gente que piensa en él para el banquillo de nuestra selección, que más de uno daría un par de meses de vida por encontrárselo en algún cuento escrito por Luis el Vitaminas, es algo que saben los que lo leen diariamente.
Como pueden imaginar, el verano me ha deparado algo más. Algunas cosas, bien planteadas, pueden llegar, incluso, a parecer ligeramente interesantes. Otras, por no resultar confesables, me las reservaré para los santos óleos. Mientras tanto, la casa del nadador, después de estos días de feria, vuelve a abrir sus puertas de par en par, a lucir tarima flotante y a pedir al lector que nos deleite con el inolvidable momento de su verano. No es la mejor terapia para nuestro regreso al trabajo, pero es lo que hay.

Juan Manuel Gil

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Septiembre, de Eloy Sánchez Rosillo

Hoy comienza septiembre, y la melancolía
del final del verano, puntualísima, acude
a su cita conmigo. Hay que volver mañana
a la ciudad.

Inolvidable momento del verano: El bañador está casi seco, casi mojado.Hay que sentarse ahí, donde no llegan los ruidos de la piscina. La cena, esta vez, se servirá en la mesa, se acabaron los bocatas en papel de plata. La calculadora, solar, dice que no se enciende. Y ya faltan pocos días. Demasiados pocos. Es 1993. Veremos de nuevo a Irene, la rubia del final de la barra, la niña del final de la clase. Volveremos a suspender matemáticas, viejo, me temo.

beren dijo...

Ya echaba de menos con ansia toxicómana una nueva entrada a la casa del nadador. Para los que no hemos tenido vacaciones, septiembre parecía significar que no nos íbamos a acordar más de que el aire acondicionado está estropeado, pero ni por esas...

Juan Manuel Gil dijo...

amigo, paul este blog merece la pena por tus comentarios. la gente conoce este lugar como la casa del nadador. pero podría llamarse perfectamente la casa de mi amigo paul. septiembre y sus emboscadas.

amigo beren. gracias por tu constancia. hago mía tu máquina de aire acondicionado. y esa pieza que le falta. y esa bestia de siete patas que vive en su interior. sospecho, amigo beren, que tras tu piel se esconde uno de cocoon. tela de luminoso.

Luna Miguel dijo...

Luna M. dijo...
septiembre, niza, voltaire, stereotype, varnis noir,un truc,des follies, bac l, socca,

septembre... on est tres loin

cuida a mis papis y a jacinto


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lo puse en el anterior, jus, pero yo queria este!

Juan Manuel Gil dijo...

amiga luna, los mimaré. por aquí ya se te echa en falta. espero que sigas hospedándote aquí cada vez que quieras. tú estancia en niza y tu palabra hacen internacional este lugar.

Anónimo dijo...

Todos volvemos en septiembre... todos

Juan Manuel Gil dijo...

gavieros, hasta los que no se fueron, vuelven.