lunes, febrero 06, 2012

Mis mascotas



Esta mañana ha ocurrido. Mientras tomaba café en casa, un perro negrísimo ha abandonado su cesta y se ha echado junto a mí. Yo siempre había imaginado que eso ocurriría. Pero nunca tan pronto. Se ha tumbado, ha colocado una de sus patas sobre mi pie derecho y me ha estado mirando todo el rato. Durante un momento, he conseguido ser una persona más o menos tranquila. Le he contado que mi mascota siempre ha sido una cafetera. Roja y eléctrica. Por suerte prepara el café muy caliente y apenas me da problemas, le he dicho mientras le manoseaba las orejas. Obviamente no me ha entendido. Pero es así. Tienen que saber que hay quienes piensan que toda cafetera es lo que es y punto. Nada más. Bueno. Me alegro. Pero no me confundan con ellos. Tengo ganas de llegar a casa.

7 comentarios:

José L. dijo...

Yo también soy de cafetera roja y sé de qué hablas. Mi cafetera es mi memoria. Volveré por aquí. Saludos.

Lau dijo...

Una cafetera, un perro, un western, una de apuestas, un filete de atún, un clásico futbolero... Esto promete.

Juan Manuel Gil dijo...

José L., estás en tu casa. Vuelve cuando quieras.

Lau, planteado así, hasta a mí me trae curiosidad. Gracias.

Anónimo dijo...

¿De verdad hay gente que no le da importancia a las cafeteras?

Juan Manuel Gil dijo...

Yo conozco a algunos.

Anónimo dijo...

siempre he pensado que las cafeteras son fuentes de recuerdos.A lo mejor se debe a que las mejores conversaciones vienen con un café y éste siempre trae su aroma que al recrearlo despierta el recuerdo... Este blog abre el apetito entre cafés, gintonics y gominolas

Juan Manuel Gil dijo...

Gracias, amigoanónimo. El café es una buena puerta al pasado.