miércoles, abril 27, 2011

Hipstamatic - La inteligencia

Imagino que lo habréis leído ya. El servicio de inteligencia norteamericano desarrolló una sofisticada técnica para detectar miembros de Al Qaeda. Una especie de sónar antiterrorista cuya extremada simplicidad no estaba reñida con su contrastada eficacia. La cosa es más o menos así: que eres musulmán y llevas un reloj Casio de los baratujos, tú a mí no me engañas, tunante, que lo que quieres es poner bombas. Y, a decir verdad, el procedimiento de diagnóstico debía de ser infalible, porque más de medio centenar de los secuestrados en Guantánamo lucía un Casio F91W o A159W en el momento de su detención.

El protocolo de actuación estaba claro. Se aproximaban al sospechoso. Lentamente. En plan persona lista. Perdone, ¿me dice la hora? Y zas, el costurero le tomaba las medidas para el pijama naranja. Bueno, bonito y barato. El reloj –catorce euros- y el método. Las dos cosas. Una especie de equilibrio poético entre justicieros y malhechores que ha quedado inmortalizado por la viva, tensa y apretadita prosa de los documentos secretos norteamericanos.

La noticia parece preguntarte que cómo se te queda el cuerpo. Y yo, que soy de emoción desbocada, no he podido reprimir el escalofrío. Creo que mi sistema nervioso aún no sabe descodificar con cierta soltura información de esta naturaleza. Porque, en el momento de reaccionar, duda entre una risotada convulsiva y una especie de llanto tan triste para los ojos como áspero para la garganta. O lo que es parecido: mi desconcierto oscila entre la frivolidad defensiva y la pena contante y sonante. Lo del reloj no deja de ser una desnortada excentricidad que demuestra que la estupidez y la soberbia son las peores de las tumoraciones, y entre sus consecuencias estará, sin duda alguna, la vergüenza. Lo estamos comprobando: vejaciones a los presos en nombre de la seguridad nacional y del miedo, desamparo legal casi absoluto –sólo siete de los presos han sido juzgados y condenados después de casi diez años-, además de reclusión de enfermos mentales, ancianos con demencia senil y más de un centenar de personas inocentes o que no suponían ningún riesgo para EE.UU. y sus aliados.

La publicación de estos documentos hace carne el más horrible de nuestros miedos. El desvarío es infinito. La inteligencia es de trazo grueso. La chapuza ya es un arte noble. La petulancia nos va a salir por la culata. Nuestra indiferencia puede llegar a ser blanda y gorda. Y, lo queramos o no, estas miserias morales huelen a mierda.

3 comentarios:

Festival del Libro y de la Lectura de Almería dijo...

Hola Juan Manuel,
disculpa por las tildes pero algo falla en este equipo. Me gustaria que te pasases mañana martes por la Caseta en Red de LILEC 11 para una reunion de blogueros. Sera a las 20.30h.

Un saludo.

LILEC 11.
http://lilec.blogspot.com/

Juan Manuel Gil dijo...

No puedo. A esa hora estoy presentando un libro en la Biblioteca Villaespesa. Mil gracias.

Festival del Libro y de la Lectura de Almería dijo...

Cierto, tengo el programa tan a mano que no había caído...

Un saludo.